29 mayo 2015 (28.05.15)
“¿En qué se
diferencia su sufrimiento del mío?”
Dos
familiares de víctimas de los GAL y de una escisión de ETA comparten su dolor
Iñaki García Arrizabalaga y Axun Lasa son dos de las
17 víctimas del terrorismo comprometidas con el programa de encuentros de
víctimas en las aulas vascas, organizado por la Secretaria de Paz y
Convivencia del Gobierno vasco y que ha llegado a más de 3.000 jóvenes
estudiantes. Su fin es deslegitimar el terrorismo y reivindicar la convivencia.
El padre de García Arrizabalaga, Juan, delegado de Telefónica en San Sebastián,
fue asesinado por los Comandos Autónomos Anticapítalistas, una escisión de ETA,
en 1980. El hermano de Lasa fue secuestrado por el GAL en 1983, torturado,
asesinado y enterrado en cal viva. Los actos de reconocimiento a las víctimas
del terrorismo se multiplican en Euskadi.
EL PAÍS ha organizado un coloquio
entre Iñaki García Arrizabalaga y Axun Lasa:
Mensaje en las aulas
Iñaki García Arrizabalaga: Transmito a los jóvenes que el odio es un sentimiento natural ante la
circunstancia extrema del asesinato de un ser querido. Pero es necesario salir
de él porque sólo perjudica a uno mismo. Y se puede transformar en mensaje en
favor de la convivencia.
Axun Lasa: Les digo que he sentido rencor, que me ayudó a salir el reconocer el
dolor que tenía y que están las víctimas de ETA, la mayoría, pero también otras
a las que no se escucha.
I. G. A. Que la convivencia es posible y necesaria entre diferentes y que por
encima de ideas hay que reconocer el sufrimiento que ha existido aquí. El
perdón descoloca a los chicos.
Preguntas sorprendentes
A. L. Me conmueve si preguntan “¿Por qué os han hecho eso?” Llama la atención
el respeto.
I. G. A. Y la pregunta “¿Por qué no el ojo por ojo?” Me preguntaron: “Si tuviera
una pistola apuntando a la cabeza del asesino de tu padre, ¿qué haría?”
Preguntas descarnadas e inocentes a la vez.
Recorrido
I. G. A. Mi padre fue secuestrado y asesinado el 23 de octubre de 1980 por una
escisión de ETA. Tras el shock inicial
pensé en el ojo por ojo. Entré en una espiral de odio. En 1984 fui a estudiar
fuera y entendí que estaba arruinando mi vida. Coincidí con Cristina Cuesta,
también victima del terrorismo, que tomó la iniciativa de trabajar por la
reconciliación, y me apunte. Hasta hoy.
A. L. En 1982 me detuvieron y fui torturada. Al año siguiente desapareció mi
hermano. Estaba en un caos total. En 2007 me impliqué en Glencree. Fui con
miedo a conocer otro tipo de víctimas y me sirvió para aceptarme tras conocer
sus vivencias.
Apoyo social
I. G. A. Recuerdo que nadie de la autoridad municipal, provincial ni del
Gobierno vasco ni del español ni de la Iglesia se acercó a mi familia a testimoniar su
solidaridad. Estuvo mi familia sola. Hubo gente que respondió y quien dejó de
saludarnos. El origen de la violencia sufrida por la familia de Asun es
distinto al de la mía. ¿Pero el sufrimiento en qué se diferencia? Me molesta
cuando alguien monopoliza el sufrimiento. Lo que no significa equiparar
situaciones. Deberíamos tener los mismos derechos.
A. L. Nosotros tuvimos apoyo social, pero no institucional ni mediático. Me
sorprendió comprobar que las víctimas de ETA no tenían todo el apoyo
institucional que pensaba Y oírlo repetir ahora me conmueve. Esa soledad que
cuenta Iñaki. No hablamos de ideas. Hablamos de lo que hemos sufrido, del dolor
intencionado. Cuando oí a un concejal socialista, escoltado durante mucho
tiempo, contar el sufrimiento que había padecido, me impresionó. Descubrí a
victimas a las que no había tenido en cuenta.
El trato de la justicia
I. G. A. No ha habido ni trato ni justicia. Mi padre fue asesinado en 1980 y
hasta 2013 nadie del poder judicial nos dijo nada. En 2013 supimos que el caso
estaba a punto de prescribir, con lo que va a quedar en la impunidad más
absoluta. Te queda la sensación de que algo ha fallado. Las víctimas
necesitamos, aunque sea simbólicamente, un juicio.
A. L. En mi caso lo pasamos muy mal y costó mucho. Pero conseguimos llevarles
a juicio. Un coronel de la
Guardia Civil , un teniente coronel, un gobernador civil y
varios guardias fueron condenados a más de 300 años de cárcel. Están todos en
la calle y eso es duro porque la justicia no se aplica igual. Pero, al menos,
hubo juicio y condena.
I. G. A. ¿Reconforta?
A. L.Reconforta mucho que se haga
justicia y los culpables tengan nombre y apellidos.
I. G. A. En nuestro caso, lo sabemos. Uno murió en Brasil, en un accidente de
tráfico; del otro, el Gobierno venezolano denegó su extradición.
Reconocimiento
I. G. A. Con las victimas del terrorismo de ETA el reconocimiento institucional
ha avanzado, aunque el primer acto del Gobierno vasco fue en 2007. Hay
instituciones del Estado que ponen trabas para reconocer a las víctimas del GAL
y no permiten que hablemos en el Parlamento con ellas. Pero ha habido un avance
y se empieza a reconocer a víctimas de abusos policiales.
A. L. Los reconocimientos en el caso de los GAL y de abusos policiales son
sobre el papel, con la excepción del caso Lasa y Zabala en el que hubo juicio.
Falta empatía.
I. G. A. Se necesita tiempo. En un coloquio en Salamanca algunos sostenían que
era propaganda filoetarra decir que en Euskadi había víctimas de controles
policiales. Hay mucho desconocimiento. Mucha miopía. Intervine hace poco en el
Ayuntamiento de Donosti. Un medio gipuzkoano dijo que a mi padre le habían
“ejecutado”, el verbo que utilizó en 1980. Son incapaces de decir “asesinado”.
Asociaciones de víctimas
A. L. Las asociaciones de víctimas no deben estar politizadas. Deben defender
a las víctimas.
I. G. A. Cuando entramos en
política perdemos la legitimidad que tenemos como víctimas. No es nuestro papel
decidir la política penitenciaria. Nos hace perder empatía y genera hastío en
la gente.
A. L. Aquí los políticos tienen su responsabilidad.
I. G. A. Nos han utilizado y, cuando la situación les ha desbordado, nos han
dejado de lado.
El futuro común
I. G. A. Contribuir con nuestra historia y dejar que los historiadores hagan la
historia con mayúsculas.
A. L. De acuerdo. Deben ser los historiadores.
I. G. A. Para alguna gente, tu y yo teníamos que estar enfrentados. Pero si
somos capaces de estar aquí charlando, ¿por qué no podemos pedir al conjunto
que haga un esfuerzo de convivencia?
A. L. Descoloca cuando nos ven juntos. Alguna vez me han dicho: “¿Qué haces tu
con esa gente?” Y yo les he contestado: “Esa gente soy yo”.
I. G. A. La mayoría de las victimas hemos educado a nuestros hijos en la
convivencia y el respeto. Mis hijas saben cómo murió su abuelo, pero crecen sin
odio.
A. L. Además, el dolor te deja descolocado, sin fuerzas. Para la venganza hay
que tener energía. Y ese dolor no lo quieres para nadie. Ni para tu enemigo. A
mis hijos les alivia verme sin odio.
La reinserción
I. G. A. Si una persona reconoce la injusticia del daño causado y pide perdón,
tiene derecho a una segunda oportunidad. Creo en la reinserción. Hace poco vi a
un ex alto cargo decir en televisión que el GAL fue un mal necesario. Esa
persona no está recuperada. Tampoco me basta que otros digan que tácticamente
no es buena la violencia. Tienen que reconocer que éticamente fue un desastre.
A. L. Tienen que decir que nunca debieron tomar ese camino.
I. G. A. Cuando se habla del derecho a la verdad hay que reconocer que las
víctimas del Estado lo tienen más difícil. El Estado tiene que reconocer que
nunca debió existir el GAL ni la tortura. Es bueno que las víctimas del
terrorismo hagamos ese reconocimiento extensivo a ellas. Pero avanzamos, y los
jóvenes crecen de mejor manera que nosotros.
Opinión:
Para los ignorantes de turno, esta
noticia debe ser muy útil. Queda clara la existencia de víctimas del terrorismo
que compartimos la misma opinión, la de la politización de asociaciones de víctimas.
La de que nadie debe comerciar con nuestra experiencia y nuestro dolor.
Es un honor mantener la relación con
Iñaki y con Asun. Buena gente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario