29 mayo 2015
Un palacete
como almacén de armas de ETA
La banda
terrorista escondía armas y explosivos en una casa solariega de Biarritz que
solía frecuentar una pareja con dos niños de corta edad
Villa Cambarre, en el centro histórico de Biarritz,
figura en algunas guías turísticas como una de las mansiones solariegas más
atractivas de la ciudad vascofrancesa. Es un caserón imponente, de tres plantas
en medio de una finca vallada con jardines y árboles de gran porte, situada en
pleno casco urbano, a solo 100
metros de un puesto de Gendarmería y muy cerca de las
bellas playas de la ciudad. Los vecinos y comerciantes de la zona están
asombrados ante el despliegue policial que rodea la mansión y no dan crédito:
Villa Cambarre era uno de los refugios que tenía ETA para esconder armas y explosivos. A
ese palacete solía acudir “con frecuencia” una pareja joven con dos niños de
unos cinco o seis años de edad, asegura gente que vive en el entorno.
Una operación conjunta de la Guardia Civil y la Policía francesa ha
permitido al parecer localizar en esta casa-zulo varias armas cortas de fuego y
material para fabricar explosivos que pertenecía a la banda terrorista. En la
actuación contra el aparato logístico de ETA ha sido detenida una mujer de
nacionalidad francesa, que al parecer es familiar de los propietarios del
chalé, por su presunta vinculación con la organización criminal, así como su
pareja sentimental, según ha informado Interior.
La intervención de los agentes policiales ha
arrancado a las seis de la mañana de este jueves, relata un vecino que a esa
hora oyó fuertes ruidos que esta persona relacionó con “detonaciones”. “Ha sido
verdaderamente impresionante y en ese momento he llamado a la policía”, explica
este vecino de Biarritz que vive enfrente de Villa Cambarre. “Tranquilo, es una
intervención policial”, le explicaron los gendarmes por teléfono. A esa hora
aún no había amanecido en Biarritz. Desde ese momento, sonido de sirenas y un
trajín constante de vehículos policiales recorre la Rue de la Poste.
Policías uniformados y de paisano, unos con la cara
cubierta, otros ocultos con un verduguillo, perros rastreadores, han tomado
esta casa señorial que perteneció a la familia Jaulerry, uno de cuyos miembros
llegó a ser alcalde de Biarritz a mediados del siglo XIX, cuentan los
lugareños.
Sus actuales moradores, la joven pareja con dos
menores, solían habitarla “de vez en cuando”, sobre todo los fines de semana,
asegura un vecino: “No se veía mucho movimiento. Nunca ha habido ningún
problema ni perturbación. Es verdaderamente impresionante”, añade sorprendido
por el despliegue que está viendo ante sí. Los jardines están bastante
descuidados y el aspecto externo del inmueble tampoco está muy atendido, sin
llegar al abandono absoluto, lo que algunas personas interpretan como la prueba
de que sus propietarios acudían a este lugar con cierta frecuencia.
Desde el exterior no hay manera de seguir el
registro de la casa. Varios coches y una gran furgoneta de la Policía francesa apenas
dejan ver las entradas y salidas de los agentes. Mientras todo esto sucede, en
Biarritz todo discurre bajo la normalidad diaria en el mercado que está muy
próximo, en la oficina de Correos que está delante de Villa Cambarre y en los
comercios ubicados en primera línea de playa. Para ocultar su arsenal, ETA
había elegido un lugar de mucho ajetreo, sobre todo en los meses de verano, y
que levanta pocas sospechas.
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