29 mayo 2015
Rosa Rodero, viuda de Josefa
Goikoetxea, muerto en atentado de ETA
Rosa Rodero quedó viuda en 1993, cuando su marido, Joseba
Goikoetxea, sargento de la
Ertzaintza , murió en atentado de ETA. Hoy tomará parte en un
acto por la paz en Euskal Herria vetado por el Congreso pero que reúne a
víctimas de distintas violencias.
«Esto se va a terminar y
tenemos que escribirlo bien, sin páginas a medias»
En conversación telefónica con GARA, Rosa Rodero
lamenta el veto del Congreso y remarca el valor de actos como el de hoy en
Madrid, especialmente fuera de las fronteras de Euskal Herria.
¿Qué sintió cuando le comunicaron
que el Congreso no permitiría celebrar el acto?
No lo entiendo. Me sentí mal, una víctima de cuarta
categoría. A mí no me dejan hablar, cuando lo voy a hacer en mi nombre, pero
otras señoras que dicen representar y hablar por otras víctimas pueden hacerlo
cuando y donde les dé la gana.
¿Observa utilización política?
Ha habido una utilización total. ¡Esto estaba
aceptado desde hace cuatro meses! En aquel momento hubo unanimidad. No entiendo
por qué ahora nos dicen esto. Tampoco que una asociación diga que se va a
sentir mal cuando nosotros solo vamos a dar nuestro testimonio y decir qué
queremos. Nada más.
.
Se da la paradoja de que el
encuentro del Congreso iba a tener lugar en la sala Ernest Lluch, muerto en
acción de ETA, e iba a contar con la presencia de Rosa, una de sus hijas...
Precisamente. Ya que Rosa iba a participar, hacerlo
en el Congreso de los Diputados, en la sala dedicada a su padre, era
importante. Era también un homenaje a Ernest Lluch, buscando que la gente
entendiese un poco la opinión de otras víctimas y no solo que viesen una
representación que no es la opinión de todas.
¿Qué cambió en los últimos cuatro
meses para que la aprobación de todos los partidos se transformase en veto?
Ha sido en una semana. Esto lo tenemos cerrado hasta
hace 15 días cuando la señora [Ángeles] Pedraza, presidenta de la AVT , dice que se siente
indignada, que se va a hacer daño a las víctimas y que si nos presentamos ahí
ellos no van a acudir el 30 de junio al Congreso. Eso porque vamos víctimas de
ETA, de los GAL y de otras cosas. Pues, irónicamente, a ver si tengo suerte y
me invitan a mí. Llevo 22 años viuda y jamás me han invitado al Congreso a
hablar.
¿Hay discriminación?
Estoy viendo que hay muchas clases de
víctimas: de primera, de cuarta y de quinta. Y yo soy de las últimas.
Les han llegado a acusar de
pretender «humillar a las víctimas». ¿Ese era el objetivo del acto de hoy?
Al contrario. En ningún momento. En todo caso,
queremos poner en conocimiento que las víctimas no somos iguales, que cada una
tenemos una forma de relacionar y de ver, que no todas tienen odio. Porque se
suele decir que las víctimas guardan mucho odio y no es cierto. El proceso que
hago es que existen unas leyes que hay que acatar, me gusten más o menos. Voy a
dar mi opinión yo, Rosa Rodero, viuda de Joseba Goikoetxea. No creo que eso
pueda hacer daño a otra víctima.
También les acusaron de «tener síndrome
de Estocolmo».
Nos han dicho muchas cosas. Yo 22 años con síndrome
de Estocolmo no llevo y este discurso lo mantengo desde entonces. Hay que ver
todas las realidades de Euskadi. Mi marido era un ertzaina, un hombre de
partido, nacionalista, que con veintitantos años estuvo en la cárcel por
pertenecer al PNV en la época franquista, que salió con el indulto por la
muerte de Franco. Si esto es tener síndrome de Estocolmo, que baje Dios y lo
vea.
También se ha puesto en cuestión la
participación de exmiembros de ETA en estos encuentros. ¿Existen problemas para
explicar todas las realidades de sufrimiento?
Es bueno saber qué pasa dentro de las cárceles y lo
que han tenido que vivir muchas veces. Porque no nos enteramos. Las familias
tienen que hacer cientos de kilómetros en un día para, muchas veces, no poder
verles. Es una parte de nuestra historia que hay que contarla. Como lo que pasó
el 3 marzo en Vitoria. Hay que ver todas las historias. Esto se va a terminar,
sí, pero no se pueden dejar páginas a medias. Tenemos que escribirlo bien.
Quizás es pronto, pero con el tiempo nuestros nietos conocerán un pais
diferente.
Ha mencionado las reticencias a
escuchar a víctimas de otras violencias. ¿Por qué tanta oposición a escuchar
esas voces?
Hay asociaciones que se dedican al apoyo a las
víctimas, pero otras nacieron y crecieron cuando el PP empezó a acordarse de
que existíamos. Hasta el año 1996 las víctimas no eran interesantes y nadie se
acordaba, y a partir de entonces empiezan a hacer política. Utilizan a las
víctimas para hacer política.
Tras las quejas públicas de la AVT , ¿alguien de la asociación
se puso en contacto con usted?
Jamás se ha puesto en contacto conmigo nadie. En su
momento, hace 20 años, cuando fue el primer juicio de mi marido, pedí a la AVT que no participase. Fueron
y el juez terminó por expulsarles del juicio. Sobre esta cuestión en concreto,
he preguntado a algunos que están en la
AVT y me han dicho que no les habían consultado. Así que no
sé quién toma las decisiones.
En el contexto actual, ¿qué papel
cree que deberían tener las víctimas?
Políticamente no tienen que intervenir. No es
nuestra labor. Se nos tiene que oír, que se conozca nuestra historia. Eso es lo
que podemos aportar y ese es nuestro papel. Sobre todo, fuera de Euskadi. El
problema lo tenemos en casa y lo tenemos que dar a conocer fuera, que es donde
nos ponen las pegas. Con los exmiembros de ETA quien va a convivir somos
nosotros. No van a vivir en Madrid. Esa es la ley, la acatamos y la respetamos.
Porque hay una cosa muy importante, que es la paz, que por fin haya paz.
Nuestro papel es que vean que no todo es política, que las víctimas somos
diferentes y que todas tenemos una historia.
¿Cree que la mención a ETA se ha
convertido en una frivolidad dentro de la política?
Hace tiempo que procuro no escuchar a nadie. Que se
utilice a las víctimas me duele, y se ha utilizado a todas, incluso a mí, y he
podido no darme cuenta. Aquí hay que solucionar las cosas. Tenemos una
legalidad que está ahí escrita. Por ejemplo, me han dicho que la ley no dice
exactamente que los presos tengan que estar cerca de su lugar de residencia.
Cierto. Pero el reglamento sí lo dice. Deben estar cerca de sus casas y creo
que es lo más normal. Lo mismo que ocurrió con la «doctrina Parot».
Opinión:
Pues bien, muy bien por lo que
explica Rosa Rodero, una nueva muestra de que hay víctimas que no estamos de
acuerdo con la supuesta representatividad que algunos y algunas se arrogan.
Estos días he tenido la
oportunidad de hablar a fondo con Rosa y me consta que compartimos el mismo
objetivo: que nadie mas sufra lo que ya tantos hemos sufrido. Y seguiremos
contra viento y marea porque, como víctimas a nivel individual, podemos decir y
pensar por libe.
Y nos consta que muchas otras víctimas
también comparten nuestra opinión.
Por cierto, un detalle: el diario
Gara habla de “atentado de ETA”. La mejor definición.
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