18 noviembre 2015 El Mundo
Radicales al
volante del autobús
A raíz de esa denuncia, la dirección de la RATP efectuó una
investigación interna y el resultado fue, en 2013, una lista de instrucciones
llamada Código de Laicidad, en la que se prohibían las prácticas discriminatorias
y la exhibición de símbolos y rituales religiosos. Un portavoz
sindical indicó ayer que el código interno no había logrado cambiar nada, pero
relativizó el alcance del problema: "Somos una gran empresa con muchos
empleados y es normal que dentro de ella se vivan algunas de las dificultades
que afectan al conjunto de la sociedad", dijo. "Quienes al parecer
vulneran el código son un grupo reducido de conductores", añadió.
La crisis interna de la
RATP comenzó en 2011, meses antes de la protesta de las
conductoras. Desde 2005, cuando los suburbios
parisinos entraron en incandescencia y la alienación de la
población musulmana se convirtió en un problema de Estado, los autobuses eran
frecuentemente apedreados y sometidos a actos de vandalismo en cuanto
circulaban por ciertas zonas de la periferia. Para tratar de resolver el
problema, la empresa decidió contratar a 1.800 nuevos
conductores procedentes de los suburbios y elegidos por su influencia en las
comunidades musulmanas.
Se les llamaba "hermanos mayores". A corto plazo, la medida fue un
éxito. Los ataques contra los autobuses se redujeron de forma súbita.
De forma simultánea, sin embargo, aumentó el integrismo musulmán en la
empresa. La presencia de los nuevos conductores provocó un cambio colectivo.
Sami Amimour, por ejemplo, se dejó crecer la barba y se afeitó el cráneo en esa
época. La familia del terrorista autoinmolado el viernes asegura que Amimour no se radicalizó en una mezquita o, como otros, en una cárcel,
sino en su puesto de trabajo. A finales de 2012, Amimour fue
interrogado por la policía, como sospechoso de preparar un viaje a Somalia para unirse a un grupo
yihadista. A raíz de ese interrogatorio, tras el que fue obligado a comparecer
mensualmente en comisaría, dejó el empleo y preparó otro viaje. Al año
siguiente estaba ya enSiria.
La actitud de los conductores integristas no afecta sólo a sus
compañeras femeninas. Exigen comida halal en las
cantinas y comen al margen de los otros trabajadores, se declaran enfermos por sistema cada viernes, para acudir a la mezquita,
e interrumpen sus rutas a la hora de las oraciones. También se niegan a
conducir vehículos cuya publicidad exterior incluya imágenes de mujeres.
El diario Le
Parisien informó en
su edición de este martes de que la
RATP es una de las empresas francesas con más empleados incluidos
en el fichero S.
El dato no es comprobable, dado que el contenido del fichero es confidencial.
Pero hace pocas semanas la empresa de metros y autobuses despidió a un agente de seguridad porque, además de estar incluido en el
fichero de potenciales yihadistas, la policía le había
considerado "persona de riesgo elevado" y le había retirado la
licencia para llevar armas.
Opinión:
Pues nada, a crear mas miedo y
mas tensión. Tendré que revisar en qué taxis me subo en Barcelona porque también
hay musulmanes que los conducen, tendré que entrar con sumo cuidado cuando vaya
al badulaque del barrio a comprar aquello que a las 11 de la noche encuentro a
faltar, deberé ir con mucho tino cuando en el metro se siente a mi lado un
señor con barba larga y tez oscura…
Para eso, ni cogeré autobuses ni
taxis ni el metro e intentaré comprar la sal a kilos para no quedarme sin ella…
y espero que el zapatero que me vaya poniendo medias suelas no se musulmán
también…
Y luego nos quejaremos de que
vaya aumentando el sentimiento de miedo, pavor, tensión, zozobra…. pero mientras
se nos va inoculando ese mismo malestar nos recomiendan hacer vida normal y que
el terrorismo no nos marque las agendas. Menos mal que eso ya lo aprendí en
1987 y estoy curado de espantos…
Ya lo dijo Labordeta: a la m….
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