21
noviembre 2015
El peligro
económico de los atentados
La semana pasada Francia era nuevamente golpeada por
el terrorismo yihadista. Durante esta semana la campaña policial contra las
redes terroristas implicadas ha copado la atención de todos los medios de
comunicación. Se han lanzado desde entonces multitud de amenazas por parte de
los asesinos. La opinión pública europea, especialmente después de los
tristemente famosos atentados en España del 11-M, reforzado posteriormente con
los atentados de Londres y ahora con el referido suceso de París, es muy
sensible a esta cuestión, aun cuando intenta recuperar la rutina.
No puede extrañarnos que se hayan suspendido actos
públicos como partidos de fútbol; además, muchos países están en niveles de
alerta máximos por posibles atentados. La dividida Europa intentará tomar
medidas de protección y combate contra los malditos asesinos; esperemos que
esta vez cunda la unidad, aun cuando en este aspecto soy escéptico. Ante los
atentados, y como baremo económico de sus efectos en el corto plazo, podemos
mirar a la evolución de las bolsas, tanto mundiales como europeas. A diferencia
de los atentados del 11-S en Nueva York, las bolsas parecen haber pasado
página; salvo algún sector como el aeronáutico o actividades ligadas al
turismo, el impacto ha sido mínimo. Pero como economista, y al igual que muchos
ciudadanos, debo preguntarme si el terrorismo puede afectar a la actividad
económica europea en una visión de largo plazo. En este sentido, me parece muy
acertada la visión de la casa de calificación crediticia americana Standard and
Poor´s, la cual comparto totalmente. Los americanos manifestaban que no prevén
ninguna rebaja de rating pues es improbable que por sí sólo afecte a las
calificaciones de los países de Europa occidental. Sin embargo en la misma nota
comenta que, aun cuando no influye en la calificación crediticia, sí puede
tener consecuencias sobre el crecimiento y y sobre la fiscalidad
Vayamos con posibles escenarios que nos permitan
visualizar mejor los efectos. Salvo que entráramos en una dinámica constante de
atentados, la actividad de los países europeos no se va a ver reducida, sin
embargo los atentados sí tendrán consecuencia económica, especialmente en el
terreno fiscal. La seguridad con el refuerzo de plantillas de los cuerpos
armados para reforzar la efectividad; la realización de importantes inversiones
tecnológicas; el coste de armas, equipos y municiones, así como logísticos,
pasarán factura en forma de un mayor gasto público. Este aumento es ya una
realidad pues el presidente de Francia, François Hollande, anunciaba este lunes
un aumento de los funcionarios con la creación de 5.000 puestos de refuerzo
para policías y gendarmes en los dos próximos años, también otros 2.500
destinados al Ministerio de Justicia y, ya por último, 1.000 más para aduanas y
encargados de fronteras. Ante estas decisiones, el déficit público de Francia,
un país que viene incumpliendo el techo del 3 por ciento reiteradamente, y que
se ha negado a implementar más recortes presupuestarios, es más que previsible
que incremente aún más la desviación. Conviene señalar que la Comisión Europea
y Alemania se han mostrado sensibles a esta cuestión y no solo no han puesto
ninguna objeción, sino que han apoyado sin fisuras la decisión francesa. Por
cierto, ese aumento del gasto francés previsiblemente puede contar con un
aliado inesperado como es el quantitative easing del BCE, en forma de un bajo
coste por intereses y mucha facilidad para lograr el dinero, si Fráncfort, como
es previsible, aumenta la cantidad de compra de títulos.
Para mí, el escenario más probable es que no haya
atentados reiterados y constantes; ¿pero qué pasaría si no fuese así y las
acciones se vuelven habituales? En este supuesto sí que tendrían un impacto
inmediato y previsiblemente dañino para la economía. En este supuesto no solo
se trataría de un mayor déficit público; la confianza de los inversores y los
consumidores se vería dañada y, por tanto, la débil actividad económica que
tenemos en Europa se quebraría. Aquí sí que no es descartable una recesión,
especialmente en los países que sufran en su territorio los zarpazos del
terrorismo. De producirse, la Comisión Europea y el propio Banco Central
tendrían que actuar con una política mucho más expansiva, especialmente a nivel
de déficit público. Esperemos que esta posibilidad no se llegue a materializar,
aun cuando en ningún momento debe desecharse. Siguiendo con este resumido
análisis, no podemos dejar de lado el tema del turismo y actividades
relacionadas como la aeronáutica. Aquí la amenaza es para todos aquellos países
con fuertes atractivos turísticos, entre los cuales, cómo no, se encuentra el
nuestro. Todos estos países deberán incrementar las medidas de seguridad, pues
en caso de haber acciones armadas, los daños pueden ser cuantiosos. Esperemos
que en España no se produzca ningún atentado que tenga al sector turístico como
objetivo como ocurrió recientemente en Túnez; las consecuencias serían
catastróficas. Precisamente nuestro sector, de peso muy importante en la
actividad global del país, está teniendo una magnífica campaña debido a los
problemas de otros competidores directos en el norte de África.
Desgraciadamente, y como los asesinos nos recuerdan, España está en el radar de
sus sanguinarias acciones. Esperemos que no se produzcan o sean abortadas por
nuestros cuerpos de seguridad.
Opinión:
Aparte de las consecuencias en vidas humanas y en los desastres que producirá en numerosas familias, es importante conocer también las consecuencias de otros tipos que un atentado puede causar.
Y el tema económico no es superficial, ni mucho
menos.
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