23 noviembre 2015
Marta Buesa,
José Goikoetxea y Pili Zabala
“Piden que no
se puede mezclar a víctimas, ¡pero si lo hemos hecho nosotros!”
Es un grupo plural y
heterogéneo, pero la química entre ellos se percibe, se siente. Les une el
dolor como víctimas y un gran deseo de vivir y convivir
Hija de Fernando Buesa,
dirigente socialista asesinado por ETA; hijo de Joseba Goikoetxea, sargento de la Ertzaintza asesinado
por ETA, y Hermana de Joxi Zabala, secuestrado y asesinado por el GAL. Todos
ellos miembros de eraikiz
Durante casi dos años, un grupo de quince víctimas
de violencias de distinto signo (ETA y CAA, GAL, abusos policiales y del
franquismo) han venido reuniéndose, conociéndose, escuchándose, aprendiendo
unas de otras. Primero se juntaron por iniciativa de la Secretaría de Paz y
Convivencia del Gobierno vasco, pero pronto el grupo tomó “vida propia”. Hasta
que, viendo que su experiencia podía resultar positiva y podían aportar sus
reflexiones a la sociedad, conformaron el grupo Eraikiz y difundieron un texto
en el que se afirma que “la convivencia es posible” y se pide la autocrítica y
la deslegitimación de la violencia: “Tenemos que oír a nuestros representantes
decir al unísono que matar estuvo mal”. DEIA ha reunido a tres representantes
de este grupo plural de víctimas, que rompe tópicos y que, pese a su inmenso
dolor, genera alegría, empatía y buenas vibraciones. Paz.
La iniciativa Eraikiz sorprende, tanto por la
pluralidad del grupo como por el contenido del documento.
-PILI ZABALA:
Yo creo que en la vida diaria, en muchas personas, ese documento Eraikiz se
vive. Se practica, se lleva a cabo. No con esas palabras, porque en el día a
día tienes muchos vecinos, compañeros de trabajo que igual han tenido otras
vivencias. Al comienzo era muy importante para mí conocer a otras personas y
otras vivencias, porque hasta ahora no lo había vivido. En las primeras
reuniones, lo que trabajábamos era algo que nos beneficiaba a nosotros
personalmente pero luego nos dimos cuenta que si a nosotros nos había aportado
ese beneficio, esa onura,
ese aspecto positivo había que divulgarlo.
-MARTA BUESA: Y que si para nosotros había sido una
ayuda grande por qué no lo iba a ser para otras víctimas, otras personas. Por
qué no íbamos a poner nuestro granito de arena para la convivencia.
-JOSÉ
GOIKOETXEA: Nos dimos
cuenta de que la imagen que se daba de las víctimas no era la que teníamos allí
y pensamos qué podíamos hacer para que cambiara. Muchos decíamos: se está
hablando mucho de las víctimas pero no tiene nada que ver con lo que nosotros
vivimos, y creemos que no somos solo nosotros.
El texto tiene varias ideas fuerza. La columna
vertebral es la apuesta de que “la convivencia es posible”.
-M. B.: Sí, dice que somos el ejemplo de que se
puede llegar a convivir, siendo tan plurales, tan diversas, teniendo
experiencias súper dolorosas, de distintas procedencias, al final estamos todos
en lo mismo, nos tratamos con muchísimo respeto, con mucho cariño. Eso tiene
mucha fuerza, ha surgido un vínculo muy importante.
-P. Z.: Ese
núcleo, ese nexo de unión, si nosotros lo divulgamos, puede servir para hacer
reflexionar a otras personas que hasta ahora se pensaban que yo con esta
persona nunca podré llegar a nada porque nos separan muchas cosas y es mirar
desde otro prisma, acercarse a una persona porque te pueden unir también otras
cosas. Está claro que no tenemos por qué pensar igual pero eso no significa que
no nos tengamos ni que hablar o que no podamos convivir.
-J. G.: Hemos visto que ha habido muchas cosas que
se han visto afectadas por esa imagen que se tiene de las víctimas, algunos
dicen que no se pueden juntar a víctimas de uno y otro tipo. ¿Y por qué no? ¡Si
lo hemos hecho nosotros! Igual compartimos muchas más cosas de las que nos
separan.
-M. B.: En
el documento también se habla de romper prejuicios, de tirar abajo estereotipos.
¿Son un ejemplo de convivencia?
-P. Z.: Para mí es muy importante ser un ser humano
libre. Todos somos libres. Independientemente de las circunstancias. Nuestra
vida no es solamente esto que nos ha pasado. José ha hecho hincapié en eso:
queremos dar imagen de persona, no solo de víctima: somos personas, tenemos
muchos proyectos en la vida, nos ha sucedido esto pero somos capaces de
convivir con otras personas que han tenido otras vivencias, en este caso de
violencia de otro signo, pero somos capaces, nos reconocemos como si fuéramos
un espejo. A veces tienes una sensación que es casi mágica. Yo de ellos solo
tenía referencias de prensa, y les conoces en persona y te das cuenta que
muchas veces tienes muchas más cosas en común con ellos que con otros con los
que se presupone que las tendrías que tener.
-J. G.: Yo soy muy simple. Seguramente será una de
las cosas que más me importan de todo esto. La imagen que se da de las víctimas
es algo que me afecta mucho. Yo soy una persona muy alegre y me gusta que me traten
de tú. Contamos nuestra experiencia para ayudar a los demás. A veces parece que
se nos trata como en una burbuja, y eso no me gusta. La sociedad se va a
acercar más a nosotros si nos ven como uno más.
-P. Z.: Yo, desgraciadamente, he estado acostumbrada
a que te traten mal. A nosotros nos han tratado muy mal. Entonces, cuando ves
que alguien te trata no con solemnidad, porque no pido ningún privilegio, solo
quiero que me traten como una persona normal.
-M. B.: Quizá esto también sea una oportunidad para
acercar una realidad que se desconoce. Cuando fuimos al Parlamento te das
cuenta que había gente que nunca se habían acercado a la realidad de
determinadas víctimas. Y hay otros que han ignorado deliberadamente. Entonces,
cuando nos ven en el mismo sitio, que hablamos el mismo lenguaje, que todas las
víctimas somos iguales, buscamos también despertar ciertas conciencias, que
haya una reflexión.
El documento hace una apelación a la deslegitimación
de la violencia, la famosa frase de “matar está mal hoy y también estuvo mal
ayer”.
-M. B.: Aquí falta una unidad a nivel político que
lance un mensaje deslegitimador, nítido y claro, del terrorismo y de la
violencia. Cualquiera que lea el documento sabe de qué estamos hablando.
Hablamos de terrorismo y de la violencia de diverso signo, y aquí estamos
víctimas de ETA, del GAL, de abusos policiales, del franquismo... Ese mensaje
sí que existe respecto a algún tipo de violencia, pero no de otro y es
necesario que se dé.
-P. Z.: Hay una frase muy bonita de un sociólogo,
Eduardo Jiménez, que es “Necesitamos oír actitudes de rectitud democrática”. Es
eso. Esa actitud nítida y clara por parte de todos de que no se puede matar
pero tampoco se puede torturar, ni excederse uno en sus funciones, abarca todo.
-M. B.: Hay una apelación general a los políticos, y
luego cada uno se deberá sentir interpelado en lo que a cada uno le
corresponde. Porque hay una frase también que dice que ninguna violencia se
justifica ni siquiera como respuesta a la mayor de las injusticias previamente
sufrida. En ningún caso es aceptable, nunca. Y aquí hemos tenido un lenguaje
ambivalente, esa excusa, que parece que ha justificado o legitimado la
violencia.
También piden autocrítica, a los políticos y a la
sociedad.
-M. B.: Hablamos de los políticos pero primero está
la persona. Apelamos al lado humano de la persona. Tendrá que haber una
reflexión previa personal que haga autocrítica que esté convencido de lo que
dice para que el mensaje sea auténtico. Y una vez hecho, si es un político,
pues podrá lanzar un mensaje colectivo. En la sociedad, lo mismo. Reflexión y
luego, lo que el impulso le dé a cada uno.
-P. Z.: Para mí es muy importante humanizar. Durante
tanto tiempo se ha deshumanizado, nos hemos deshumanizado.
-J. G.: Estamos rompiendo tópicos. La pluralidad de
este grupo rompe tópicos como el de que el ciudadano piensa que todas las
víctimas pensamos igual, etc. Y no es así. Todos esos tópicos, con iniciativas
como estas y otras más que seguro surgirán, van a ir disipándose y llegaremos a
ese grado de convivencia que queremos.
-P. Z.: Hablar del dolor cuesta. No sabemos cómo
dirigirnos a la persona que sufre. Pero es cierto que también tenemos que
hablar de esa parte de nuestra vida que no es tan bonita. Conviene empezar a
hablar, la sociedad también ha callado mucho.
-M. B.: Hemos vivido en una situación anormal como
si fuera normal. Lo hemos cotidianizado de tal manera que no sabemos distinguir
lo que está bien de lo que está mal. Esto puede ayudar a quitarse ese letargo,
despertar esa conciencia. Y tenemos que aprender a escuchar historias
dolorosas, de sufrimiento, y también tenemos que dar la oportunidad de que esas
historias sean escuchadas. Si estamos hablando de construir una convivencia
sana, fuerte y sólida, esto que forma parte de nuestra vida y de nuestra
memoria lo tenemos que conocer, por muy doloroso que sea. El dolor hay que
sacarlo, digerirlo y reflexionar mucho sobre él, que salga, liberarnos de ese
miedo a hablar, de esos prejuicios y estereotipos.
-P. Z.: Eraikiz ha sido también un poco como un
proceso de sanación. Sobre todo, te ayuda mucho el escuchar. Tú también tienes
que soltar, contar, pero te ayuda mucho oír. Escuchando este tipo de vivencias,
que ha habido muchas, seguro que muchos pensamientos pueden cambiar.
Entre las demandas a políticos, les piden diálogo y
reactivar la Ponencia
de Paz. Poco después, Arantza Quiroga, entonces líder del PP vasco, presentó
una iniciativa en ese sentido que le costó el puesto. ¿Fue casual o Eraikiz
tuvo algo que ver?
-P. Z.: Ella, por lo que parece, veía que el PP se
tenía que transformar, pasar, como ella decía, de la resistencia a la acción
porque forman parte de la sociedad. En esta sociedad estamos todos y entre
todos la tenemos que construir. Posiblemente, lo nuestro fue la gota que colmó
el vaso. No creo que nuestra presentación le encendiera la bombilla a Arantza
Quiroga.
-M. B.: Quizá coincidió en el tiempo y fue como el
detonante, el enganche.
-J. G.: Puede ser eso, porque de la
noche a la mañana no va a hacer lo que hizo. Igual nuestra iniciativa le animó
a decir: este es el momento.
-M. B.: No lo podemos saber, pero fue una iniciativa
buena.
-P. Z.: A mí me pareció importante. Yo creo que ella
ya mostraba una sensibilidad y que quería hacer algo.
La iniciativa generó esperanza.
-J. G.: En nosotros, sí.
-M. B.: En el grupo fue bien acogida. Fue como
decir: mira qué bien, algo se está moviendo.
-P. Z.: Algo está cambiando, para bien además.
Parece.
¿El empecinamiento en la palabra condena es un
escollo?
-P. Z.: Condena, rechazo... para mí
lo importante es lo que se hace después. Llevar a cabo esa palabra.
Interiorizarla y llevarla a cabo.
-M. B.: Lo que se pide es que haya un mensaje nítido
y claro que deslegitime el terrorismo y la violencia. A mi personalmente, como
víctima, me da igual el término, mientras el mensaje sea claro. Las palabras
exactas no importan tanto. En este caso, se trataba de posibilitar una
acercamiento y una posibilidad de acuerdo.
-J. G.: Nos enrocamos en el pasado. Son cosas que
realmente a las personas que no sean políticos les parecerían mucho más
sencillas. Yo soy una víctima directa del terrorismo y a mí no me importa cómo
se condene, pero que se haga. La palabra condena, rechazo, etc. simplemente es
decir: estoy en contra de la violencia y voy a decir que toda la violencia del
pasado estuvo mal. Y si tú lo dejas claro de cara a la sociedad, me da igual
cómo se exprese. Lo importante es que la gente en su casa diga: mira, ya están
diciendo que no estuvo bien. Por todas partes, en todos los ámbitos y todos los
tipos de violencia que ha habido.
-M. B.: Es eso, las palabras importan poco si el
mensaje es claro. Ha habido asesinos de ETA que han dicho que estuvo mal, no
tenía que haber pasado nunca, hemos hecho un sufrimiento enorme innecesario. Si
ellos mismos lo dicen... no es tan complicado.
-P. Z.: Yo siempre digo que yo he sufrido desde 1983
que desaparece mi hermano. Yo veía que existía un enfrentamiento, no solo
político, en la sociedad. Y había una serie de violencias que eran aceptables y
que no se investigaban. Me ha tocado vivirlo. Yo quiero que esa frase, el
rechazo a toda violencia y terrorismo, sea nítida por parte de todos.
-J. G.: Queremos lo mismo. Y yo quiero además que a
Pili, que conozco su historia perfectamente, se le reconozca el daño. La propia
sociedad se da cuenta de que ciertos comportamientos han estado mal. Gran parte
de la sociedad ya ha hecho autocrítica.
-P. Z.: Lo duro es reconocer un comportamiento
humano incorrecto cuando es alguien que tú quieres. Eso es muy duro, pero hay
que dar el paso. Los comportamientos que no son correctos se tienen que
rechazar. Eso la sociedad ya lo ve. Lo que dice Marta: lo extraño, lo anormal,
lo hicimos cotidiano. Y eso es lo que no puede ser.
-M. B.: También hay un liderazgo, y la conducta de
un líder es fundamental. Y el mensaje es importante. Porque hasta ahora ese
mensaje es el que les ha guiado.
Hablemos del futuro de Eraikiz. ¿Qué nuevos pasos va
a dar?
-M. B.: De momento somos un grupo de quince personas
y la idea es seguir reuniéndonos los quince para seguir trabajando en cómo
difundir el documento, en cómo trasladarlo a toda la sociedad. Y estamos
recogiendo apoyos que nos llegan.
-J. G.: Somos un grupo, no una asociación. Veremos
qué hacemos.
-P. Z.: Somos un grupo de personas que hemos tenido
la fortuna y la oportunidad de juntarnos y conocernos.
Opinión:
Pues parece que somos muchas más
las víctimas del terrorismo que compartimos objetivos. Por encima de
personalismos, de asociaciones, de siglas políticas y de la ignorancia de
ciertos personajes que se aprovechan arteramente de nuestra experiencia, ya están
apareciendo más víctimas con el único deseo de trabajar para conseguir que
nadie mas pase por lo mismo que ya hemos pasado otros.
Y esa labor es muy complicada
cuando existen pruebas concluyentes de la existencia de otras víctimas (o ni
siquiera eso) que abogan por otras soluciones mucho mas acordes a
planteamientos no consensuados y ni tan siquiera consultados.
Sinceramente, cuando un buen
amigo vasco me ha enviado esta noticia me ha servido para alegrarme el día.
Pero también advierto a quien quiera
escuchar: cuidado con aquell@s que van por ahí acudiendo a un montón de actos y
sonriendo pero que al darse la vuelta sueltan estupideces y lo que son hipócritas
sonrisas se transforman en insultos y odio en sus “petits comites”.
Lo advierto porque lo he vivido
muy directamente. En el mundo de “las” víctimas del terrorismo hay excelentes
personas pero también grandes traidores que venden a cualquiera por un pin en
la solapa. Seguramente, hoy mas de un@ está pensando que muy pronto se
descubrirán sus mentiras.
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