25 noviembre 2015
Por qué no se pueden dejar pasar las mentiras del 11M
La línea de eldiario.es es amplia, pero en ella no
caben mentiras tan burdas como las de la conspiración del 11-M. La libertad de
expresión en el periodismo tiene límites muy obvios: los hechos y el respeto a
la verdad.
“Han pasado once años y ocho meses”, dice Pilar Manjón, que lleva la cuenta exacta. Once años y ocho meses desde que
el terrorismo yihadista asesinó a su hijo en uno de los trenes del 11M. Once
años y ocho meses, y Pilar aún tiene que aguantar los insultos, las amenazas,
los desprecios, las mentiras… El veneno con el que los conspiradores del 11M
intoxicaron a una parte de la sociedad. Unas mentiras que aún hoy siguen
provocando dolor en las víctimas sin que el Gobierno las respalde, sin que la Fiscalía actúe.
Lean completa la entrevista que ayer publicamos con Pilar Manjón. Lean, y tal vez entenderán por
qué en el diario.es decidimos retirar una entrevista con
un cineasta francés, autor de un documental sobre el 11-M donde culpa del
atentado a “los ejércitos secretos de la OTAN ” con las mismas pruebas –ninguna– con la que
antes los conspiradores culparon a ETA, al PSOE, a la Policía Nacional
o a los servicios secretos.
Cuestionar una sentencia judicial es tan legítimo
como, en ocasiones, necesario. Pero las afirmaciones extraordinarias requieren
pruebas extraordinarias, y en la teoría de la conspiración ni las hubo ni las
hay. Los supuestos agujeros negros del 11M están más que desmontados por las
sentencias judiciales. La tarjeta de la Cooperativa Mondragón era una cinta de la orquesta Mondragón. El ácido bórico etarra para esconder explosivos era un desodorante para los pies y un insecticida contra las cucarachas. Los “pelanas de Lavapiés” –el grupo islamista autor de la masacre y que se
suicidó en Leganés cuando fue acorralado por los GEO– no solo no estaban "congelados" sino que realizaron varias llamadas telefónicas para despedirse de sus familiares antes de volarse por los aires. La justicia ha dado recientemente la razón a las testigos que identificaron al terrorista islamista Jamal Zougam en los trenes –y a las que El Mundo llegó a ofrecer una mejora en el trabajo si exculpaban a Zougam–. Y
así con todo lo demás.
Lo que sí está más que acreditado son las mentiras
de la conspiración. Hay pruebas más que de sobra para acusar de ellas al diario
El Mundo y a su entonces director. En septiembre de 2006, Pedro J. Ramírez dedicó tres portadas consecutivas, las tres a cinco columnas, para exculpar a
uno de los autores del atentado: el minero que vendió los explosivos a la
célula islamista, Antonio Trashorras. El Mundo presentaba a este hoy condenado
a 34.715 años de cárcel como "la víctima de un golpe de Estado". La entrevista en tres portadas se entendió
mucho mejor poco después, cuando El País publicó una conversación desde la
cárcel donde Trashorras explicaba a sus padres que "mientras "l Mundo pague, yo les cuento la Guerra Civil". Y quedó completamente
en evidencia hace pocos años, en una entrevista en El Confidencial donde Trashorrs pedía perdón a las víctimas y admitía que mintió.
También está bastante acreditada la conspiración del
Gobierno de José María Aznar durante aquellos días de marzo. “Si es ETA
ganamos, si son los islamistas perdemos”, le dijeron a Aznar sus asesores, y el Gobierno se esmeró en mentir a los españoles y ocultar información.
El mismísimo jefe del CNI nombrado por el PP, Jorge dezcállar, confesó recientemente en sus memorias cómo el Gobierno ignoró los informes
del servicio de inteligencia español, que apuntaron desde el primer momento al
yihadismo, e “intentó mantener la duda de ETA hasta las elecciones”. Dezcallar
también revela que el CNI se enteró por la televisión de las primeras
detenciones porque el Gobierno nunca les informó. El máximo responsable del
servicio de inteligencia español fue manipulado por el PP por puro interés electoral.
Imaginen que en Francia, tras los últimos atentados, hubiese pasado algo
igual.
Los autores intelectuales de la mayor manipulación
de la historia del periodismo español tienen nombres y apellidos: Pedro J.
Ramírez y Federico Jiménez Losantos. No actuaron solos: contaron con el apoyo
logístico del Partido Popular.El PP no solo financió el periódico digital de Losantos con dinero de la caja B del partido. También presentó cientos de preguntas parlamentarias en el Congreso para respaldar la conspiración. Al frente de aquel PP de los agujeros negros no solo estaban Eduardo Zaplana y
Ángel Acebes, hoy fuera de la política. Su jefe se llamaba Mariano Rajoy, un
político que alentó la teoría de la conspiración, que ignoró a las víctimas que no eran de
su cuerda y que jamás ha pedido perdón.
Tampoco se han disculpado Jiménez Losantos y Pedro
J. Ramírez, a pesar de las sucesivas sentencias (incluyendo condenas contra ellos dos). Al contrario: once años y ocho meses después, aún continúan con la teoría de la
conspiración y ambos han acusado a eldiario.es de censura por retirar esa
entrevista que nos coló en nuestro servidor por error uno de nuestros medios
asociados y que jamás se debió de publicar. El policindenado por injurias y calumnias Jiménez Losantos incluso nos tacha de golpistas; sin rubor. Se enteraron de que habíamos quitado
la entrevista porque nosotros mismos lo contamos; porque en eldiario.es tenemos la
costumbre de pedir disculpas a los lectores cuando nos equivocamos y explicar
la causa y los detalles del error.
Para leer y escuchar mentiras sobre el peor atentado
de la historia de España ya hay medios de comunicación más que de sobra.
Demasiados, como sufre Pilar Manjón. InclusoEl Mundo aún hoy sigue publicando columnas donde impunemente acusa a la Policía y al CNI de
manipular pruebas del 11-M. La
Fiscalía no dijo nada; estaría muy ocupada rastreando algún
tuit.
La línea de eldiario.es es
amplia, pero en ella no caben mentiras tan burdas como las de la conspiración
del 11-M. No porque en este periódico no haya espacio para puntos de vista
distintos con los que discrepar; al contrario, en numerosas ocasiones he
defendido frente algunos socios y lectores la pluralidad. Sino porque la
libertad de expresión en el periodismo tiene límites muy obvios: los hechos y
el respeto a la verdad.
Opinión:
La información publicada por
eldiario.es es absolutamente ajustada a la realidad e
incluso se queda corta. Los días compartidos en la Sala de la Casa de Campo durante la celebración
del juicio sufriendo las estupideces de algún autodenominado
"especialista" daría material para una enciclopedia y habría que
explicarles que cuando una sentencia adquiere firmeza ya no es momento de
quejas ni de presentar dudas. Para eso hay un tiempo mas que suficiente y si
hay quien cree tener pruebas o datos ya tuvo un plazo muy amplio para
presentarlas o hacerlas publicas. Esta situación me recuerda a aquellas
declaraciones de ciertos individuos que se dedicaron a lanzar sospechas en
contra de otras victimas o de otros periodistas, sospechas "basadas"
en suposiciones, en "chismes de salón" o en simplemente veleidades de
protagonismo personal. En 28 años de experiencia también he podido escuchar
comentarios que podrían dejar a mas de un@ en el mas absoluto de los ridículos
pero sin tener las pruebas concluyentes y definitivas jamás me he atrevido a
hacerlas publicas. Otra cosa será que en el futuro las pruebas se vayan
convirtiendo en realidades.
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