18 diciembre 2022
El espía marroquí que supervisó la trama de corrupción en la Eurocámara operó en Cataluña hace 10 años
Belahrech también tuteló en Barcelona a Noureddin Ziani, expulsado de España por el CNI en 2013. Sus esposas montaron una agencia de viajes tapadera en Mataró
El agente de la inteligencia marroquí que supervisó, a partir de 2019, la presunta trama de corrupción en el Parlamento Europeo en favor de Marruecos se llama Mohamed Belahrech. Es un viejo conocido del Centro Nacional de Inteligencia español (CNI) y de la Dirección General de la Seguridad Interior (DGSI), el contra espionaje francés, según fuentes al tanto de la investigación desarrollada por la Justicia belga. Operó en ambos países en la década pasada, primero en Barcelona y después en el aeropuerto parisino de Orly. El diario marroquí Le Desk, uno de los pocos medios marroquíes que informa de este escándalo, le describió este fin de semana como un "pez gordo" del espionaje.
La investigación en curso en Bruselas no parte de la Fiscalía Federal belga, que solo tomó las riendas el 12 de julio pasado, sino de un soplo que recibió la Seguridad del Estado, como se denomina el servicio secreto belga. El ministro de la Justicia belga, Vicent Van Quickenborne, reveló el miércoles pasado que la Seguridad del Estado había trabajado en este asunto "con socios extranjeros" a los que no nombró.
Otras fuentes indican que esas agencias de inteligencia extranjeras que colaboraron con los belgas fueron las de Italia, Polonia, Grecia, Francia y España. Estas dos últimas aportaron a la investigación, entre otros elementos, su conocimiento de Mohamed Belahrech, agente de la Dirección General de Estudios y Documentación (DGED), el servicio secreto exterior de Marruecos. El diario económico milanés Il Sole 24 Ore sostuvo incluso que "la alarma pudo partir" del CNI. La DGED es la única de las agencias de inteligencia marroquíes que depende directamente del palacio real. La dirige desde 2005 Yassine Mansouri, de 60 años, amigo de infancia del rey Mohamed VI, con el que estudió en el colegio real. Con anterioridad fue director de asuntos internos en el Ministerio del Interior marroquí y después presidió la agencia de prensa oficial, Maghreb Arabe Presse.
La trama de corrupción instigada por Marruecos estaba presuntamente encabezada, del lado europeo, por el socialista italiano Pier Antonio Panzeri, que durante años ostentó la presidencia de las subcomisiones del Magreb y de los derechos humanos en el Parlamento Europeo. Su interlocutor era Abderrahim Atmoun, embajador marroquí en Polonia y, a partir de 2016, diputado de un partido oficialista marroquí, pero en 2019 el agente Mohamed Belahrech tomó el relevo del diplomático.
Fue él el que organizó las visitas ese año y en 2021 a Rabat de Panzeri y del socialista italiano Andrea Cozzolino, que le sustituyó al frente de la subcomisión Magreb. En la capital marroquí se reunieron con responsables de la DGED, entre ellos Mansouri, su máximo jefe, según se desprende de los detalles de la investigación policial belga filtrados por la prensa. Cozzolino no está, por ahora, imputado. En 2013, Naima Lamalmi, la mujer del agente Mohamed Belahrech, abrió en Mataró (Barcelona) la agencia de viajes Aya Travel, junto con otras dos socias, Atiqa Bouhouria, esposa del espía Noureddin Ziani —expulsado de España a petición del CNI en mayo de 2013— y Naziha El Montaser, casada con Abdallah Boussouf, secretario general del Consejo de la Comunidad Marroquí en el Extranjero (CCME), un órgano de control de la inmigración. Los tres maridos de estas mujeres fundaron, a su vez, otra agencia de viajes, Elysée Travels, pero en Rabat. El diario El Mundo, que dio la noticia en junio de 2019, se basó en la denuncia puesta en el juzgado de Igualada (Barcelona) por Mimon Jalich, el marroquí que se hizo cargo de la Unión de Centros Culturales Islámicos de Cataluña (UCCIC), que encabezaba Ziani, cuando este fue expulsado. La UCCIC desarrolló una estrecha relación con el nacionalismo convergente, hasta el punto de instalar sus oficinas en la sede de la fundación Nous Catalans, que presidía Artur Mas.
Mimon Jalich descubrió irregularidades en las cuentas de la asociación y tuvo la sospecha de que las agencias de viaje servían de tapadera para desviar fondos e incluso para que sus dueños se enriquecieran irregularmente. Retiró, sin embargo, su denuncia a los pocos meses, después de un viaje a Rabat en el que se entrevistó con Mohamed Belahrech que le reprochó, entre otras cosas, "trabajar para el CNI", según El Mundo. Abdallah Boussouf demandó, por su parte, al diario madrileño al tiempo que desmentía la malversación de fondos. El espía Ziani, que se incorporó al regresar a Marruecos al Ministerio de Asuntos Islámicos, concedió una entrevista al semanario francés Jeune Afrique en la que reconoce que ellos son los dueños de las dos agencias de viaje, pero niega cualquier desvío de dinero. "Nos convertimos en asociados y nuestras esposas también", declaró. El paso por Francia de Mohamed Belahrech, justo después de su incursión en Barcelona, reviste mucha más gravedad. Allí consiguió reclutar, a través de un franco-marroquí que dirigía una empresa de seguridad en el aeropuerto parisino de Orly, a un policía francés destinado en la dirección de la policía de fronteras (PAF). Este le entregó a Belahrech hasta 200 fichas de individuos sospechosos de radicalización islamista con los datos personales, sus amistades, sus movimientos, etcétera.
A cambio, el policía y su esposa gozaron de vacaciones, con todos los gastos pagados, en Marruecos y en Angola y de una transferencia a su cuenta corriente de 17.000 euros que no pudieron justificar. Detenidos en 2016, fueron juzgados por corrupción, violación del secreto profesional, etcétera. La policía francesa no logró echar el guante a Mohamed Belaahrech que, cuando viajaba a Francia, declaraba una dirección en Alsacia en la que nunca estuvo. La Justicia francesa lanzó en 2016 una orden de detención contra él por "corrupción activa". Eso no le ha impedido seguir dedicándose al espionaje.
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