19 febrero 2021
Lamentos y penas
Vicente Garrido
“Lamento lo ocurrido”, dijeron los dos acusados de facilitar los atentados de Barcelona y Cambrills en nombre de la yihad del ISIS, en espera de que el tribunal, además de considerar sus razones para explicar por qué estaban ayudando al comando homicida, comprenda que ese atentado ya no está en su horizonte vital, que todo aquello fue fruto de unos años de ingenuidad y desvarío. Mira por donde, sí que me puedo creer que ahora lo sientan. El califato del ISIS como amenaza global ya pertenece al recuerdo, aunque todavía de vez en cuando sus acólitos nos recuerdan que no están todos muertos o en la cárcel, y sigan en la lucha. Ya lo dijo Barnum: no pasa un minuto sin que nazca un tonto en el mundo.
El ISIS en sus años de esplendor organizó la campaña de publicidad de su causa y del terror mejor que se recuerde. Con un inmenso presupuesto nacido de sus expolios, subvenciones y donaciones de seguidores, creo unos estudios de filmación que más de una productora independiente soñaría tener. Su modelo fue Hollywood y los videojuegos. Servir a la yihad podía ser algo excitante y heroico, y su llamada algo irresistible para muchos jóvenes desorientados, perdidos o con afán de gloria y aventura. Si se contaba, además, con alguien cercano y revestido de autoridad por la comunidad musulmana que acercara las ideas de la lucha por el islam a esos jóvenes, el efecto se multiplicaba. Pero ha pasado el tiempo. Me imagino a estos dos jóvenes mirando hacia atrás y pensando «por qué me metería yo en todo esto», y sintiendo los largos años de cárcel que les espera por delante. Cuando los días se suceden entre rejas y ya pocos hablan del ISIS en este mundo sacudido por la pandemia y la incertidumbre política es más fácil ver aquello como un mal sueño.
No obstante, puedo estar equivocado, y quizás todavía se aferren a la idea delirante de que aquello fue un acto de entrega a una guerra santa y que sus palabras de dolor hacia lo sucedido sean solo una estrategia para arañar tiempo a la condena. Pero entre tanto nosotros, muy puros y demócratas, nos rasgamos las vestiduras porque un sujeto que explica en sus canciones que hay que volar la cabeza a la gente y que, además, ya cuenta con otras causas pendientes que prueban su natural furioso, va a pasar unos meses en la cárcel. Un vídeo donde se anima a cortar cabezas de infieles; una canción donde se anima a matar a quien por razones ideológicas. Dos expresiones artísticas, dos peticiones de matar más. ¿Hay que defender al rapero? Vale, pues permitan esos vídeos yihadistas. Quisiera saber por qué hay que salir a la calle a defender a este señor, cuál es su beneficio a este mundo cuando se dedica a pedir que se asesine.
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