18 octubre 2022 (16.10.22)
La generación vasca que creció sin ETA
11 años del cese definitivo de la violencia
Una parte de la sociedad vasca apenas guarda vagos recuerdos de la violencia en Euskadi y existen esfuerzos para incorporarles al debate sobre la memoria
El próximo día 20 se cumplen 11 años desde que la banda anunciase el fin del terrorismo
Una brecha generacional divide a la sociedad vasca entre quienes vivieron de manera cotidiana la Euskadi marcada por la violencia de ETA y quienes apenas guardan vagos recuerdos. El anhelo de una sociedad vasca en paz, de una juventud que pudiera crecer sin el azote del terrorismo, se ha cumplido, y emerge ahora la cuestión de la memoria, con especial inquietud en lo que se refiere a los menores de 25 años. En algunos casos, el anuncio del cese definitivo de la violencia, del que este jueves se cumplen 11 años, es el recuerdo más nítido que guardan sobre una historia reciente que, pese a todo, despierta su interés.
En los últimos años se han publicado diferentes informes con respecto al grado de conocimiento de la juventud en torno a la violencia en el País Vasco. Entre los que han tomado como muestra estrictamente a la juventud vasca, el más completo lo realizó el Instituto Pedro Arrupe de la Universidad de Deusto, por encargo del Gobierno vasco. En el estudio, elaborado entre un millar de universitarios vascos, casi el 60% consideraba tener un conocimiento “medio o alto” sobre “el terrorismo y las vulneraciones de los derechos humanos en Euskadi” y un porcentaje similar decía haber participado en el último año en alguna actividad relacionada con la paz y la convivencia. En paralelo, sin embargo, poco más de la mitad de los encuestados identificaron correctamente el atentado de Hipercor (el 50%), el asesinato de Miguel Ángel Blanco (53%) o el caso ‘Lasa y Zabala’ (54%). La encuesta dejaba, por tanto, luces y sombras.
José Antonio Rodríguez Ranz, viceconsejero de Derechos Humanos, Memoria y Cooperación del Gobierno vasco, considera que, más allá del conocimiento sobre hitos concretos, se debe poner el foco en el trabajo que se está desarrollando por “incorporar a las nuevas generaciones al debate sobre la memoria y la convivencia”. Subraya la importancia del programa Adi-adian, que lleva a las aulas el testimonio de las víctimas. Desde 2014 han participado 27.700 estudiantes de ESO y Bachillerato en 230 centros educativos. También ha llegado a la universidad.
“Estamos hablando de un programa que supone una experiencia absolutamente transformadora. El módulo va acompañado de una lectura más amplia sobre la historia de ETA, pero sabemos que los hechos se contextualizan mejor cuando van acompañados de testimonios. En este caso, la experiencia de las víctimas del terrorismo de ETA y también de otro tipo de vulneraciones es el mejor instrumento para deslegitimar la violencia”, indica.
Iñaki García Arrizabalaga es hijo de Juan Manuel García Cordero, delegado de Telefónica en Gipuzkoa asesinado en 1980 por los Comandos Autónomos Anticapitalistas. Participa activamente tanto en el módulo Adi-adian como en Eskutik, el programa homólogo desarrollado en Navarra. Coincide plenamente en su visión positiva sobre el potencial de este módulo educativo: “Efectivamente, es transformador y es de lo mejor que ha habido en nuestro sistema educativo en los últimos años. Los chavales así te lo dicen. La atención, el respeto, el interés y la empatía con la que se acercan es de alabanza. Se quedan descolocados cuando ven que alguien cuyo familiar ha sido asesinado no reacciona con un deseo de venganza. Cuando comenzamos había muchas suspicacias y temores, pero los hechos se han impuesto. Además, se ha conseguido reunir a víctimas muy plurales en lo político, pero muy homogéneas en su manera de reaccionar ante el dolor”.
Profesor de Economía en la Universidad de Deusto, García Arrizabalaga se muestra menos optimista con respecto al grado de conocimiento que los jóvenes tienen en torno al fenómeno del terrorismo: “En estas charlas me he encontrado con que el conocimiento es muy bajo. En algunos casos mínimo, con un desconocimiento total para cuantificar, por ejemplo, el número de víctimas que pudieron causar ETA o el GAL. En otros casos se piensan que hubo división entre barrios, como en Irlanda del Norte, o que hubo una especie de guerra civil", indica.
También aprecia claroscuros en torno a la deslegitimación de la violencia: “Los oscuros son menos oscuros que hace unos años, pero hay mucho que hacer. En enero se publicará un estudio que hemos elaborado diferentes profesionales de la Universidad de Deusto tras encuestar a 1.066 universitarios vascos. La deslegitimación de ETA avanza con respecto a estudios previos con una metodología similar; sin embargo, vemos que los jóvenes de 18-19 años son más tibios a la hora de deslegitimar la violencia en comparación con quienes están acabando la carrera. Esa especial tibieza la apreciamos en mayor medida entre los universitarios que proceden de núcleos de población más pequeños y entre quienes responden que se sienten solo vascos. Es decir, hay un perfil de gente muy joven, especialmente en la Euskadi profunda, que se muestra más tibia. Avanzamos, pero hay un núcleo al que tenemos que lograr llegar”.
La presidenta del Consejo de la Juventud de Euskadi, Maialen Olabe, considera que los jóvenes tienen un conocimiento “generalmente muy básico” sobre el pasado reciente en el País Vasco. “Conocen algunas fechas o algunos nombres, pero muchas veces son datos confusos y difusos, sin contextualizar adecuadamente”, indica. Desde su punto de vista, en ocasiones perciben que se trata además de un tema “tabú, del pasado”. “Sin embargo, en el presente son conscientes de que no es algo tan lejano”, explica.
Olabe señala el programa Adi-adian entre las fuentes que han favorecido un mayor conocimiento en parte de la juventud; también menciona recuerdos de la niñez, vivencias familiares o “la importancia de películas y series”. “A raíz de todo esto, muchos jóvenes suelen animarse a hablarlo con la familia y, a veces, incluso en las cuadrillas”, indica.
El Consejo de la Juventud de Euskadi ha buscado aportar su granito de arena en la asignatura de la memoria a través del programa Etikasi. Esta iniciativa busca que aprendan y reflexionen sobre ética y derechos humanos mediante viajes educativos a Irlanda del Norte, Auschwitz, Lemoiz, Pasaia o Errenteria.
“Las personas jóvenes encuentran aquí un grupo y una forma para conocer de más cerca nuestra historia. Agradecen encontrar un espacio seguro donde jóvenes de diferentes pueblos, ciudades y realidades comparten el mismo objetivo: el interés por el conocimiento de la historia del pasado reciente del País Vasco. Son conscientes de que existe un cambio generacional para tratar el tema del terrorismo y las vulneraciones de derechos humanos; consideran que al ser muy jóvenes no están ‘tan contaminados’ como generaciones anteriores”, explica.
El perfil de Lorea Arrillaga, estudiante de Comunicación Audiovisual en la Universidad de Navarra, se acerca mucho a los patrones definidos por Olabe. Tiene 23 años y es de Pamplona, pero apenas guarda recuerdos nítidos sobre la violencia: “Recuerdo las manifestaciones por los presos o el comunicado de cese definitivo de la violencia. No mucho más”, indica. Explica que en su familia no se habla demasiado del tema, ni tampoco en su entorno de amigos más cercanos: “En mi círculo de amistades el tema no ha interesa demasiado y quizá lo he visto más en mi barrio, en Mendillorri, donde muchos jóvenes simpatizan con la izquierda abertzale”.
En los últimos años, sin embargo, dos factores le han movido a buscar más información: la proliferación de series o películas sobre ETA y, en segundo lugar, el contenido de una de las asignaturas de su carrera, Narrativa, violencia y memoria.“A partir de ahí, he buscado más información. Procuro ver las series y películas que existen al respecto. Es un tema sensible y delicado, y en Pamplona veo que entre los jóvenes existe una visión muy superficial y condicionada a bandos. Sin embargo, muchos jóvenes queremos saber más y conocer diferentes puntos de vista”, explica Arrillaga.
Maialen Olabe coincide en que existe un especial interés por parte de la juventud por ir más allá de lo que se pueda ver en televisión o leer en un libro. “Son conscientes de que eso es solo una parte; por eso, agradecen tener la oportunidad de escuchar y conocer más visiones, vivencias y diferentes perspectivas”, indica.
Es en ese punto donde García Arrizabalaga ve una gran oportunidad: “Es evidente que hay quien no quiere hablar del tema, pero por parte de los jóvenes aprecio muchísimo interés. Además, cada vez nos llaman de más centros y estamos llegando a un punto en el que no hay personas suficientes para satisfacer la demanda que hay. Hay un deseo de saber y preguntar de una parte de la juventud; debemos responder”.
José Antonio Rodríguez Ranz considera que se ha avanzado “claramente” en la deslegitimación de la violencia o el reconocimiento de las víctimas, aunque otorga especial importancia a otro “avance”: “Creo que existe un consenso muy amplio en que no se puede hacer borrón y cuenta nueva. El olvido no es la receta”. Es el punto de partido de ese trabajo, aún incipiente, por incorporar al debate sobre la memoria a la generación que creció sin ETA.
Opinión:
Desde que se iniciaron los programas educativos de los que se informa en la noticia, siempre he defendido dos cosas.
La primera, que son imprescindibles… tanto en Euskadi como en muchos otros lugares.
La segunda, que quienes participen en los mismos sean personas que puedan garantizar la credibilidad de sus experiencias y documentarlas fehacientemente (más que nada, para evitar impostores y especialistOs que hablan de oídas).
Son temas muy importantes que se fundamentan, de manera total y absoluta, en que quien envía el mensaje es alguien digno de toda confianza.
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