jueves, 20 de octubre de 2022

20 octubre 2022 Heraldo de Aragón

20 octubre 2022 


 

Txapote en uno de los juicios que le condenaron a prisión

El Gobierno redobla el traslado de presos de ETA

Francisco Múgica Garmendia, alias 'Pakito', sale de la prisión de Zuera

El etarra Pakito sale de la cárcel de Zuera en el aniversario del atentado de la casa cuartel

El exdirector de la cárcel de Zuera admite que llegaron a trasladarlos a celdas de aislamiento durante quince días "como una medida de presión"

Este jueves se cumplen 11 años del comunicado del final de ETA. Ahora solo quedan cinco presos de la banda terrorista en las prisiones aragonesas (tres en Zuera y dos en Daroca). El Gobierno ha optado por el traslado masivo de terroristas al País Vasco en los últimos dos años.

El centro penitenciario de Zuera llegó a acoger hasta a 22 etarras entre 2008 y 2009 porque el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero lo utilizó, junto a la prisión de Villabona (Asturias), como parte de la negociación.

Luis Lozano era director de la cárcel de Zuera en esa etapa (se jubiló en 2019, tras 37 años de trabajo) y reconoce que en los años de la política de dispersión de los etarras había que tener “mucho tiento” porque llegaron algunas “máximas autoridades o estrellas” de la banda terrorista, elegidos porque ya habían decidido el final de ETA, y los funcionarios “no podían confundirse” con ellos.

Entonces la directora general de Instituciones Penitenciarias era la aragonesa Mercedes Gallizo, con Alfredo Pérez Rubalcaba como ministro de Interior. Seleccionaron las prisiones de Zuera y Villabona (Asturias) como los centros de acercamiento para los presos etarras que habían roto con la dirección de ETA.

“Estuvieron Carmen Guisasola, José Luis Urrusolo y Pikabea, que predicaban la negociación con el Gobierno y acabaron en las prisiones del País Vasco (hoy ya están en libertad). También vino Pakito (Francisco Múgica Garmendia, que fue jefe de ETA y salió libre el 11 de diciembre de 2020) y siguió esa línea al principio, pero algo pasó en su entorno porque luego fue más tenso con Instituciones Penitenciarias”, recuerda el exdirector de la prisión de Zuera.

Lozano rememora que entre el otoño de 2008 y la primavera de 2009 llegaron a acoger a 22 etarras, que repartieron entre los módulos 1 y 7. Esos internos tenían los privilegios de tener celdas individuales y visitas de sus familiares todos los fines de semana. Aun así, la situación era de mucha tensión entre el Gobierno y ETA, y admite que llegaron a trasladarlos a celdas de aislamiento durante quince días “como una medida de presión”.

“La política adoptada con los presos de ETA contribuyó a que no hubiera más atentados y fue muy buena para que los etarras dejaran la violencia y acabaran presentándose a las elecciones con Bildu”, defiende Lozano, un histórico de las prisiones de Aragón (pasó por la de Teruel, Huesca, Torrero, Daroca y Zuera). “Zuera y Villabona se utilizaron para traer a presos de Andalucía, Baleares o Canarias. Pero también hubo algunos que se alejaron de allí por su comportamiento como Iñaki Bilbao Beascoechea, a quien mandaron a la prisión de Sevilla, o uno que se llamaba Arroyo que se quejaba con muchas instancias y acabó en una prisión de Almería”, señala.

Una presa pendiente de traslado a Martutene

La situación actual de la prisión de Zuera es que los etarras se han convertido en “invisibles”, así define su situación un funcionario que tiene una gran experiencia y ha conocido varias cárceles (Huesca, Logroño, Daroca y Zuera). En estos momentos, en el módulo 7 han quedado los etarras Fermín Vila Michelena y Daniel Pastor Alonso, mientras que la presa Eider Pérez Aristizabal está pendiente de ser trasladada a la cárcel de Martutene (San Sebastián) donde se reunirá con su pareja, Igor Solana, que abandonó Zuera hace un mes aproximadamente.

Igor Solana Matarrán y Eider Pérez Aristizabal llegaron a reclamar su traslado al País Vasco tras reunirse en la cárcel aragonesa en lo que se denominó una “visita familiar” con el diputado del Congreso Jon Iñarritu, la diputada del Parlamento Vasco Iker Casanova; la diputada del parlamento de Navarra Laura Azanar, y Arkaitz Rodríguez, secretario general de Sortu (matriz de EH-Birtu).

El funcionario reconoce que los etarras cambiaron su comportamiento, ya no había conflictos como en los años 80 y 90, y recuerda que durante la pandemia (2020-2021) asumieron “sin problemas” medidas como las comidas individuales en las celdas y las llamadas unificadas para todos los presos.

Desde Otegui hasta Pakito 

“Arnaldo Otegui estaba preso en la cárcel de Logroño aquel 20 de octubre de 2011 cuando se supo del comunicado de ETA. Allí mismo estaba negociando con dirigentes del PSOE, como hizo también Josu Ternera”, indica este funcionario, que se encontraba en dicho centro penitenciario. Él llegó a coincidir con Otegui en su anterior paso por la cárcel de Huesca (1992 y 1993), donde los terroristas de la banda permanecían “agrupados como curas”.

Revive que el cambio de la política penitenciaria con ETA comenzó cuando el ministro José Luis Corcuera empezó a dispersar a los etarras en 1992. En aquella época, en la cárcel de Herrera de la Mancha los funcionarios trabajaban con capuchas para que no los reconocieran. A los más duros los llevaron a Canarias, Puerto de Santa María, Ceuta y Melilla.

“Esa política antiterrorista la aplicó el secretario de Estado de Instituciones Penitenciarias Antonio Asunción. Pero en algunas escuchas realizadas en la prisión de Nanclares rebelaron que había etarras en contra de seguir con la violencia de la banda”, recuerda el funcionario.

Sobre la estancia masiva de los presos en la cárcel de Zuera entre los años 2008-2009, el funcionario recuerda que para llegar a Aragón los etarras debían a haber renegado de la lucha armada, asumir el pago de responsabilidad civil de sus atentados y pedir perdón a las víctimas, aunque no todos cumplieron estas condiciones.

Hubo casos como el del preso Kepa Arronategui Azurmendi, que permaneció en una celda individual, pero como se trataba de un enfermo mental tenía que estar acompañado por otro etarra de los más antiguos en el módulo 7 porque estaba en el programa antisuicidios, después de que lo solicitara el líder de ETA Francisco Múgica Garmendia, alias Pakito, que estaba también en Zuera en ese momento.

“Los últimos años sirvieron para que los etarras llevaran una vida normalizada. Solo algunos firmaban las instancias que presentaban los viernes en solidaridad con los compañeros. Estaban inscritos en estudios universitarios y recibían a sus familias de visita. Ahora quedan los últimos de Filipinas y dentro de unos años ya no habrá etarras en las cárceles o hasta puede haber algún indultado por su reinserción”, concluye el funcionario de prisiones.

 

 

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