viernes, 20 de noviembre de 2020

19 noviembre 2020 (12) diario16.com (opinión)

19 noviembre 2020 

 

 


García Juliá, uno de los asesinos deAtocha, sale de prisión tras cumplir 16 de los 193 años de cárcel

“Serán las víctimas las que me tienen que perdonar a mí, yo ya pedí perdón hace mucho tiempo”, asegura a su salida de Soto del Real

 

Carlos García Juliá, condenado por la matanza de los abogados de Atocha de 1977, ya está en libertad. La Justicia española lo condenó a 193 años de prisión, pero apenas ha cumplido 16. Ese es el esperpéntico balance de un horrendo y execrable crimen, ese es el grotesco punto final al crimen político que sacudió España durante la Transición hasta poner en peligro la joven democracia. Según publica El País, el diálogo que el asesino ultraderechista ha mantenido con los periodistas a la salida de la cárcel de Soto del Real ha sido tal que así:

 

—¿Ha cumplido con la Justicia? —le han preguntado los periodistas apostados a la salida de prisión.

—La Justicia ha cumplido conmigo.

—¿Se arrepiente?

—Pero, ¡qué preguntas son esas! Claro, de todo.

—¿Pide perdón a las víctimas?

—Serán ellas las que me tienen que perdonar a mí […] Yo ya pedí perdón hace mucho tiempo.

 

Y así, tan tranquilo, el asesino se ha metido en el coche y se ha cerrado una página negra, un episodio que estuvo a punto de cambiar el curso de la historia.

De la matanza de Atocha se recuerda la violencia y el odio que demostraron los pistoleros de extrema derecha cuando apretaron el gatillo y cómo no, la templanza y la responsabilidad de Estado con la que se manejó el Partido Comunista durante aquellos días turbulentos y en los emotivos funerales. Así lo describe Santiago Carrillo en sus Memorias: “La manifestación de duelo fue impresionante. Habíamos dado instrucciones a nuestros camaradas de que desfilaran en silencio rehuyendo las provocaciones, pero que acudieran en masa. Así fue; las víctimas eran comunistas, muy conocidos por su desinteresada labor en defensa de los trabajadores (…) Al día siguiente Ya decía en su editorial que el PCE había conquistado su legalización. Los comunistas confirmábamos con ese acto nuestra fuerza y, al mismo tiempo, nuestro sentido de la responsabilidad, con lo que hacíamos prácticamente inviable nuestra exclusión de la transición democrática”.

Al mantener la calma frente a los falangistas que pretendían hacer estallar un nuevo conflicto civil en España, los comunistas dieron toda una lección de democracia. Sin embargo, hoy podemos decir que ni se hizo Justicia ni se ha sabido toda la verdad sobre los horrendos crímenes de Atocha. Cristina Almeida, una de las abogadas del despacho asaltado aquella noche fatídica, tiene claro que la investigación quedó a medias porque los poderes fácticos posfranquistas enterraron la verdad: “Bueno, yo estoy convencida de que no llegamos hasta el final, llegamos hasta el principio del final, que fue llegar hasta el presidente del Sindicato de Transportes, que era de los más corruptos que había dentro de los sindicatos. Y no era una cosa aislada dentro de un Gobierno, allí había gente interesada en que se culminara un proceso de ‘semana negra’.  Yo nunca lo llamo matanza, lo llamo los nueve asesinatos, cinco consumados y cuatro frustrados, pero asesinatos, lo de matanza me hace recordar otro tipo de situaciones con las que no me gusta compararlo”. Almeida siempre ha tenido claro que detrás del atentado “hubo muchas complicidades” que han quedado sin esclarecer. Elementos del franquismo que intentaron torpedear la democracia hasta el final, pasividad de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, cobertura económica para llevar a cabo la acción, errores judiciales…

“Yo no creo que se haya investigado la trama de aquella semana negra, que afortunadamente por la tranquilidad que hubo por parte de la base social en el entierro de Atocha dio lugar a que dijéramos: aquí tiene que nacer algo nuevo y no volver a lo viejo. Lo viejo era matar, matar a un estudiante, matar a Arturo Ruiz, matar a dos guardias civiles, secuestrar a Villaescusa, ir a por los abogados del transporte para ver si había una huelga general… Aquí se eligió entre seguir con la dictadura o avanzar hacia la democracia y afortunadamente para lo único que sirvieron tristemente las muertes de Atocha fue para conseguir todo aquello por lo que habían luchado ellos: la libertad y la democracia. A los pocos meses de esas muertes se legalizaron los partidos, se legalizaron los sindicatos y empezó una etapa distinta en España”.

Hoy ha salido de la cárcel Carlos García Juliá. Dice que ya ha pagado por la muerte de los cinco abogados laboralistas y que ha saldado su deuda con la sociedad. Veinte años fugado de la Justicia tras cumplir 14 de cárcel. Detenido en Brasil en 2018. Apenas nueve meses en Soto del Real tras su extradición y al menos diez años pendientes de cumplimiento. Un rocambolesco procedimiento judicial propio de una república bananera. Ahora una triquiñuela legal de su abogado le permite volar libre como un pájaro. Es curioso cómo en este país los artificios procesales siempre benefician a los mismos. Hoy, más que nunca, podemos decir que los autores la matanza de Atocha no recibieron el castigo merecido. Otra deuda pendiente que añadir a la larga lista de nuestra frágil y timorata democracia. Estremece ver salir de prisión a García Juliá, tan tranquilamente y sin el menor ruido, precisamente el día en que los diputados de la fiera extrema derecha vociferan y gritan “libertad, libertad” en el Congreso de los Diputados. Premonitorio.

Opinión:

A ver cuanto tardan en aparecer en los mítines o en los actos de ciertas siglas... tal como lo hace quien fue fundador de la banda terrorista Grapo y condenado por el asesinato de un policía a golpes de martillo.

También espero que algunos periodistas hablen ahora sobre el tema del cumplimiento real de las condenas. Pero esperaré sentado, para no cansarme.

 

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