miércoles, 13 de octubre de 2021

10 octubre 2021 La Verdad

10 octubre 2021 

 

El autor del atropello de Roldán, ¿demente o terrorista?

El atropello de Roldán fue un acto criminal; las dudas se centran en establecer si se trató de un atentado yihadista o la acción de un enajenado

Los hechos son evidentes. Nadie los discute. El problema estriba en determinar la motivación, lo que bien podría definirse como las razones de esta sinrazón. Abdellah Gmara, nacido en 1994 en la localidad marroquí de Beni Mellal, que llegó a España con trece años de edad, que fue educado en el centro de Acogida a Refugiados (CAR) de Mislata (Valencia) y que había acabado residiendo en el altillo de un dúplex okupado en El Jimenado, ganándose la vida como conductor de maquinaria y jornalero agrícola, se decidió un día a morir matando. En la mañana del viernes 17 de septiembre, pidió prestado a un amigo su viejo Volkswagen Golf y lo acabó estrellando contra la terraza de dos restaurantes de la pedanía pachequera de Roldán, el Honey's Bar y el Gateway to India. Gmara se cobró una vida, la de un venezolano llamado Oliver, además de la suya propia, ya que se acuchilló en el pecho mientras arremetía contra los indefensos clientes.

Estos son los datos, fríos y crudos. La controversia, como se ha señalado, estriba en la calificación que se otorgue a los mismos. ¿Se trató de un acto propio de un demente o de un atentado yihadista? ¿O fue quizás una mezcla de ambos? Lo que siguen son algunas claves que, en el actual estado de la investigación que desarrollan el Servicio de Información de la Guardia Civil y la Audiencia Nacional, apuntan en favor de una u otra hipótesis.

«Esto es un atentado terrorista»

Unos folios manuscritos

Abdellah quería cometer un atentado terrorista. Así lo expresó, literalmente, en una especie de carta, redactada en castellano y de su puño y letra, que dejó a modo de despedida y que se encontró en el coche con el que se acabó estrellando contra un muro. «Esto es un atentado terrorista por causa de las injusticias que he sufrido desde hace catorce años», escribió. Esta frase determinó que la investigación fuera asumida en el acto por la Audiencia Nacional.

«No respetar nuestra religión»

Justicia por el Islam

Siendo evidente que se trató de un atentado, pues fue un acto intencionado con la voluntad de causar dolor y muerte, hay que entrar en las motivaciones del autor. Cabe pensar en razones de carácter religioso, teniendo en cuenta que en esa misma carta dejó escrita esta reivindicación: «Pido que se haga justicia por no respetar nuestra religión, el Islam».

Rezó y se purificó y se rasuró el vello

Una oración con el amanecer

Su compañero de piso lo escuchó rezar en su dormitorio con las primeras luces del alba, hacia las siete de la madrugada. Igualmente lo escuchó lavarse y purificarse, como establece el ritual islámico previo a la oración. Además, fuentes de la investigación señalan que Abdellah se habría rasurado el vello de todo el cuerpo, que es uno de los pasos que suelen cubrir todos los terroristas suicidas. Aunque nunca se había mostrado especialmente religioso, en los últimos tiempos parece que cumplía con los cinco rezos diarios que establece el Islam.

«Quieren que todos sean gays»

Asesinatos telepáticos

Además de la escueta referencia que hacía en su carta hacia la religión islámica, apuntaba a muchas otras posibles razones para tratar de justificar su acto violento. Algunas bastante incoherentes y otras, simplemente, carentes de cualquier sentido y que apuntan a una mente perturbada y sufriente. Así, decía haber actuado «por las violaciones y asesinatos que se han cometido telepáticamente», en apariencia refiriéndose al CAR de Mislata en el que estuvo internado durante más de una década y donde parece que tuvo graves problemas. En esa línea señalaba directamente a unos empleados del centro, de los que decía que «mucha gente sabe de sus 'obligos' (sic) a violaciones, asesinatos, manipulación de sentimientos y pederastia». Por último se quejaba, sin concretar hacia quién iba dirigida esa acusación, de que «quieren que todo el mundo sea gay». Algunas fuentes vinculan esas referencias a un posible padecimiento de abusos.

Rencor por las condiciones laborales

Salario de 25 euros por día

«Él guardaba rencor por las malas condiciones laborales que tenía. Acababa de terminar una campaña de trabajo en el campo de 33 días seguidos, que le pagaron a 25 euros la jornada». Así lo explicaba a LA VERDAD uno de los cuatro hermanos que Abdellah tenía en España, Bendaoud Gmara. Esa aparente explotación laboral que padecía habría hecho florecer el odio en su interior.

Una dura mezcla de alcohol y drogas

Cercado por las deudas

Abdellah tenía severos problemas con el alcohol y las drogas, concretamente con la marihuana y la cocaína, según personas de su entorno más íntimo. Prácticamente todo el dinero que ganaba en la agricultura o como conductor se lo fundía rápidamente para satisfacer esos vicios, por otro lado completamente prohibidos por la religión islámica. Eso le había llevado en apariencia a contraer deudas importantes y en los últimos tiempos afirmaba que le perseguían para matarle. Aunque sus íntimos lo tomaban como un síntoma de manía persecutoria, no se descarta que realmente pudiera estar amenazado.

Nadie observó radicalización

Apenas visitaba la mezquita

Nadie en su entorno, según las investigaciones realizadas por los agentes de Información de la Guardia Civil, observó una radicalización religiosa en Abdellah, que, por otro lado, nunca se distinguió por la intensidad de su fe. Apenas visitaba la mezquita, salvo para el Ramadán y la Fiesta del Cordero, según afirmó su hermano, y no se le recuerda expresión o comentario alguno que hiciera pensar en que iba a cometer un acto terrorista.

No hay contactos con integristas

Nada sospechoso en internet

A falta de incidir en el análisis de su actividad por internet, que está en manos de especialistas, los primeros rastreos no han desvelado contacto alguno con elementos integristas ni mucho menos con elementos del Daesh –Estado Islámico– o de sus organizaciones satélite. Tampoco con el estudio de sus redes sociales y de su teléfono móvil han surgido datos que apunten a una rápida radicalización religiosa, como la que se ha dado en 'lobos solitarios' que han acabado cometiendo atentados.

Crimen sin reivindicar

Terror sin publicidad alguna

Uno de los elementos que más han inclinado la balanza de los investigadores hacia la consideración del atropello de Roldán como el acto propio de un enajenado es, por su especial significación, que ninguna organización terrorista haya reivindicado el atentado. Pocas veces Daesh y sus acólitos han dejado pasar esas oportunidades de publicitar su política del terror. Y esta vez así ha ocurrido.

 

 

 

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