lunes, 26 de junio de 2023

25 junio 2023 El Periódico de Aragón (opinión)

25 junio 2023 


 

Juan Alberto Belloch, Biministro de Justicia e Interior entre 1993 y 1996, juez y exalcalde de Zaragoza

Belloch: "El coste del GAL fue mínimo: había voluntarios a barullo para financiarlo"

El biministro de Justicia e Interior, exalcalde de Zaragoza y magistrado repasa su vida en esta entrevista con motivo de la publicación de sus memorias, que llevan el título de 'Una vida a larga distancia. Memorias de un juez y político independiente', publicadas por Plaza y Janés

Juan Alberto Belloch (Mora de Rubielos, 1950) sujeta un paraguas negro con cierta solemnidad. Bajo él se resguarda su cabeza y la de un tal Felipe González, con gabardina blanca, de un aguacero mezclado con una lluvia de insultos durante la celebración del 150 aniversario de la creación de la Guardia Civil. Es la fotografía que el biministro de Justicia e Interior, exalcalde de Zaragoza, juez y prolífica personalidad aragonesa ha elegido para presidir sus memorias, un compendio elaborado en apenas un año (tras su jubilación como magistrado) para trufar su infancia como «niño mimado» con los arduos años en los que reinstauraron el poder judicial en Euskadi bajo el terror de ETA o las vicisitudes del «cargo que es una carga» cuando González casi le obligó a ocupar la cartera de Interior. Todo ello puede leerse en 'Una vida a larga distancia. Memorias de un juez y político independiente', un tomo que publica Plaza y Janés y que esta entrevista trata de completar.

Su madre le pidió en una carta que fuera ante todo independiente de partidos políticos y posicionamientos férreos. ¿Lo ha conseguido?

Mi madre tenía horror por que perdiéramos los valores que nos había inculcado y la independencia al elegir un determinado partido político. Creo que ella no estará muy enfadada: en lo esencial, he cumplido, entre otras cosas manteniendo mis criterios frente a cualquier situación y posición. Más que un verso suelto, he sido una novela, y me he caracterizado por ello aunque supusiera contrariar las directrices del partido que te había elegido. He sido todo lo libre que he podido, y he podido bastante.

Ha sido toda una sorpresa saber que Belloch perteneció al Partido Comunista.

Ah, sí, sí. Me entregó el carné Francisco Romero Marín, 'El Tanque', teniente coronel del ejército de la URSS. Aquellos años fueron uno de los periodos poco frecuentes en la historia en los que había un impulso revolucionario en su sentido estricto: estábamos convencidos de que podíamos cambiar el mundo y pertenecer al Partido Comunista era la única opción razonable para la oposición digna de ese nombre.

¿Conserva el carné?

La verdad es que no… Y no lo tiré como un acto de antimilitancia (ríe). Lo perdí y la verdad es que me duró poco porque en cuanto se aprobó la Constitución ya no tenía sentido.

¿Cuál es el precio de esa independencia que su madre le pedía?

La familia. Te apasionas tanto por el trabajo que te olvidas de casi todo lo demás. En el caso de mi hijo mayor tuvimos que enviarlo a estudiar a Estados Unidos porque era objeto de ¡atentados junto conmigo. ETA no tenía reparos en matar familiares. No había más margen que huir, cosa que desde luego no hice, o asumir los riesgos de un oficio que yo había aceptado y por lo tanto no me podía quejar.

El asesinato de Tomás y Valiente fue especialmente doloroso para usted.

Lo fue por razones subjetivas y por razones objetivas. Que un mindundi que desconocía quién era Tomás y Valiente asesinara a una persona de tal calibre era intolerable. Y, en segundo término, yo fui siempre su alumno e incluso me ayudó a ser ministro de Justicia. Se dieron todas las circunstancias para tener una rabia infinita, la que se tenía siempre que había un asesinato pero duplicada por esas circunstancias. Fue espantoso. De las pocas veces que he imaginado el empleo de la violencia contra esas personas, lo que te da la idea del deterioro que podía llegar a tener. Me parecía legítimo todo: contra ETA, todo podía valer. Afortunadamente, no me lo creí mucho tiempo y aposté por la senda constitucional y no por hacer lo que te pedía el cuerpo en aquel momento.

Hubo gente que sí creyó que la violencia era la forma de solucionar el conflicto.

Los mayores detractores del GAL (Grupos Antiterroristas de Liberación) los elogiaban abiertamente y pedían su legitimación en artículos editoriales en los años previos porque se necesitaban en la batalla contra ETA. De la noche a la mañana, decidieron cambiar de bando. En general, y esto lo sabíamos muy bien porque las encuestas salían del Ministerio del Interior, la gente no estaba en contra de los GAL, sino más bien de la torpeza con la que actuaron. Tener todas las semanas un asesinado en la puerta es difícil de mantener mucho tiempo. No hubo grandes críticas a los GAL en su momento original, sino ya en una fase posterior en la que se ha utilizado en la lucha partidista.

Sin esa torpeza, ¿los GAL hubieran prolongado su actividad en el tiempo?

Lo que desde luego hubiera durado muchos más años habría sido el terrorismo. Los GAL eran gasolina para ellos, el instrumento del que se servía ETA para hacer proselitismo en sus bases y fuera de España. Fue una torpeza enorme no ya por sus errores en la ejecución, sino porque generaba la pérdida de relación confiable entre España y Francia. La relación retrocedía años con cada atentado de los GAL, lo que provocaba la indignación de Felipe González porque sabía que a las siete de la mañana tendría la llamada del Gobierno de Francia.

¿Francia creía que existía el terrorismo de estado?

Francia estaba convencida. Y yo creo que no. Era una banda de incompetentes desarrapados que podían tener el apoyo de algunos servicios del Gobierno, pero cuyas propias formas de actuación demuestran que no era terrorismo institucional. En tal caso, se hubiera hecho mejor.

Pero la financiación de un grupo así tenía que venir de lo público, ¿no? ¿Hubiera podido subsistir una actividad así sin la ayuda del Gobierno central?

Si dejamos fuera el tema de Roldán (el director de la Guardia Civil que se enriqueció ilícitamente con los fondos reservados del Estado), en realidad, el coste del GAL fue mínimo, no representaba económicamente nada significativo. Y había voluntarios a barullo para sufragar sus gastos: desde empresarios amenazados de muerte hasta víctimas indirectas por el asesinato de sus padres, hermanos o amigos. Era evidente que podían financiarse al margen de las instituciones. Eso no fue lo que determinó el fracaso, sino su incompetencia profesional.

Un ministro de Interior tiene que saber con certeza qué ocurría allí.

Tuve bastantes datos como para saber que los GAL desaparecieron con Corcuera. Hubo hombres del estamento político que acompañaron e hicieron posible los atentados del GAL, pero eso no son las instituciones. Todos los responsables dentro de las instituciones y fuera de ellas fueron condenados.

Pero ¿quiénes eran?

Los condenados. San Cristóbal...

¿Es San Cristóbal la equis de los GAL?

Está muy bien la pregunta, pero lo único seguro es que Felipe González no era la equis.

Nunca se había hablado con tanta claridad como ahora sobre las torturas a los presos. Cuenta que usted dio la orden de parar.

Yo di la orden, de que fuera el primero, no estoy seguro. Ordené que dejaran de existir las escapadas a la red (el concepto explica el apresamiento y malos tratos a «peces pequeños» para interceptar a la cúpula). Llamé al comando de la Guardia Civil y le expliqué que conmigo se había acabado la red. Me dijo que eso les impedía ser eficaces en la lucha contra ETA. Y yo le respondí lo que pensaba entonces y pienso ahora: que la tortura no sirve para nada y es contraproducente, tanto como el GAL y en la misma escala moral.

¿Era para usted una cuestión menor? Ascendió a Enrique Rodríguez Galindo a general pese a las sospechas que terminaron en condena por el caso Lasa y Zabala.

Ese sí es un tema legítimamente polémico. Mi posición es que había que distinguir a Galindo investigado por la Policía y por la Justicia, que implicaba un proceso penal que terminó en condena. Es evidente que Galindo tuvo méritos más que sobrados para el ascenso. Yo creía que lo normal era que las dos vías siguieran separadas.

¿Por qué era tan bueno Galindo?

El número de agrupaciones de ETA que se detuvieron en los años de Galindo fue espectacular. Era el que mejor resultados obtenía y el que más información llegó a acumular.

¿Quizás con métodos algo ilícitos?

Precisamente por eso hay que mantener la dualidad. Se pasó y cometió delitos y ha sido juzgado. Pero las cosas no son tan sencillas. No toda la información que tenía Galindo procedía de virtuales malos tratos. Eso no es verdad. Al revés. La tortura no servía para nada porque ETA daba órdenes concretas para que los militantes dijeran todo en lo que habían participado para evitar la desmoralización.

¿Volvería a nombrarlo general?

Sí, sin ninguna duda. Y en cuanto a facilitar la instrucción de su causa, sin ninguna duda también. Pero no te olvides de que es muy simplificador el pensar en buenos y malos. La información en materia antiterrorista se obtenía con contactos con los servicios de espionaje exteriores, confidentes…

Hay una generación en la calle que no vivió el terror. ¿Cómo explicarles que hubo un momento en el que todo valía?

Lo que hay que explicarles es la importancia que tuvo la liquidación de ETA. Los chicos no saben qué fue ETA. Es acojonante. No hemos conseguido es que la gente joven sepa lo que fue. Les parece algo de película, lejano, y si es así, perdurará un caldo de cultivo para el nacimiento de ciertos extremismos.

Ahora se habla del perdón, pero ¿usted perdona?

Perdón no es la palabra adecuada. Yo no tengo por qué perdonar a ninguno de los terroristas, no forma parte de mis obligaciones éticas. Son gente que causó un dolor inmenso, y si son capaces de reinsertarse socialmente me alegraré. Pero no tengo por qué creerme que se han rehabilitado o arrepentido. Hay muchas conductas que más bien inducen a pensar todo lo contrario.

Por fin da a conocer quién fue el intermediario que hizo entrega de los 300 millones de pesetas al espía Francisco Paesa para engañar a Luis Roldán. ¿Por qué Manuel Cobo del Rosal?

La elección de la persona procede de la dirección de la Policía, que nos facilita la información de que Cobo del Rosal había ayudado en numerosas ocasiones a los servicios de Inteligencia, por lo que era de su plena confianza. Además, había escrito el manual de Derecho Penal junto a mi maestro Tomás Vives Antón, por lo que también era mi maestro y le tenía confianza para que gestionara la actividad de una forma honrada y honesta. Creo que lo hicimos y que él cumplió su parte hasta la intervención de Paesa. Siempre he pensado que fue Paesa quien se quedó el dinero.

¿El de Roldán?

El que el pobre Roldán llegó a tener y perdió. No he creído nunca que Roldán se muriera rico, porque alguien le engañó. Le engañamos muchos: nosotros desde el ministerio, haciéndole creer a través de Cobo del Rosal que no iba a ser condenado por determinados delitos. Evidentemente, era falso, un artilugio para que se entregara a la Policía. Y después fue debidamente engañado por Paesa, que no le ayudó a restablecer su vida con recursos económicos en un lugar más tranquilo. Probablemente el dinero se lo quedó Paesa, pero es una especulación. No tengo pruebas.

En tal caso, si Paesa se quedó el dinero, fue como robar a un ladrón… ¿Se hizo mal en confiar en un perfil así?

Volvemos a un caso parecido (al de Galindo). Paesa había sido fundamental en muchas operaciones policiales, concretamente, en la detención de la cúpula de ETA en Bidart. Fue él quien indicó le método y la forma, el que se lo sirvió a la Policía en bandeja. Hay que recordar esa época para saber lo que eso significaba: un servicio monumental, además de otros muchos en los que ejercía un papel fundamental de intermediario con los delincuentes. Este tipo de personaje es útil en términos policiales y la consecuencia es muy clara: no se le persigue con especial entusiasmo.

¿Paesa también engañó al Gobierno de España?

Se puede ver así, pero yo no lo veo así. Paesa pide a través de Cobo del Rosal un precio para el rescate. Un precio para proporcionar información para que Roldán quede en manos de la Policía. Como demuestra la detención esa información era absolutamente buena. Paesa no nos engañó: abiertamente hizo un servicio y pidió la retribución económica. La cantidad, que puede parecer escandalosa, no lo era en modo alguno en los términos en los que se planteaba la cuestión.

Que salió barato, vamos.

Sí… Fue perfectamente asumible, y no tengo la más mínima dificultad en reconocer que así fue.

Hablando de espías, hay un pasaje en el libro en el que reconoce que fue espiado por su propio Gobierno.

Ah, sí, sí. Es de película no sé si neorrealista italiana o de la Nouvelle Vague. Esa escena de ver a la chica del servicio sentada en el sillón de al lado contándome todo lo que había espiado y diciendo que tenía que informar a su jefe. Pero la anécdota esconde un hecho objetivo importante: que nos espiábamos entre nosotros y eso no podía ser. En fin, en mi caso lo utilicé como una doble agente.

En el ocaso del felipismo, critica con fuerza a lo que se llamó el Sindicato del Crimen.

El paso del tiempo lo que ha hecho es incrementar el prestigio de Felipe González y que las anécdotas tengan poco peso específico para la militancia. Felipe seguiría hoy ganando los congresos si se presentara.

Cuando vuelve de Madrid, llega a Zaragoza en los años del Beirut en el PSOE aragonés. ¿Pronostica una situación similar con el ocaso de Javier Lambán?

Creo que no hay candidatos alternativos en Aragón exceptuando a Pilar Alegría. No creo que le haga mucha ilusión vivir en Zaragoza, pero por lo demás no hay competidores. Lambán está ejerciendo el mando interno con una tranquilidad absoluta. Todo el mundo daba por supuesto que iba a ganar las elecciones, por lo que se ha quedado todo destartalado a consecuencia de la derrota. Creo que si dimite, conducirá el partido a un nuevo liderazgo que él tutelará.

¿Ve a Pilar Alegría más como una candidata a presidir el Gobierno?

Eso no lo sé. Casi todo el mundo que se dedica a la política quiere ser presidente del Gobierno, por lo que no creo que Pilar Alegría sea una excepción.

¿Usted aspiraba a serlo?

La verdad es que no. No era del partido. Es el problema que tiene ahora Margarita Robles, que podría ser una candidata general, pero que no siendo del partido es muy difícil que las bases te acepten.

¿Qué haría Belloch si fuese Jorge Azcón para gobernar Aragón?

Le tengo el afecto suficiente como para darle un consejo: que se dedique a Zaragoza y Aragón y no se meta en batallas orgánicas del partido. Es lo que hice yo cuando comprendí que era contraproducente. Un buen alcalde o presidente de comunidad autónoma tiene que mantener la independencia y tomar decisiones que a veces no coinciden con la dirección del partido.

¿Se equivoca Sánchez al anticipar las elecciones?

Nunca puedes decir que Sánchez ha cometido un error. La prudencia aconseja no hablar de errores en su caso porque te equivocarás.

Hay cuatro personas que salen mal paradas del libro: Baltasar Garzón, Álvarez Cascos, Luisa Fernanda Rudi y Carlos Pérez Anadón.

En general, he sido muy generoso, contando lo que se puede contar con afecto y con respeto. Pero hay personajes a los que no les tengo ningún respeto, como a Álvarez Cascos. Es un hombre que violó lo más importante cuando reveló lo que le dice un ministro de Interior en reuniones privadas para utilizarlo en la lucha parlamentaria. Ese es un pecado mortal que no puedo perdonar. En el caso de Pérez Anadón, fue un legítimo adversario al que le tengo respeto e incluso afecto y por tanto no tengo nada que reprochar. Hacía compatible el que yo dejara de ser alcalde, que era su propósito justificado, con cumplir su deber. No dejó nunca de hacerlo sin perjuicio de las horas que pudiera dedicar a la conspiración contra el alcalde (ríe).

¿Y Rudi? ¿Qué falló con ella?

A Rudi no la menciono mucho. Solo que ella dijo que yo dejaría la ciudad si perdía las elecciones y pasó justo lo contrario.

¿Y el juez Garzón?

Ese sí que es un tema de fondo. No es el modelo de juez en el que yo creo. Hubiera estado mucho mejor de abogado o fiscal, cualquier clase de profesión jurídica menos la de juez. Un juez tiene que ser no un inquisidor, sino un garantista de los derechos individuales y libertades de las personas que tiene que juzgar. Garzón nunca estuvo en esa línea. Era el hombre de las grandes apelaciones a la Policía, de las filtraciones a los medios de comunicación. Por lo demás, hizo cosas importantes, que se lo reconozco.

¿Qué ambicionaba?

Me pidió ser ministro de Justicia cuando yo accediera a Interior. Después, ser secretario de Estado de Interior. Le ofrecí que montara la DEA americana y aceptó la oferta, pero terminé por decirle que ya tenía el equipo cerrado. No confiaba plenamente en la discreción de Garzón con los medios de comunicación.

Opinión:

Ufffff, como decía mi buen amigo Iñaki García Arrizabalaga en uno de sus últimos tuits: “Muy vomitivo. Mi solidaridad con las víctimas del terrorismo del GAL. Estas declaraciones hacen daño a todas las víctimas del terrorismo”.

Solo un añadido por mi parte: solo espero que las asociaciones “de” víctimas opinen sobre estas declaraciones… pero que antes pregunten la opinión a sus miembros (cumplan estos o no los requisitos para ser considerados como víctimas del terrorismo).

Al menos, una de las siglas han saltado de inmediato y han dado su opinión al respecto: “Es profundamente ofensivo y doloroso para las víctimas de los GAL y para la sociedad leer esta entrevista. Es inaceptable e indigno legitimas la “guerra sucia” de los GAL en un país democrático”.

Pues nada más que añadir.

 

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