domingo, 17 de marzo de 2024

13 marzo 2024 (5) Diario de Mallorca

13 marzo 2024 


 

La mentira del 11M también llegó a Mallorca de la mano de Jaime Matas

El entonces presidente del Gobierno balear pugnó para que el Consell de Mallorca se sumara a la condena a ETA topándose con la negativa de Maria Antònia Munar

José Jaume

L a miserable mentira con la que el PP se cubrió de ignominia el 11 de marzo de 2004, que, todavía hoy, cuatro décadas después, sigue sin rechazar abiertamente (el comunicado de FAES, la fundación de José María Aznar, es nauseabundo), reverberó en Mallorca: Jaime Matas, que ocupaba por segunda vez la presidencia de la Comunidad Autónoma, después de haber pasado por el ministerio de Medio Ambiente, avaló y divulgó el bulo aznariano de que los autores de la masacre habían sido los terroristas de ETA.

La cuestión radicó en que en las primeras horas de la mañana del jueves, cuando el número de muertos se contaba ya por docenas (la SER, de la mano de Iñaki Gabilondo y el añorado Carlos Llamas protagonizó memorable lección de buen periodismo), Matas telefoneó a la presidenta del Consell de Mallorca, Maria Antònia Munar, con la que mantenía un pacto de coalición en la Institución, para emitir un comunicado conjunto condenando el atentado, atribuyéndolo sin ningún género de duda a ETA. Munar no lo vio claro, receló desde el primer momento, por lo que le dijo a Matas que lo prudente era aguardar un tiempo hasta disponer de más datos.

Matas inicialmente aceptó la sugerencia; al poco rato volvió a llamar conminándole a sumarse al comunicado que desde el Consulado del Mar estaba a punto de hacerse público. Fue en ese momento, aproximadamente hacia el mediodía del jueves, cuando Munar le espetó a Matas que no había pruebas sólidas de que ETA fuera la responsable. Los contactos que desde el Consell se habían establecido con el nacionalismo vasco del PNV y noticias de agencias internacionales la llevaron a rechazar las interesadas urgencias del PP de Matas.

Poco después, ya con informaciones que apuntaban hacia el terrorismo islamista, en el Consell fue por libre, en dirección opuesta a cómo desde el PP de Mallorca, siguiendo a pies juntillas las directrices del Gobierno de Aznar, se siguió reiterando que ETA estaba detrás del descomunal atentado, el más mortífero de los perpetrados en suelo europeo. A pesar de ello, el Consell sí suscribió el comunicado conjunto de todos los partidos políticos, organizaciones sindicales y empresariales, Universidad y organizaciones sociales llamando a una manifestación donde se atribuía el atentado a ETA. Me consta que algún dirigente del PP, ya fallecido, no se sumó a la desinformación deliberada que protagonizó su partido.

Han transcurrido veinte años, tiempo que debería ser suficiente para que no se siguiera adelante con la desinformación. No hay manera: el PP no ha estado presente en el acto oficial organizado por la Unión Europea (más allá de la comparecencia del presidente del Senado) presidido por el jefe del Estado, el rey Felipe VI, y la asistencia del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, y pesidenta de la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso, invitados ausentes, exhibieron que el PP sigue sangrando por la herida. Cuca Gamarra, como acostumbra, desbarró; Núñez Feijóo hizo lo que mejor sabe en circunstancias como la descrita: mutis por el foro. FAES vomitó.

Determinados medios han depositado sus excrecencias, como el 11 de marzo de 2004, COPE con Jiménez los Santos, y El Mundo dirigido por Pedro J. Ramírez, negaron las evidencias. Siguen en sus trece. Inasequibles al desaliento. De los ministros del PP que mintieron descaradamente, Ángel Acebes y Eduardo Zaplana, el ostracismo el primero, la Justicia el segundo, se han hecho cargo de ellos.

La tránsfuga a deshoras, Idoa Ribas, enfatiza que quien no respalde su propuesta de crear una comisión de investigación sobre el Caso Koldo en el Parlamento balear se desacredita. Pero cómo es posible tanta desvergüenza encarnada en una persona. Ribas es la política menos indicada de Mallorca para ni tan siquiera enunciar que alguien se desacredita por algo. La decencia política (la otra desconozco si la acompaña o la deja de acompañar) la debería llevar a observar cierta prudencia. En el PP hubo quien no se sumó a la deliberada desinformación que protagonizó su partido Jaime Matas y Maria Antònia Munar.

 

 

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