23 gener 2012
Quince años detrás de un símbolo
El final de ETA permite al portavoz del PP en San Sebastián, Ramón Gómez Ugalde, recuperar “la sensación de libertad” de tener una moto propia
Esta es la historia de una moto y de un chaval para el que simbolizó la libertad, una libertad que perdió por su labor política y que llevaba 15 años queriendo recuperar. La moto es una Honda Vision de 75cc que Ramón Gomez Ugalde hoy portavoz del PP en el Ayuntamiento donostiarra, se compra de segunda mano con 16 años. Corre 1991. Ha usado el dinero que ha ahorrado trabajando en los bares de Anoeta los días que juega la Real y lo que ha sacado vendiendo su primera moto, una Vespino de segunda mano que había adquirido, igualmente con sus ahorros, dos años antes.
“La moto me daba esa sensación de independencia que un joven de 16 años no tiene yendo en bici o en transporte público. Y me iba con los amigos a Ulia, o a recorrer San Sebastián, o a sentarme en una campa, lo que antes no podías hacer”, recuerda.
Tres años después, en 1994, este joven “profundo amante” de las motos entra en política como concejal del PP en Eibar y cada vez que debe ir al Ayuntamiento baja en la Vision desde casa de sus padres, donde reside, hasta la estación de autobús donostiarra de Pío XII, donde coge un autocar hasta aquella localidad. “Terminaba por la noche una comisión, me cogía el autobús para volver a San Sebastián, recogía la moto y me subía a mi casa”, dice. Y en moto a la universidad y a todos los lados, hiciera el tiempo que hiciese.
Ese ritmo se trunca en 1997, cuando el PP empieza a poner escoltas privados a sus concejales vascos, a los que tiempo después sustituirían agentes de las Fuerzas de Seguridad. “Yo no puedo moverme con un escolta armado en la moto”, apunta Gómez Ugalde, cuyos guardaespaldas entonces no tenían vehículos. Así que el joven concejal se ve obligado a comprarse con urgencia un coche para llevar a sus escoltas. El dinero para el turismo, un Corsa “muy machacado” que le vende el entonces centrocampista de la Real Javi de Pedro, lo consigue vendiéndole la Vision a su padre, más lo que sacaba poniendo copas en un bar donostiarra. “Con el coche y los escoltas se me acababa la libertad y el ir en moto”.
Al poco tiempo vende el Corsa y se compra un Fiat Punto que ETA destroza en febrero de 1998, cuando coloca una bomba junto a la sede del PP de Santander horas antes de una reunión de Nuevas Generaciones. “Dejé el coche aparcado enfrente. La policía sacó la bomba y la explosionó al lado de mi Fiat”, prosigue el edil.
Y siguió con coche y sin moto, pero siempre que podía se ponía un casco, cogía la de su padre (su vieja Vision) tras comer, cuando no estaban los escoltas y se iba a dar una vuelta por San Sebastián, ciudad de la que se convierte en concejal en 1999, siempre con la sensación de que se escapaba, “como si hiciese algo mal”.
Llega 2001. Gómez Ugalde se casa y se va tres semanas en agosto de viaje de novios. A su regreso, el mundo se le cayó al suelo. El comando Buruntza, uno de los núcleos más activos del Donosti, desarticulado por la Ertzaintza el 22 de agosto, le había estado vigilando en detalle. Disponía de planos y fotos de su calle y había diseñado hasta tres planes para asesinarle, aunque se inclinaba por uno: ponerle una bomba en el cofre de la Vision. “Yo pasaba todos los días por delante de la moto al volver del Ayuntamiento a comer a casa. Mi padre la aparcaba en la calle”, comenta. ETA había asesinado en junio de 1998 al edil popular de Rentería Manuel Zamarreño con una bomba oculta en un ciclomotor, y los concejales del PP tenían desde entonces mucho cuidado con las motos aparcadas cerca de sus portales o lugares habituales de paso. Pero quién iba a sospechar de un vehículo que veía todos los días. “El propio comando decía en los papeles que les intervinieron que al ser conocida yo no tenía ningún problema en pasar por delante”, comenta el concejal donostiarra.
La misma moto que había sido el símbolo de libertad para un chaval se convertía ahora en el instrumento que ETA quería usar para matarle. Mientras Gómez Ugalde estaba de viaje de novios, el comando había pasado por su calle varios días para ver si llegaba y colocar la carga explosiva.
Desde entonces, Gómez Ugalde siguió durante una década haciendo escapadas de “libertad ficticia”, aunque fuese una hora, con la moto de su padre —que cambió la Vision por otro modelo—. “Siempre que me preguntaban, decía que sería libre cuando me pudiese volver a comprar una moto para pasear por San Sebastián. Para qué quería una si no podía usarla”, apunta.
Ahora, aunque sigue llevando escolta, el cese de ETA le ha permitido recuperar ese espacio con su nueva Peugeot Tweet, “un regalo de Reyes”. “Ya hago mis escapadas. O voy al Ayuntamiento. Y este verano bajaré por las tardes a La Concha a pegarme un chapuzón y volveré a casa en moto, como hacía antes”. La libertad que llevaba tres lustros esperando disfrutar.
Opinión:
Los amigos que han colaborado en el inicio del presente blog (y que me han “abandonado a mi suerte” a partir del 1 de enero) me aconsejaban publicar información recomendada. Información que tuviera relación con la temática que compartimos. Un buen amigo e investigador del tema me aconseja hoy que revise la presente noticia.
No cabe duda de que es un ejemplo mas a añadir a aquellos ciudadanos que, habiendo sido víctimas reales o potenciales del terrorismo, queremos ver la botella siempre “medio llena”. Me agrada el planteamiento de Gomez Ugalde: pese a ser una víctima más que potencial de ETA ha sabido reconducir la rabia y el temor en algo tan positivo como pillar su moto y hacer con ella lo que le han impedido hacer durante los últimos quince años. Lo mismo que a otros, víctimas reales del terrorismo de ETA nos impidieron también hacer: desplazarnos con suficiente tranquilidad por donde nos apeteciera.
Espero que a Gomez Ugalde no le suceda lo mismo que a mi, que no hayan personajillos que no quieran subirse a su querida moto por miedo a “lo que pueda pasar”. En mi coche ha habido gentuza que no ha querido subirse ni ha permitido hacerlo a otros…por no hablar de aquellos que se han aprovechado de mis circunstancias personales para utilizarlas en su propio beneficio, el de su mujer o el de sus hijos...
Pero el mensaje es positivo. Desde el 20 de octubre pasado queda la esperanza de que podré subirme en la moto de Ramón Gomez Ugalde el día que coincida con él en San Sebastián. O cuando el venga por Barcelona. Será un honor.
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