04 octubre 2015
Jorge
Dezcallar: 'Lo garantizo. Yo no sabía que iban a atentar en Madrid el 11-M'
Mi época del
CNI fue durísima y apasionante. Me sacaban del cine, del golf... Pero tenía más
información que nadie en el mundo'
'Los
políticos sólo quieren gente que les diga lo que quieren oír. Debieran a veces
disfrazarse y acercarse a la calle'
'Hemos
perdido peso internacional: no hay viento bueno para un barco que no sabe a
dónde va. Y esto me duele'
Ha tardado 11 años en contarlo. Desde la distancia
que el tiempo otorga, Jorge Dezcallar relata en un trepidante libro de memorias
(Valió la pena. Una vida entre diplomáticos y espías, editorial Península) la
manipulación de la que fue víctima por parte del Gobierno de Aznar durante la
investigación de los atentados del 11-M. Director entonces del Centro Nacional
de Inteligencia, Dezcallar fue excluido del Gabinete de Crisis y privado de la
información policial ("La
Policía se había adueñado de la investigación" desde el
mismo día de los hechos, escribe). Pero quien alcanza como él el grado de
embajador en la carrera diplomática es ante todo, eso, diplomático al servicio
de su país. Su diplomacia sólo se derrumba cuando rememora cómo el Gobierno
quiso someter sus funciones al servicio de una estrategia partidista que
pretendía mantenerse en el poder. Se enardece: "Fue intolerable e
indecente (...) que pretendieran utilizarme de una forma tan torticera y tan
torpe". Se refiere a la expresa y seis veces repetida "orden del
presidente" de que desmintiera en TVE que la pista de los atentados, como
él mismo había espetado a Aznar esa misma mañana, "huele a islamista que
apesta" (sic). 13 de marzo de 2004, jornada de reflexión previa a las
elecciones.
Desde la distancia del tiempo y su retiro
voluntario, después de ser embajador en el Vaticano y Was-hington, entre la
idílica campiña de Valldemossa (Mallorca) y el mar blanco de Lisboa -viudo de
Pilar López de Chicheri, ha vuelto a casarse con la portuguesa Teresa Cunha de
Eça-, Dezcallar habla en primera persona. No sólo de la dureza de aquellos años
al frente del CNI, entre el 11-S y el 11-M, sino de su fascinante carrera
diplomática que le ha llevado de Polonia a Uruguay, de Marruecos a Nueva York o
de Nigeria a Florida. Ha sido testigo de cargo de la muerte de un Papa y el
cónclave que elegiría al sucesor, de la paz en los Balcanes, del reemplazo en
Líbano del asesinado Pedro de Arístegui o de la elección del primer presidente
negro de Estados Unidos; e interlocutor de personalidades como Gadafi, Sharon,
Carter o Arafat. Y todo ello, por seguir la senda aventurera de sus lecturas de
infancia, Emilio Salgari en su cabecera, y la fascinación por su tío, el
embajador Guillermo Nadal. "Valió la pena", dice. Pese a lo que ahora
desvela.
¿Por qué ha
tardado 11 años en desenmascarar la manipulación de la que se sintió víctima
durante la investigación y la crisis de poder generada por el 11-M?
Porque necesitaba tener la perspectiva y la
tranquilidad de espíritu que da el tiempo. Los ingleses hacen algo que me
parece muy acertado: nunca cambian una ley en un momento de emergencia, porque
no sale bien. He sido embajador en Estados Unidos hasta hace tres años y no me
parecía oportuno ni tenía el tiempo necesario para empezar a recordar y contar
con ecuanimidad.
¿Necesitaba
explicarse ante la opinión pública o ha querido vengarse de la traición de
Aznar desclasificando sus informes de forma "selectiva y orientada"
(según escribe) a su más absoluta conveniencia?
No, no, venganza no. Artigas, el héroe de la
independencia en Uruguay, decía: "Con libertad ni ofendo ni temo"; y
yo creo que con la verdad ni ofendo a nadie, no lo pretendo, ni a nadie temo,
tampoco lo deseo. No tengo ninguna ambición política, estoy jubilado
estupendamente en mi casa, no espero ni quiero nada de nadie. Pero me debo a mí
mismo, a mi familia y al CNI contar cómo viví desde mi independencia política y
mi sentido de Estado aquellos terribles acontecimientos, frente a otras
versiones que, a base de medias verdades, desfiguran lo que ocurrió.
¿Pesa el 11-M
sobre sus hombros como máximo responsable de los servicios de Inteligencia?
No me siento responsable, nadie más es responsable
de ello que los terroristas. Vive Dios que sí me gustaría haberlo evitado, y
tantas veces lo pienso. Lo que detectamos y descubrimos los servicios de
Inteligencia son los atentados que se evitan. Desgraciadamente lo que se ve son
los fallos, como ocurrió en el 11-M o en el metro de Londres.
¿Se pudo
haber evitado si, tal y como se ha publicado, hubieran hecho caso de las
confidencias de [sus colaboradores] El Pollero y Cartagena: "El CNI supo
con antelación que los terroristas islámicos tenían un piso en Leganés y que
iban a atentar en Madrid"?
Yo no lo sabía, puedo garantizarlo, y no sé de dónde
ha salido esa información. Todas las teorías conspirativas no sirvieron sino
para crispar más la convivencia. Está muy claro quién lo hizo: son restos de la
célula de Abu Dahdah tras la operación Dátil, que se encuentran con los que han
escapado de Marruecos por la represión que sigue a los atentados de Casablanca
y se juntan aquí con un grupo de tíos que quieren servir al Islam y que se
dedican al trapicheo de droga, y compran los explosivos a Trashorras. Está muy
claro qué pasó y cómo pasó, no tiene tres pies el gato.
Embajador,
cuando el CNI emite su primer comunicado tras el atentado apuntado a ETA,
¿había sido usted informado del hallazgo de los detonadores y los versos
coránicos en las inmediaciones de la estación de Alcalá?
No, nadie me había informado del hallazgo de la
furgoneta ni de su contenido. Mire, a nosotros nadie nos informó de nada
durante esos días. Yo hablé esos días tres veces con el presidente (Aznar): el
primer día le dije que con los datos que tenía pensaba que había sido ETA, como
todo el mundo pensó aquella mañana; el día 12 le dije que no me preguntara a mí
porque estaba fuera de juego, que toda la investigación la estaba llevando
Interior en torno a las pistas de la mochila y la furgoneta, y que a mí no me
dejaban meter baza. Y el tercer día le dije: "Mira, presidente, esto huele
a islamista que apesta".
¿Cómo y
cuándo se entera del contenido hallado en la furgoneta?
Nos enteramos de que se había encontrado una
furgoneta pero nadie nos informó de lo que había dentro, nadie nos lo contó,
hasta el punto de que cuando sale en televisión hacemos una foto y con ella
investigamos a partir de la matrícula. Y vemos que es auténtica y no está
doblada, que es la fórmula habitual de ETA. Con lo cual descartamos que fuera
una burda pista falsa.
Según declaró
el portavoz del PP en comisión parlamentaria, usted no dio crédito a la pista
de la furgoneta ni a la reivindicación del atentado que hizo una célula
yihadista en Londres. Si esto no es veraz, ¿por qué no se defendió entonces?
Tuvimos dudas en torno a la furgoneta, como acabo de
contarle, hasta que analizamos la foto. Y sí es verdad que cuando la noche del
11 se produce la primera reivindicación a través del diario londinense, no nos
parece seria: era un corta y pega que indicaba que alguien quería apuntarse el
tanto. Tanto es así que la célula local, cabreada, emite a los dos días su
comunicado poniendo los puntos sobre las íes y haciendo alusión ya a la cita
electoral.
Sábado 13 de
marzo, jornada preelectoral: el ministro Acebes le oculta el hallazgo de las
tarjetas de móviles y la detención de siete sospechosos cruciales. En cambio,
le exigen "por orden del presidente" que desmienta en TVE que el
99,9% de la investigación se dirigía ya a la pista yihadista. ¿Por qué accede a
ello?
Esto sí fue intolerable e indecente. Timermans (entonces
secretario de Estado de Comunicación) me llamó seis veces de parte del
presidente para que saliera en televisión y dijera que seguíamos trabajando en
la pista de ETA, cuando ellos ya sabían que se había detenido a esta gente. Ahí
sí me sentí manipulado y ciertamente muy mal: una cosa es que me dejaran al
margen y no me informaran, y otra es que pretendieran utilizarme de una forma
tan torticera y tan torpe. Y esa misma noche se lo dije a Aznar con estas
mismas palabras. Hice un comunicado escrito que no gustó a nadie, ni a Gobierno
ni a oposición: pedí que nos dejaran trabajar al servicio de todos los
españoles, con lo que quise decir que debía lealtad al Gobierno pero no a sus
luchas partidistas.
Documentos
desclasificados
¿Filtró
documentos Aznar, tal y como le acusó en comisión parlamentaria Gaspar
Llamazares?
Hasta donde yo sé no filtró, pero sí desclasificó,
lo que me pareció muy mal y causó grandes problemas y malestar en el CNI,
porque puso en peligro a mis fuentes europeas, que inmediatamente me cortaron
el grifo. La pista de aquellas informaciones podría costarle la vida a alguien.
Además, no lo hizo por la seguridad del Estado, sino para cubrir algunas
vergüenzas personales. Ahí es cuando le dije que no podía seguir, pero me pidió
que no añadiera problemas, y cierto es que la prioridad era encontrar a
aquellos terroristas que seguían en la calle con mucha dinamita en sus manos.
Así que seguí en el barco hasta que me destituyó el PSOE y quise volver a lo
mío, a una embajada, de donde había venido.
En su libro
lanza una acerada reprobación a la clase política, que "busca lealtades
acríticas". "Por ello no son precisamente los mejores los que se
dedican de forma profesional a la política", escribe. ¿Ha tenido que
esperar a su jubilación para opinar?
Claro, cuando estás en activo tienes que tener mucho
cuidado con lo que dices. Que no tengo una opinión excesivamente buena de los
políticos es evidente: sólo desean a su alrededor gente que les diga lo que
quieren oír y no plantee problemas, y si eres independiente resultas incómodo.
Deberían a veces disfrazarse y acercarse a la calle para no alejarse de la
realidad.
¿Qué futuro
le ve al planeta en manos de estos políticos?
Los partidos necesitan una gran reforma que les
acerque a los ciudadanos, como ocurre en el mundo anglosajón, donde todo
elector tiene su representante en la
Cámara y se dirigen a él directamente. Aquí tenemos listas
cerradas, los partidos no investigan la corrupción, prometen cosas en campaña y
luego hacen lo contrario, el Parlamento no controla al Ejecutivo sino que es su
cámara de resonancia, y se politiza la Justicia. Nuestra
democracia es muy joven y tiene mucho que aprender. Cuando un líder catalán
dice que hay que pulsar la voluntad democrática, habría que preguntarle: ¡¿Pero
cómo puede ser democrática una opinión que se expresa en contra de la ley?! En
Venezuela también hay elecciones, pero la democracia es otra cosa.
Se metió
usted en todo este lío para vivir aventuras en plan Salgari. ¿Ha sido mucho
peor de lo que se esperaba?
Volvería a hacerlo. Tuve la suerte de hacer en mi
vida lo que me gustaba, hay aventuras muy bonitas en el libro. Mi vida ha sido
interesante y estoy contento con ella, y es lo que aconsejo ahora a los chicos
en las universidades: no penséis dónde vais a ganar dinero sino dónde lo
pasaréis bien. Hombre, la época del CNI fue durísima, sin vacaciones ni fines
de semana, te sacaban del cine, del hoyo 7 de golf o donde estuvieras y a
cualquier hora, pero apasionante: tenía más información que nadie en el mundo.
Del 11-S al
11-M, de Bin Laden a la muerte de un Papa, pasando por varias guerras y la
elección del primer presidente negro de la Historia de Estados Unidos. ¿Tiene usted el don
de la ubicuidad?
Mi único mérito ha sido tener la suerte de estar en
momentos importantes en el sitio adecuado, verlo de cerca y en ocasiones, poder
influir como ejecutor. Pero hemos perdido peso internacional: no hay viento
bueno para un barco que no sabe a dónde va. Y esto me duele porque me gusta mi
profesión y quiero a mi país, y hemos vivido en épocas de Felipe y de Aznar
momentos de mayor ambición internacional, con una idea de España clara y un
proyecto de país que se ha perdido.
Pese a esa
suerte, supongo que el espionaje es mucho más trepidante que la diplomacia,
pero ¿no es difícil investigar en un país que no sabe guardar secretos?
Efectivamente. He trabajado en otros países donde a
una comisión se le llama secreta porque lo es. Aquí decías algo y al día
siguiente estaba en todos los periódicos y las radios; tenías que graduar lo
que decías. Nos falta rodaje democrático. Me deja tan perplejo que alguien diga
sonriendo que es democrático ir contra la ley... Estos tíos no pueden ir por
Europa y alguien debería explicárselo.
Dice que todo
lo vivido le ha permitido ver al Estado desde una óptica que muy pocos pueden
tener. Embajador Dezcallar, ¿cuánto sigue callando?
Callo mucho, a veces porque lo marca la ley y otras
por lealtad y por no hacer daño. Callaré siempre.
Opinion:
Pues siendo sincero, coincido plenamente con las víctimas
del 11M con las que he hablado estos dos últimos días. Comentan que estas
palabras y estos comentarios podría haberlos hecho el señor Dezcallar cuando se
celebro el juicio, o incluso antes.
Ahora da la impresión de que solo quiere que se
hable de su libro.
Que pena y que tiempo perdido.
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