16 noviembre
2015 (14.11.15)
“Os vamos a
hacer lo que hacéis en Siria”
Los atacantes gritaron en francés
sin acento y dos hicieron estallar un cinturón explosivo
Pasada la medianoche, en la sala parisina Bataclan se
escucharon hasta siete disparos y seis detonaciones. La policía acababa de entrar.
Los agentes temían que los asaltantes que se habían encerrado en la sala con
cientos de personas que asistían a un concierto de Eagles of Death Metal terminaron haciéndola volar por los aires. Pero la masacre ya se había
ejecutado mucho antes.
El concierto comenzó hacia las nueve de la noche.
Unos 40 minutos después, mientras el vocalista de la banda californiana
empezaba a entonar el tema Kiss the Devil, el público escuchó varias
detonaciones junto a la puerta de entrada. Salidos de un vehículo negro
estacionado junto al Bataclan, tres terroristas acababan de asesinar a los
guardias de seguridad para acceder a la sala, antes de empezar a disparar a
bocajarro entre el público. "Os vamos a hacer los que vosotros hacéis en Siria", gritaron los responsables del ataque,
de unos 30 años y tipología árabe, según varios testimonios, que hablaban
francés sin acento. Quienes se encontraban cerca del escenario lograron
escapar, igual que la banda. No así el resto de asistentes.
Presentes en el concierto, Hervé Antoine y su hijo
Lheureux recuerdan que todo fue muy rápido. “Comenzaron a oírse disparos y los
miembros del grupo se tiraron al suelo”, rememoran. "Había sangre y
cadáveres por todas parte, era difícil no tropezarse. No paraban de disparar.
Logramos escondernos detrás de un mostrador mientras la gente iba cayendo
muerta. Pero ellos seguían disparando. Se hacía interminable”, relata Hervé.
Según los presentes, quienes se movían o sacaban sus móviles eran eliminados al
acto. Su hijo recuerda que, al final de esa tensa espera, la policía entró en
la sala y lanzó varias granadas intimidatorias. “Ahí empezaron los disparos.
Creo que debieron liquidarles, y entonces pudimos salir. Pero se hizo eterno”,
afirma.
La operación policial que puso fin al secuestro de
la sala fue conducido por dos unidades de élite de la policía francesa pasadas
las 12.30 de la noche. Encerrado en los servicios junto a tres personas más,
Pierre Janaszak, presentador radiofónico, logró sobrevivir. Desde su escondite,
escuchó a los terroristas negociar con la policía. “Es culpa de vuestro
presidente. No tendría que intervenir en Siria”, decían. Según el fiscal de
París, François Molins, también se refirieron a Irak. Los tres terroristas
fallecieron durante el asalto. Uno de ellos, por un tiro de los agentes. Los
otros dos hicieron estallar su cinturón explosivo en los camerinos de la sala
de conciertos, según distintos testimonios. Uno de los autores del ataque al
Bataclan, identificado por la huella digital de un dedo amputado, es un
ciudadano francés nacido en 1985 en la periferia sur de París, fichado por los
servicios policiales por su “radicalización”.
La sala de conciertos ya había sido objeto de otras
amenazas. En 2011, el terrorista Farouk Ben Abbes, integrante de un grupo
vinculado a Al Qaeda en Gaza, confesó a la Dirección General
de la Seguridad
Interior haber tenido en mente “un proyecto de atentado
contra el Bataclan”. Otro miembro del mismo grupo habría confiado en un
interrogatorio que el motivo era que “los propietarios de la sala son judíos”.
Su actual propietario es el industrial Arnaud Lagardère, que adquirió el 70% de
las acciones en septiembre de este año.
En las inmediaciones de la sala, algunos vecinos
protestaban por la desprotección, recordando que el atentado contra la redacción de Charlie Hebdo tuvo lugar a 500 metros . La mayoría
de comerciantes prefirieron cerrar ayer. Pero Jacky, que regenta una tienda de
antigüedades frente al Bataclan desde hace más de 40 años, decidió levantar la
persiana. “No podemos bajar los brazos. No le negaré que me da miedo terminar
con una bala perdida. Pero no nos queda otro remedio que seguir viviendo”. En
plena Plaza de la República ,
un colectivo de street art pintaba el lema de París: Fluctuat
Nec Mergitur. Su traducción
transcribe lo que muchos sentían ayer: “Batida por las olas, pero no hundida”.
Opinión:
Para empezar,
compartir la frase del tendero al decir "no nos queda otro remedio que
seguir viviendo”. Entiendo perfectamente esa sensación y así lo hemos hecho
miles de víctimas del terrorismo en este país. Lo que si quiero hacer público
es el haber recibido numerosas llamadas y contactos con amigos y personas desconocidas
que mostraban su temor ante lo que podamos encontrarnos en el futuro. Eso es
precisamente lo que buscan los terroristas en cualquier punto del mundo: socializar
el terror, hacer colectivo el miedo.
Y no pueden ni deben
conseguirlo.
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