25 agosto 2016
Editorial
Otegi y el fin del terrorismo
Arnaldo Otegi no
podrá, en principio, ser candidato a lehendakari por EH Bildu en las elecciones
autonómicas del próximo 25 de septiembre...
Arnaldo Otegi no podrá, en principio, ser candidato a
lehendakari por EH Bildu en las elecciones autonómicas del próximo 25 de
septiembre. La Junta
Electoral territorial, haciendo suyas las tesis de la Fiscalía , afirma que la
sentencia por la que cumplió más de seis años de prisión le inhabilita hasta el
2021. Y rechaza, por tanto, las tesis de la defensa del líder radical
abertzale, cuyo entorno ha anunciado que agotará todos los recursos. En última
instancia será el Tribunal Constitucional el que decida.
Existen dos vertientes que
considerar en esta prohibición: la jurídica y la política. El nudo de la
cuestión legal es si la reducción a seis años y medio de la pena de cárcel a
Otegi dispuesta por el Tribunal Supremo afecta o no a la condena de
inhabilitación política de diez años impuesta por la Audiencia Nacional.
La sentencia del Supremo habla sólo de la reducción de pena de cárcel y no hace
mención a la de inhabilitación política. Este vacío legal es el principal
argumento jurídico de Otegi para reivindicar su derecho a presentarse a las
elecciones. Una interpretación que abonó hace quince días el fiscal superior
del País Vasco. “Nada es blanco o es negro. Todo es discutible”, admitió Juan
Calparsoro, aunque se desdijo inmediatamente después. Quizás no sería
descabellado relacionar esta rectificación con el carácter jerárquico de la Fiscalía. En todo
caso, habrá que esperar a la decisión que tomen la Junta Electoral
del País Vasco y, en su caso, el Tribunal Constitucional.
Pero es evidente que más allá de la
mera cuestión jurídica está la política. Casi cinco años después de que ETA
anunciara su renuncia al terrorismo –en octubre del 2011–, y dado que desde
entonces no ha habido por su parte ningún atentado que rompiera aquella
histórica decisión, la mayoría de los vascos desea avanzar ahora en la
normalización de su vida política. La cuestión tiene mucho que ver con las
víctimas del terrorismo etarra y sus familiares. Aunque se han dado algunos
pasos hacia la reconciliación (encuentros de militantes de ETA y sus víctimas,
declaraciones del entorno de la izquierda abertzale pidiendo perdón, etcétera),
lo cierto es que se echa en falta una respuesta clara y contundente que restañe
en parte el inmenso dolor provocado por 43 años de disparos y bombas, con 829
muertos.
Otegi se ha referido recientemente
a dicho dolor, diciendo que “todo el mundo ha contribuido en este país al
sufrimiento”, un argumento injusto puesto que equipara a las víctimas del
terrorismo con las víctimas de la represión del Estado. Si bien todas las
acciones que tuvieron como consecuencia esas víctimas son por igual inmorales y
reprobables, algunas de ellas asumían voluntariamente el riesgo que suponía
optar por lo que llamaban “lucha armada”, mientras que sus víctimas no tuvieron
elección. Otegi fue uno de los que, desde el entorno radical, más contribuyeron
en clave interna a que la banda abandonara definitivamente las armas. Pero los
familiares de las víctimas de ETA tampoco olvidan que durante años se mostró
insensible a su dolor.
Apartar a Otegi de la carrera
política –al margen de que sus expectativas electorales estén en declive–
podría conllevar el riesgo de abonar su victimismo. Y la campaña de Bildu
girará en torno a su persona, sea o no al fin el candidato. El silencio que
observa el PNV es, en este sentido, harto significativo. Pase lo que pase, es
hora de que ambas partes, y en especial la izquierda abertzale, pongan punto
final definitivo y explícito a un periodo tan dramático como el que alimentó
ETA.
Opinión:
Sólo decir que es un excelente análisis de la situación. De 10 sobre 10.
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