28 agosto
2016 (17.08.16)
Jueces detectan descoordinación en
operaciones antiterroristas
Denuncian en Interior
duplicidad en media docena de investigaciones dependientes de CITCO
Antiterrorismo ficha
a “hackers” del este contra el yihadismo
«En estos momentos, en cuestión de coordinación policial
contra el terrorismo estamos peor que cuando no existía el Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y
el crimen Organizado (CITCO). Antes sabías que no estabas coordinado,
ahora crees que lo estás y no lo estás, de modo que los errores entre policías
en los atentados del 11-M, que motivaron la creación de este centro, se podrían
volver a repetir». Un alto cargo policial explicaba de este modo tan
contundente la situación en la que se encuentra en estos momentos el CITCO,
creado en octubre de 2014 y uno de los organismos más necesarios en cualquier
coyuntura, pero todavía más en la actual.
Otro
alto responsable, en este caso de la Guardia
Civil , atempera el diagnóstico: «Peor que antes que el CITCO
es imposible. A ninguno nos gustaría volver a aquellas reuniones de
coordinación en la que se suponía que íbamos a poner datos en común y aquello
parecía una partida de mus. Nadie quería facilitarle datos a la competencia.
Este centro de inteligencia es importante, apostamos por él y es útil...
siempre que se utilice en el modo como fue concebido».
Precisamente,
según las fuentes consultadas por este periódico, esa última parte es la que no
se cumple: al menos en media docena de ocasiones, jueces de la Audiencia Nacional han denunciado ante la Secretaría de Estado de Interior duplicidad de investigaciones. Se han dado casos
en los que un cuerpo policial ha detenido a colaboradores de otro porque no hay
un registro en el que consten sus identidades, a pesar de que la necesidad de
esta lista fue una de las conclusiones a las que llegó la comisión que
investigó el 11-M. Así, se han producido detenciones o se han abierto
investigaciones contra agentes que actuaban de forma encubierta. Todos los
cuerpos policiales se guardan datos de las investigaciones, por desconfianza o
para apropiarse de las indagaciones, torpedeando el principio básico por el que
fue creado este organismo y, por lo tanto, su eficacia.
El
CITCO nació, según los textos oficiales, con la vocación de ser el órgano de
«recepción, integración y análisis de información referida al terrorismo, la
criminalidad organizada y los radicalismos violentos». Su función es la de
elaborar «inteligencia estratégica, ofrecer una valoración de esas amenazas y
proponer y coordinar estrategias para combatirlas». El ejemplo que se utilizó
para defender su puesta en marcha fue el dato de que «en España, al menos el
20% de las personas encarceladas por presunta pertenencia al terrorismo
yihadista entre los años 2005 y 2011 habían estado en prisión por la comisión
de otros delitos».
El
procedimiento elegido para garantizar la coordinación consiste en que cada uno
de los cuerpos policiales graba los datos de sus investigaciones en su sistema
informático y, después, esos datos (que incluyen direcciones, teléfonos,
escuchas, documentos y cualquier aportación valiosa) son trasladados a la base
del CITCO. Si se produce alguna coincidencia, los ordenadores dan el aviso y se
convocan reuniones hasta dirimir qué cuerpo sigue con la investigación.
Teóricamente, los criterios para determinar quién tiene prioridad están claros:
seguirán con el caso los investigadores que antes hayan instalado una escucha
telefónica a uno de los sospechosos, o quienes antes lo hayan judicializado o
quienes estén inmersos en una investigación internacional. El sistema falla si
los datos no se introducen y si se buscan subterfugios para obviar los
ordenadores del CITCO.
Al
menos en media docena de ocasiones -una investigación referida a ETA y
el resto, al yihadismo- jueces de la Audiencia Nacional
han acudido a la Secretaría
de Estado, sobre la que recae la coordinación de las Fuerzas de Seguridad a
esos niveles, para que ponga orden porque un mismo caso había llegado por
diferentes vías a varios juzgados.
Fuentes
consultadas por este diario aseguran que la Policía intenta
orillar al CITCO poniendo en conocimiento de la Fiscalía de la Audiencia Nacional
sus investigaciones. Así, hacen recaer la responsabilidad de la coordinación en
un Ministerio Público que no tiene ni las atribuciones ni la capacidad para
ejecutar esa función, pero se aseguran de que los procedimientos tienen
cobertura legal. Los agentes han venido argumentando que no están capacitados
para registrar en los ordenadores del CITCO información -que califican de
material clasificado- cuando les ha sido facilitada por el CNI o por una oficina de inteligencia
extranjera como el FBI, y admiten que mezclan los conceptos de colaborador y
testigo protegido para no tener que comunicar sus identidades.
Hasta
el momento, ese tipo de comportamientos no ha recibido más que advertencias sin
consecuencias por parte de la dirección del organismo -encabezada por el
comisario José Luis Olivera-
y de la Secretaría
de Estado. Los agentes de la
Guardia Civil , por suspicacia, responden evitando también el
registro de algunos de sus datos. «Se han producido casos en los que agentes de
diferentes cuerpos se encuentran en la calle sin saber que están cercando al
mismo sospechoso», ilustra un mando del Centro.
La
objetividad de los tribunales que deciden quién continúa con las
investigaciones es otro de los asuntos controvertidos. Los policías más críticos
consideran que la dirección del CITCO está promocionando a sus afines y los
guardias civiles creen que la composición de los tribunales no está equilibrada
y sus decisiones no son ecuánimes.
«Es
mejor tener CITCO que no tener nada», sostienen los propios investigadores,
«pero si no se corrigen esos errores, puede acabar siendo ineficaz», advierten.
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