13 junio 2022
El jefe de la Unidad Antiterrorista de la Policía: "En la yihad barata se anima a cometer atropellos y puñaladas"
El Mundo accede a la Comisaría General de Información, que opera con la premisa de trabajar para que no pase nada. "Estamos encima de todo", advierte el jefe de la Unidad Central Contraterrorista
La Unidad Central Contraterrorista de la Comisaría General de Información (CGI) de la Policía Nacional lleva consigo la intuición, la técnica y la experiencia. Con ellas transita por las razones del universo yihadista un tifón constante que mantiene a España en el nivel de alerta 4 sobre 5 desde 2015.
Esta unidad de inteligencia cultiva instantes decisivos para la seguridad nacional y, en esencia, sus agentes trabajan para que no pase nada. Sencillo y complejo a la vez. La prevención como base. Es la Comisaría que nunca duerme.
El Mundo ha accedido a ella de la mano de su máximo responsable, quien hace un fino análisis del backstage y acerca, hasta donde puede, las costuras de la lucha contra el terrorismo yihadista en nuestro país desde su principal arma: la anticipación. «Trabajo, trabajo y más trabajo», resume.
España se ha convertido en el país del mundo donde, cada año, se lleva a cabo el mayor número de operaciones contra el terrorismo yihadista internacional. La mayoría son de esta Comisaría. Al jefe de la unidad, sin embargo, no le gusta detenerse en la estadística que, por cierto, es arrolladora: 175 operaciones y 395 detenidos desde 2014.
El comisario principal repele los elogios, huye de los estereotipos y aleja a los agentes de cualquier boato porque el equipo que dirige prefiere la sutileza a la espectacularidad.
La unidad concentra investigaciones de todo tipo desde personas que se autoadoctrinan, que adoctrinan a otros, que financian y colaboran hasta quienes están preparados para pasar a la acción pasando por los que están integrados.
«Nuestra prioridad es anticiparnos porque nos enfrentamos a comportamientos impredecibles. No perdemos un solo minuto a la hora de neutralizar la amenaza. Estamos encima de todo», advierte. Ese «todo» engloba el seguimiento de las rutas del dinero, los espacios físicos y el virtual porque, tal como indica, «la mayor parte de las investigaciones nace de la monitorización en redes sociales».
Controlar Internet es, apunta, «fundamental». El Daesh lo utiliza, entre otras cosas, para hacer llamamientos mundiales a lobos solitarios a quienes -ante la imposibilidad de organizarse por la presión policial- «animan a cometer acciones con cuchillos y atropellos. Es la llamada yihad barata».
En España no se puede hablar de riesgo cero, pero a diario la unidad sigue la pista al yihadismo y se activa ante cualquier sospecha. Su comisario principal vive adosado a estos análisis, que sigue al minuto. Queda claro que el yihadismo es poliédrico, elástico y urgente. Y en base a esto, trabaja la unidad. La casuística es muy variada.
La Comisaría ha detenido a retornados de gran peligrosidad como sucedió en 2020, cuando los agentes arrestaron en Almería al hijo del que fue portavoz de Al Qaeda cuando se cometió el atentado contra las Torres Gemelas. Había combatido y en la vuelta fue interceptado. Entró en patera y en España estaba de paso. Llegó con documentación falsa y había alquilado un piso en Almería durante un mes. En la operación colaboró el Centro Nacional de Inteligencia (CNI).
Un año antes, en 2019, la unidad dio con un joven de origen marroquí que tenía precursores de explosivos en su casa. Estaba dispuesto a dar el paso, a pasar a la acción.
Especialmente gráfica también fue la operación en la que se arrestó a otro hombre que que tenía un manual de envenenamiento y se fue a trabajar al lado del Canal de Isabel II. De nuevo, la anticipación. «Detener es la única forma de prevenir», zanja.
El presente del yihadismo en España lo traza el jefe de la unidad de manera tajante: «La mayor parte de las operaciones son detenciones de personas y grupos que están en procesos de radicalización».
Pero, ¿qué pasa cuando explota una operación? La unidad roba horas al reloj. Los agentes tienen tres días para abrochar las actuaciones y analizar los equipos para presentarlos en el juzgado. Son turnos de un día entero. 72 horas sin descanso. Así pasó el equipo una Navidad.
Como curiosidad, el comisario principal revela el motivo por el que los yihadistas lanzan mensajes en redes en castellano. «A la yihad le viene bien España para atraer al mundo sudamericano, de ahí que lancen mensajes en nuestro idioma». Ha habido, de hecho, operaciones bilaterales aunque, tal como indica, han sido pocas.
La Unidad Central Contraterrorista de la Comisaría General de Información trabaja desde el punto de vista de la inteligencia y del de la policía judicial y, aunque el yihadismo es su vertiente más conocida, también doman asuntos de genocidios, de lesa humanidad y crímenes de guerra.
A pesar de la trascendencia de su trabajo -sus investigaciones son unas de las más perseguidas por los medios de comunicación-, el principio por el que se rige la unidad lleva a sus agentes a huir de los focos. «El trabajo no es el éxito de nadie en concreto. Es de la Comisaría General de Información», finaliza el comisario principal.
El comienzo de la lucha en España
La historia del yihadismo en España no empezó el 11-M. Arrancó en 1985 en Torrejón de Ardoz en el que es, probablemente, el atentado más olvidado. El jefe de la unidad lo tiene muy presente. Lo rescata rápidamente al inicio del encuentro para ilustrar la evolución de este tipo de terrorismo.
Aquella primera embestida de Al Qaeda en territorio nacional dejó 18 muertos y 82 heridos y se registró en un bar muy frecuentado por estadounidenses por su proximidad a la base norteamericana. La columna vertebral de la Policía en el combate contra esta modalidad de terrorismo tuvo que dar un giro a su estrategia en 2004, con los atentados del 11-M, tras centrarse durante décadas en ETA. El trasvase no fue traumático.
«Conocíamos el terreno del terrorismo. Sólo teníamos que cambiar la forma de trabajar, migrar los procedimientos que usábamos. Los agentes aprenden trabajando. Aprendemos a base de correr detrás de los terroristas». Este camino, prosigue el comisario principal, «lo marcó la evolución de la propia yihad y fue la propia Comisaría General de Información, con sus jefes a la cabeza, la que decidió que había que cambiar ante el nuevo horizonte que teníamos delante».
El equipo es un engranaje perfecto que aúna investigadores, 80 traductores, agentes encubiertos y confidentes, esta última figura clave para que muchas de las investigaciones lleguen a buen puerto. Vigilar sin ser visto.
Opinión:
"En la yihad barata se anima a cometer atropellos y puñaladas" es un titular que despierta la curiosidad. Al fin y al cabo, si existe una yihad “barata” es que también deberá existir una yihad “cara”.
Y es un titular tras el que, una vez leído, uno espera encontrar un dato concreto: la importancia que merece la víctima, ya sea de la yihad “cara” o de la yihad “barata”. Pero no, no se habla de que una muerte significa para la familia y el entorno exactamente lo mismo, lo haga un terrorista utilizando un procedimiento “caro” o “barato”.
Por otro lado, leer que “nuestra prioridad es anticiparnos porque nos enfrentamos a comportamientos impredecibles. No perdemos un solo minuto a la hora de neutralizar la amenaza. Estamos encima de todo”… decía que leer esto cuando se van a cumplir los cinco años de los atentados de agosto de 2017 nos demuestra que lo de la anticipación y las neutralizaciones no son siempre lo que parecen.
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