miércoles, 21 de agosto de 2019

21 agosto 2019 Blog Anna Quintana (psicóloga)

21 agosto 2019 Blog Anna Quintana (psicóloga)
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VÍCTIMAS PSICOLÓGICAS DEL ATENTADO DEL 17ª

¿POR QUÉ NO SE RECONOCEN A LAS VÍCTIMAS PSICOLÓGICAS DEL ATENTADO DEL 17A?

El porqué no se han reconocido como víctimas psicológicas del atentado del 17A a tantas personas que lo han solicitado es una questión misteriosa para mí.
Como psicóloga especialista en trauma, tengo el honor de colaborar con La Unidad de Atención y Valoración a Afectados por Terrorismo (UAVAT). Ellos velan porque las personas afectadas por los ataques terroristas en Barcelona y Cambrils del 17 de agosto de 2017 tengan la ayuda legal y psicológica que precisen. Es por ello por lo que he tratado en mi consulta a personas con secuelas psicológicas por lo que vivieron ese horroroso día hace ya 2 años.
Y he sabido con una buena dosis de incredulidad primero y de enfado después que el Ministerio del Interior sólo ha reconocido a una de las 64 víctimas psicológicas del atentado del 17A. Su justificación es que no ven nexo causal entre el atentado y sus lesiones psicológicas, no estaban en la trayectoria directa de la furgoneta o no constan en la lista de heridos de la Generalitat. ¿Es que no saben que para que una persona desarrolle un Trastorno por Estrés PosTraumático (TEPT) no hace falta ninguna herida física – ¿y entonces, para qué has de ir al médico después del ataque terrorista, si por suerte la furgoneta no te ha alcanzado? – y que pasan unas semanas hasta que la persona se da cuenta que lo que le pasa no es cosa de un simple susto?

SÍ EXISTEN VÍCTIMAS PSICOLÓGICAS

He tratado durante meses una chica que el 17A se encontraba tranquilamente mirando los souvenirs de un quiosco en Las Ramblas, cuando de repente, oyó un gran estruendo y todo el quiosco sufrió una sacudida que la tiró al suelo. Era la maldita furgoneta que había chocado contra él. Ella quedó en shock. No podía entender porque su amiga le gritaba “¡corre!” desesperadamente. Empezó a correr con un gran miedo en el cuerpo sintiendo que su vida estaba en peligro. Después de ello, y hasta casi dos años después, fue incapaz de volver a las Ramblas, visitar monumentos turísticos, y reaccionaba con mucha angustia a ruidos y movimientos inesperados. Ella sí que llegó a ir a urgencias para que la curaran de la herida que se había hecho en la rodilla al caer, la derivaron al CUESB (Centre d’Urgències i Emergències Socials de Barcelona) y la incluyeron como víctima. Incluso la derivaron a la Unidad de Trauma y Crisis. Pero todo esto no ha sido suficiente para reconocerla como víctima psicológica del ataque terrorista.
Otra chica que he tenido el placer de conocer y tratar, vio el escenario del ataque desde la ventada del piso superior de la tienda de Las Ramblas en donde trabajaba. Cuerpos inertes en el suelo, gente gritando y llorando, gente corriendo aterrada… Se tuvieron que esconder en un vestidor de la tienda durante un buen rato. Después, los mossos, armados hasta los dientes, les tuvieron retenidos mientras registraban el local y a ellos mismos por si el terrorista estaba escondido allí. Les hicieron salir con las manos en alto a la Plaza Catalunya, siempre con la incerteza de si el terrorista estaba allí con ellos. Y cuando le dijeron que se podía ir a casa, se vio envuelta en una avalancha de gente que corría despavorida debido a una falsa alarma. Para ella, fueron horas de sentirse continuamente en peligro. No es de extrañar que sólo después de tratamiento psicológico y mucha voluntad haya podido acercarse al centro de Barcelona, o tolerar ver una furgoneta de los mossos sin angustiarse. Cuando está en un lugar con mucha gente (el metro, por ejemplo), aún tiene miedo de que a alguien se le ocurra hacer otro atentando y se pone en alerta máxima o sencillamente evita el lugar.
Lo que les pasa a estas dos personas son los resultados psicológicos de haber estado expuesto a una situación traumática, de haber desarrollado un TEPT.
Las autoridades legales justifican el no reconocimiento de víctimas psicológicas del atentado del 17A a las personas que lo han solicitado en que no se puede probar la conexión entre su sintomatología y la exposición al atentado terrorista. Nosotros, los psicólogos que hemos tratado (y en algunos casos aún estamos tratando) a estas personas, hemos emitido informes detallando su estado psicológico y sus secuelas. Las conocemos muy bien. La relación con nuestros pacientes se basa en la confianza. No nos han engañado (como expertos, lo habríamos detectado enseguida). Pero, así y todo, a Interior esto no le ha servido.
Eran personas completamente normales y funcionales antes del atentado. Después de estar expuestos a él, han desarrollado fobias, miedos, intolerancia a estímulos que les recordaban detalles del atentado, imposibilidad de volver a Las Ramblas y sus cercanías o a monumentos turísticos. Han estado constantemente en un estado de angustia y de alerta. Han tenido el miedo metido en el cuerpo durante meses y meses. Pero parece que no se merecen ser reconocidas como víctimas psicológicas.
Hace tan sólo unos días, una persona me mandó una foto de ella sobre el mosaico de Miró en Las Ramblas con un mensaje que me anunciaba con gesto triunfante que había sido capaz de ir allí por segunda vez. Aún no había podido hacer todo el recorrido de esta hermosa calle.  “¡Disfrútalo!” le dije. ¿Porque acaso, Las Ramblas no son para disfrutarlas? Para las víctimas psicológicas, aún no del todo…




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