martes, 27 de agosto de 2019

25 agosto 2019 (3) Faro de Vigo (entrevista)

25 agosto 2019



De tornero de Vulcano a terrorista de ETA
Tras la desconvocatoria de la huelga del 72 desapareció por completo de Vigo y Galicia.
Ni sus compañeros y amigos, ni su familia, supieron nada de él hasta que la policía desveló las identidades de los etarras de Hipercor

El 27 de septiembre, día siguiente de la desconvocatoria de la huelga general de Vigo de 1972, tocaba reintegrarse a los puestos de trabajo en las empresas que habían estado paralizadas. Antonio Sangabriel, miembro del Comité de Vulcano, echó de menos a quien era su compañero más cercano dentro del propio comité, y uno de los principales los líderes de aquella histórica movilización obrera que estalló en las víperas del penúltimo suspiro del franquismo. Sangabriel no supo absolutamente nada de su amigo hasta que, quince años más tarde, los medios de comunicación publicaban los nombres y apellidos identificados de los miembros del comando etarra que habían perpetrado la mayor masacre de la trayectoria terrorista de ETA, el atentado de Hipercor en Barcelona, con el siniestro balance de 24 muertos y más de 40 heridos. Entre aquellos etarras se encontraba un individuo llamado Rafael Caride Simón. “¿Rafael? ¿Pero cómo es posible?” Antonio Sangabriel casi no se lo podía creer. Se trataba del mismo hombre con el que, codo con codo, participó, siempre en primera línea, en los preparativos y en las acciones de la huelga del 72. Tras cerciorarse, no tardó en responder su propia pregunta: sí, era el mismo hombre pero ¿también la misma persona? “Es un pregunta que todavía me hago hoy -reconoce el histórico líder sindical- y todavía no soy capaz de responderla”. Y es, también, lo mismo que se preguntan quienes trataron a Caride Simón en aquellos años, de sus compañeros de partido (PCE), de sindicato (CCOO), de barrio (San Paio ...) Y todos son unánimes a la hora de definir cómo le recuerdan:“Un gran compañero, un gran luchador,un buen amigo, un tipo en el podías confiar a ciegas...”, a lo que Sangabriel añade: “Y un hombre del que aprendimos todos mucho sobre cómo había que hacer sindicalismo. Porque, a diferencia de la mayoría de nosotros, que de aquella éramos muy novatos en estas lides, él tenía las cosas muy claras y sabía exactamente lo que había que hacer. Era un líder nato”.
Rafael Caride Simón (Vigo,1945), tornero de profesión, de procedencia familiar humilde, había ingresado muy joven en Factorías Vulcano. No tardó, pese a su breve formación académica, en militar en las células del PCG en Vigo e incorporarse a su sindicato clandestino en ciernes, Comisiones Obreras, cuya estrategia consistía en aprovechar rendijas de la legislación vigente para “colarse” en los comités de empresa, preferentemente de las del metal. Ya en los años 60 Caride era conocido por los “obreros rebeldes” que llevaron a cabo las luchas reivindicativas tanto en Vigo como en Ferrol, por eso Sangabriel admite que “era, sin duda, el más experto en las tácticas de lucha obrera”. A la altura de 1972, Caride ya estaba casado con la que fue su primera pareja conyugal, Deolinda Calvar Fernández, con la que tuvo dos hijas en un matrimonio que, aparentemente, era feliz. Cuando Deolinda se enteró de que su, ya ex marido, era uno de los responsables del atentado de Hipercor, su reacción no pudo ser más rotunda:“Tuvo que haberse convertido en un anormal para ser el responsable de la matanza de Barcelona”. Y eso que, a esa altura, el matrimonio ya se había roto y Deolinda lamentaba que “desde que nos abandonó, no se preocupó de sus dos hijas ni se molestó siquiera en enviar un ramo de flores cuando falleció la mayor”.
Las últimas pistas gallegas sobre Rafael Caride le sitúan como empleado en la empresa Pescanova, desde la cual se especula que pudo ser destinado al País Vasco. Se localiza su presencia en Bilbao entre los años 1977 y 1983, año en el que huyó a Francia, dato que conduce a una inequívoca conclusión: ya estaba fichado por la policía y no precisamente por sus actividades sindicales (en la central abertzale LAB) sino porque había ingresado en ETA. A esas alturas ya había dejado atrás a Deolinda y se había unido a otra mujer. Sus ex compañeros de Vigo, no obstante, insisten: “No lo hemos vuelto a ver en persona desde el 26 de septiembre de 1972. Sólo en fotos de prensa y en imágenes de televisión”. Lo recalca especialmente un compañero con el que tuvo una relación de amistad, Juan Benavides, por aquel entonces obrero de Citröen, militante del PCE y, por supuesto, de Comisiones Obreras: “Durante la huelga-recuerda- estuvimos muchas veces juntos y, en cierta ocasión, nos detuvieron y casi estuvieron a punto de meternos en la cárcel a los dos. Felizmente, de esa nos libramos”. El buen recuerdo que Benavides tiene de Caride Simón durante los años de lucha sindical en Galicia no quita que confiese que, durante la breve estancia del etarra en la prisión de A Lama, “me planteé muy seriamente hacerle una visita, en recuerdo de los viejos tiempos, pero al final lo pensé mejor y decidí no hacérsela. Me pesó más el dolor que había causado a tantas personas que nuestra antigua amistad; así que no, no fui a verle a A Lama ni tengo el más mínimo interés en encontrarme con él. Porque si todos los atentados ya de por sí me parecen deplorables, el de Hipercor es de todo punto miserable, impresentable, injustificable...Repudio con todas mis fuerzas lo que hizo”.
Uno de los enigmas que rodean la decisión de Rafael Caride de ingresar en ETA estriba en que, ala par que se producían aquellas movilizaciones obreras, se estaba gestando una escisión dentro del Partido Comunista de España, la de la OMLE y, posteriormente, del PCE (r)o, lo que es lo mismo, la formación política de la cual saldría el GRAPO, al que se atribuye su primer atentado, el 8 de octubre de 1975, con el asesinato de Juan Antonio Alba Escalera. El Grapo nació, sí, en Vigo, y en su núcleo inicial se encontraban varios gallegos. Entre ellos, Abelardo Collazo Araujo, otro sindicalista. “Por supuesto que Rafael Caride conocía a esta gente, a los partidarios de la lucha armada; los conocía él y los conocíamos todos porque, hasta la escisión, fueron compañeros nuestros en el PCE y en Comisiones- relata Juan Benavides-. Pero, que yo sepa, Caride nunca concordó con ellos. Rafael era un echao palante, sí, y algunas veces tuvimos que pararle los pies porque ciertos métodos suyos rozaban lo violento, pero de ninguna manera podría afirmar, en aquella época, que era un terrorista, ni mucho menos. La suya, mientras estuvo con nosotros, era una lucha sindical enmarcada en una lucha, más amplia, que era la de acabar con la dictadura”. “Además -continúa Benavides- te digo una cosa: se le acusa de ser el jefe del comando Barcelona, de haber aparcado en los bajos de Hipercor el coche en el que estaban las bombas que luego hicieron explotar, pero yo estoy casi seguro de que el Rafael que yo conocí hubiese sido incapaz de colocar esas bombas. Otra cosa es en el tipo de persona en que se convirtió después y la razón por la que se metió en ETA. Yo, de eso, no puedo decir nada”.
Tan poco se han probado, ni de lejos, contactos de Caride Simón con la rama armada de la primera UPG (Moncho Reboiras) ni con el FRAP , así como tampoco con la Assembleia do Povo Unido de la que, a finales de los 80, surgió el Exército Guerilheiro do Povo Galego Ceibe. Sí hubo relaciones entre el hoy BNG (antes BNPG) y Herri Batasuna, relaciones que se rompieron en las elecciones al Parlamento europeo celebradas en 1987, cuando los nacionalistas gallegos se desmarcaron radicalmente de los vascos. Tan solo una escisión del BNG, laFrente Popular Galega, continuó “hablando” con HB, al punto de pedir el voto gallego para los abertzales en aquellos comicios. De todas formas, a Caride Simón no se le conocía, hasta su traslado a Euskadi, devoción alguna por los nacionalismos independentistas, ni siquiera por los gallegos. Del atentado de Hipercor se celebraron dos juicios, uno en 1989 y otro en 2003, a cuatro miembros deETA (Domingo Troitiño, Josefa Ernaga, Santiago Arróspide - alias Santi Potros y Rafael Caride Simón). A éste último se le sentenció con la pena de 790 años y medio de cárcel como “ideólogo del atentado y participante en el mismo”. Fue extraditado en el año 2000 y condenado en el juicio de 2003. El pasado lunes terminó definitivamente de cumplir su condena, aunque ya disponía del segundo grado desde 2017.“Yo -declara Eduardo Fernández- uno de los máximos dirigentes de CCOO durante la huelga de 1972-, al Caride de ETA no lo conozco de nada. A quien sí conocí fue a Rafael, un compañero valiente, generoso, con quien hice varios viajes a Madrid para hablar con los máximos dirigentes del PCE y de Comisiones. Por eso te digo, y no te lo voy a ocultar, que si ahora mismo me lo encontrase en la calle no tendría ningún problema en darle un abrazo y tomar un café con él, porque eso sería un asunto personal. Ahora bien, a lo que me negaría esa participar en cualquier homenaje que se le hiciese, de esos que ahora se le tributan a los veteranos de ETA que salen de la cácel. Estoy en contra de esto totalmente. Tienen derecho a vivir libres el resto de sus días, pero no merecen ser homenajeados”.
No debería preocuparse Fernández por ello. A Rafael Caride Simón n se le rendirá homenaje alguno, ni dentro ni fuera de Euskadi, porque en 2003 hizo pública su ruptura con ETA y un arrepentimiento (¿sincero?) por el daño causado a víctimas y familiares.“Yo lo que creo es que Rafael, en un momento dado, cometió una grave equivocación: se planteó elegir entre la lucha sindicalista en LAB y armada en ETA. Y, lamentablemente, eligió ETA”, concluye Fernández. A Antonio Sangabriel también le preguntamos qué haría si se volviese a encontrar con Rafael Caride Simón paseando, por ejemplo, por Vigo.- Me quieres poner en un apuro ¿no? –responde entre sonrisas- Pero te voy a decir la verdad y lo que yo siento: lo saludaría y hasta es posible que le diese un abrazo.


JUAN BENAVIDES
“Estuve a punto de visitarle en A Lama, pero no quise: había causado mucho dolor”

ANTONIO SANGABRIEL
“Era muy decidido. Todos aprendíamos de él tácticas sindicalistas”


EDUARDO FERNÁNDEZ
“En Euskadi, se planteó elegir entre sindicalismo o ETA y se equivocó: eligió ETA”


“Está arrepentido, pero no lo perdonaré nunca”
Roberto Manrique, superviviente del atentado, mantuvo un cara a cara con Caride

Roberto Manrique fue, durante varios años, portavoz de las víctimas del atentado de Hipercor, donde trabajaba como carnicero. Hoy se dedica a asesorar a víctimas de acciones terroristas desde la Unidad de Atención y Valoración de Afectados por el Terrorismo.
Su figura fue objeto de la polémica cuando, en junio de 2012, aceptó mantener una entrevista con Rafael Caride Simón a requerimiento del etarra, quien quería así manifestarle cara a cara su arrepentimiento por el atentado: “Si acepté mantener aquel cara a cara con él -puntualiza Manrique- fue porque ETA aún no había decretado el alto el fuego definitivo. Todavía estaba en activo. Si la petición se hubiese producido después del alto el fuego, yo no hubiese accedido a verme con él. Me habría parecido que lo hacía por pura conveniencia, para ver si le aligeraban la pena o algo sí”.

“Después de esa entrevista -prosigue Manrique- se dijeron cosas falsas. Por ejemplo, que era yo quien había citado a Caride Simón, y no al revés como así había sucedido. También se me acusó de haberle estrechado la mano, cuando ni lo hice ni tengo pensado hacerlo jamás”. Lo que sí hizo fue creer en la sinceridad del terrorista arrepentido: “Sí, eso es verdad, creí y creo que su arrepentimiento era sincero, y por eso lo acepté. Eso sí, ni él nos pidió perdón ni yo, por mi parte, le he perdonado ni le perdonaré nunca”. Aquella era la segunda vez que Manrique se encontraba con Caride. La primera había tenido lugar en el juicio de Hipercor de 2003 “en el que -recuerda Roberto- me indignó la actitud chulesca tanto de él como de su compañero Santi
Potros, pero el Caride de 2012 parecía no ser el mismo”. Y de hecho, en parte no lo era: el vigués había decidido romper sus vínculos con ETA, y esta decisión, que tomó junto a otros exmilitantes presos, provocó que desde entonces el entorno de ETA abominase de ellos.
Una de las preguntas que Roberto Manrique le hizo a su verdugo fue: ¿Qué pinta un gallego como tú en ETA?. “La verdad -recuerda- es que no me llegó a responder nada en concreto. Me contestó que él había sido sindicalista en Vigo, que había luchado contra la dictadura, pero no me dio ni una pista más. Eso fue todo”.

Opinión:

Solo aclarar que el titular “Está arrepentido, pero no lo perdonaré nunca” es correcto pero partiendo de la base de que, aunque sí mostro arrepentimiento (confirmado por los trabajadores sociales de prisión), basándose en “su” concepto católico del perdón en ningún momento Caride pidió perdón… por lo tanto, no me planteo dar nada que antes no se me pida…
Y en cuanto al tema de “dar la mano”, ya he explicado que alguien fue como víctima del terrorismo también a visitarle y le estrechó la mano en dos ocasiones y le hizo un regalo… pero no fui yo…

Espero que quede definitivamente claro ante las continuas mentiras que ciertos personajes se empeñan en difundir… Son muy cansinos.

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