05 mayo 2013 (04.05.13)
“La sangre y la muerte en la cara”
El artista Omar Jerez se paseó ayer por la parte vieja de San Sebastián, feudo de la izquierda abertzale, portando en sus brazos lo que simulaba ser una víctima de ETA, envuelta en un sudario metálico. La imagen, que evoca el descendimiento de Cristo en la cruz, es histórica porque nadie se había atrevido hasta ahora a mostrar su solidaridad con las víctimas en ese lugar. Pero además la audaz performance de Omar Jerez muestra la falsedad del relato de ETA y reivindica la memoria histórica de las 800 personas asesinadas por la banda en uno de sus santuarios. Una imagen vale más que mil palabras.
Opinión:
Todo lo que sea explicar públicamente el posicionamiento favorable a las víctimas y, por ende, contrario al terrorismo merece mi admiración. Pero también me plantea unas preguntas: ¿por qué ahora y no antes de octubre de 2011? ¿Por qué éramos tan pocos entonces y ahora surgen estas iniciativas, loables todas ellas, pero un poco tardías? ¿Por qué no realizar lo mismo en otras ciudades? ¿O es que el terrorismo etarra sólo ha causado víctimas en Euskadi?
Son solo unas preguntas que surgieron en una merienda entre algunas víctimas el viernes pasado.... sólo eso.
Ah, se me olvidaba: no es cierto que “nadie se había atrevido hasta ahora a mostrar su solidaridad con las víctimas en ese lugar”. En un lejano año en la década de los noventa, cuando ETA todavía atentaba dentro o fuera de Euskadi tres víctimas nos atrevimos a hacer algo muy parecido: portar una camiseta con la frase “ez gaude denok mila faltadiara hildako” (algo así como “no estamos todos, faltan mil muertos”). Aquel día Viki Vidaur (viuda de Alberto López de Jaureguízar, Leonor Regaño (viuda de Manuel Jodar) y un servidor nos paseamos por allí... pero claro, no habíamos convocado a la prensa y nadie se enteró. Será que antes había mucho, mucho, mucho miedo… y antes de que nadie ponga medallas que no corresponden, decir que Viky fue durante muchos años delegada de la antigua AVT en Alicante y Murcia, Leonor en el País Vasco y un servidor en Cataluña con todo el trabajo y la dedicación que ello comportaba.
Eran otros tiempos, sin presencia mediática ni mucho menos utilización política de “LAS” víctimas.
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