19 diciembre 2020 DV
Rosa Lluch, hija del socialista Ernest Lluch, asesinado por ETA el 21 de novembre de 2000
«Mi hija me preguntó un día por qué todos saben quién es el abuelo Ernest. No fue fácil contarle que había gente que mataba»
«Algunos partidos nos revictimizan cuando hablan como si el terrorismo de ETA fuera hoy una realidad y nos acusan además de no pensar como ellos»
Rosa Lluch comió con su padre en la zona universitaria de Barcelona y pasó con él la tarde del 21 de noviembre de 2000 –mañana hace 20 años– sin saber que aquella iba a ser «la última». Un terrorista de ETA disparó al exministro socialista por la espalda a las 9.30 de la noche en el garaje de su casa. Un vecino lo encontró muerto dos horas después abrazado a sus apuntes de la facultad.
La hija de Lluch, profesora de Historia Medieval, le recuerda como «un gran intelectual. Su lema era que la gente debía atreverse a pensar. Era lo que él hacía».
– ¿Pesa mucho en su vida ser víctima de ETA?
–Realmente no. Yo tuve muy claro que mi camino iba a continuar porque si unos terroristas habían decidido asesinar a mi padre, esto no podía afectarme más de lo que ya me había afectado. Como víctima me he sentido o he actuado pocas veces. Alguien decidió que yo fuera víctima, pero yo no.
–¿Teme que la sociedad trate de pasar página demasiado rápido y que el horror y el dolor sufridos acaben cayendo en el olvido?
–Para vivir hay cosas de las que hay que empezar a distanciarse. Realmente debemos mirar al futuro, pero sin pasar página porque el pasado nunca se debe olvidar.
–¿Ha hablado con su hija de lo que le ocurrió al abuelo Ernest?
–Hablamos mucho de él como abuelo y en algún momento he tenido que tener alguna conversación un poco más delicada. Mi hija un día me preguntó: ‘¿Por qué todo el mundo sabe quién es mi abuelo Ernest?’. Y tienes que explicar a una persona muy joven, y no es sencillo hacerlo, que había gente que mataba. Pero, por otra parte, te da la satisfacción de pensar que esto ya no pasa. Cuando miras hacia el futuro ves que este capítulo se está empezando a superar.
–Decía Gemma Nierga el día de la manifestación tras el atentado que estaba convencida de que «Ernest, hasta con la persona que le mató, hubiera dialogado». ¿Usted también lo cree?
–No sé hasta qué punto personas que se creen con el derecho de decidir sobre la vida de los demás habrían sido capaces de entender su discurso absolutamente racional y de respeto a la vida de los demás. Pero sí, supongo que lo habría intentado, por supuesto.
–¿Le gustaría preguntar a los asesinos por qué lo mataron?
–No me interesa en absoluto. Pienso que suficiente desgracia tienen de haber elegido la vida que eligieron y de haber optado por un camino tan absolutamente equivocado. No necesito que me den ninguna explicación porque, me digan lo que me digan, no van a conseguir que yo entienda que ejercer la violencia es una lucha legítima. No hace falta perder el tiempo.
–¿Su padre le contaba si tenía miedo de que le pasara algo?
–A veces sí. Él estaba preocupado. Pero desde el Ministerio del Interior le dijeron que no era persona de riesgo. Eso le tranquilizó. Y a las 24 horas le asesinaron.
–¿Recuerda cómo fueron las últimas horas que pasó junto a él?
–Ese día comimos y estuvimos juntos toda la tarde. Fue una tarde en el fondo normal, en la que hablamos de muchas cosas. Tú crees que es una tarde más, no piensas que es la última tarde.
–¿Cómo se enteró de que se había producido el atentado?
–Se enteró mi madre y llamó por teléfono. Puse la radio y lo estaban diciendo. Llamé a la Policía Nacional para que me lo confirmaran.
–¿Se le caería el mundo encima...?
–También se te cae el mundo encima de pensar que a la hora de comer te han estado diciendo: ‘No te preocupes que desde el Ministerio me han dicho que no hay ningún problema’ y va y resulta que sí que lo había. Sí, se te cae el mundo entero encima porque además no entiendes nada, porque nadie te confirma nada... Son unos días que recuerdo como una especie de nebulosa y los detalles se te escapan.
–¿Qué deberían conocer los jóvenes de quién era Ernest Lluch?
–Básicamente que era un intelectual con una inmensa capacidad de trabajo, con ganas de implicarse en el mundo en el que vivía y que su lema era que la gente tenía que atreverse a pensar. Eso era lo que él hacía. Es lo que deberían saber y, sobre todo, que nadie tiene derecho a quitar la vida de nadie.
–Encuestas recientes revelan que muchos jóvenes no saben quién fue Miguel Ángel Blanco y es de suponer que tampoco Ernest Lluch. ¿Qué le parece?
–No podemos vivir anclados en el pasado, pero es verdad que habría que recordar que esto pasó y por lo menos tenerlo presente desde el ánimo constructivo. Lo que me sorprende es que desde el Congreso de los Diputados o desde determinados partidos se siga utilizando la violencia de ETA como crítica entre partidos, cuando la tozuda realidad demuestra que la mayor parte de la gente no se acuerda.
–Ha criticado abiertamente que les utilicen «de modo perverso».
–Sí. Porque esto sí que me parece una revictimización. Que hablen como si el terrorismo de ETA fuera una realidad hoy en día y que acusen a algunas víctimas de no pensar como ellos, me parece una inmensa falta de respeto, porque ni todas pensábamos igual antes de ser víctimas ni todas pensamos igual después de serlo.
–¿Cómo le gustaría que le recordaran en Donostia, la ciudad que le enamoró?
–Como una persona que se implicó y apasionó por la ciudad, y que se hizo casi militante del País Vasco.
LAS FRASES A SUS ASESINOS
«No me interesa en absoluto preguntarles nada. Suficiente desgracia tienen de haber elegido la vida que eligieron»
PREOCUPACIÓN
«Desde el Ministerio del Interior le dijeron que no era persona de riesgo. Eso le tranquilizó. Y a las 24 horas le asesinaron»
APASIONADO POR DONOSTIA
«Me gustaría que fuera recordado como alguien que se implicó por la ciudad y que se hizo casi militante del País Vasco»
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