miércoles, 3 de junio de 2015

03 junio 2105 (31.05.15) laplacenta.clandestinodeactores.com

03 junio 2015 (31.05.15)

Segundo encuentro por la paz y la convivencia en Euskal Herria en Madrid

El viernes pasado se celebró el segundo encuentro por la paz y la convivencia en Euskal Herria hecho en Madrid, organizado por la parroquia de San Carlos Borromeo. Tuvo lugar en el auditorio Marcelino Camacho que CCOO nos cedió ante la prohibición del Congreso de los Diputados a que lo celebrásemos donde había sido aprobado, en la sala Ernest Lluch del propio Congreso. Este encuentro, como el que ya tuvimos el año pasado en la parroquia, tenía por objetivo visibilizar en el resto del Estado las iniciativas de paz y convivencia que se están llevando a cabo en el País Vasco y, al mismo tiempo, trasladar al País Vasco el mensaje de que esas iniciativas también son comprendidas, respetadas y apoyadas en el resto del Estado. La paz no es solo la ausencia de violencia, de todas las violencias, sino la creación de un espacio donde todos y todas podamos vivir con respeto, dignidad y libertad. El cese de la acción armada por parte de ETA ha abierto, por primera vez en los últimos cincuenta años, una oportunidad única de alcanzar esa paz y esa convivencia que todos hemos soñado durante tanto tiempo.

Uno de los mayores impedimentos para alcanzar esa paz es el muro de intolerancia, incomprensión e ignorancia que, día a día, se ha ido construyendo y distanciándonos entre nosotros. Así, la continuada utilización partidista de la violencia, el deliberado silenciamiento por parte de la mayoría de los medios de comunicación de la realidad de lo que sucede en Euskal Herria y el hastío de una gran parte de la sociedad hacia este tema, han hecho que iniciativas como ésta sean más necesarias que nunca. No puede haber una paz con vencedores y vencidos, nuestra historia, los cien mil desaparecidos del franquismo que siguen enterrados en fosas comunes o en las cunetas de nuestras carreteras, demuestran que no puede haber paz sin sanar y cerrar las heridas. Pretender cerrar las heridas sin haberlas sanado es mantener permanentemente vivo el dolor, la injusticia y el sufrimiento. Del mismo modo, ignorar la existencia de un problema o de un conflicto no lo resuelve. Solo reconocerlo y afrontarlo abiertamente nos permitirá a todos y a todas, superarlo. Y afrontarlo significa, en primer lugar, reconocer su existencia y, en segundo, escuchar todas las voces para poder, juntos, escribir la verdad y reparar a todas las víctimas.

Cuando se aborda el tema vasco desde esta perspectiva son muchas las voces que claman su indignación porque dicen que se están equiparando los dolores sufridos, que se hacen equivalencias de las violencias o, incluso, que se apoya a ETA. Nada más lejos de la realidad. Intentar entender lo que pasó y lo que pasa no es justificar la violencia de ETA, una violencia absolutamente condenable, sino intentar buscar vías de resolución del problema que, queramos o no, existe. Y negar o no reconocer la existencia de las otras violencias, de las torturas practicadas sistemáticamente por las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, de la conculcación de derechos fundamentales, de la existencia de macrojuicios políticos, de la flagrante injusticia de la dispersión de los presos y presas, etc. no hace sino ahondar más en la división, el sufrimiento y el dolor. El viejo discurso político del “Y tú más” nunca nos llevará a la paz. El tiempo del “Tú me hiciste” o del “Porque tú me hiciste” ha quedado atrás. Es la hora del “¿Qué país quiero para mis hijos y mis nietos?” y del “¿Qué estoy haciendo yo por la paz?” Parafraseando a Labordeta, habrá un día en que todos, al levantar la vista, veremos una tierra que ponga paz. Y ese día, cuando miremos atrás, nos preguntaremos cómo ha sido posible que haya tardado tanto.

Avanzar hacia la paz es un tema político, sí, pero también es un tema de derechos humanos. Por eso es un tema que deben resolver los políticos,  desde luego, pero también, y en primer lugar, los ciudadanos. Es una responsabilidad que te toca a ti, a mí, y a todas las personas que, de buena fe, aspiramos a hacer de este mundo algo mejor. Esta es la razón por la que, desde la parroquia de San Carlos Borromeo en Entrevías (Madrid), organizamos estos encuentros. Es una iniciativa llevada adelante por una institución que no es vasca y en espacios que no son vascos, precisamente, para invitar a la reflexión de que la paz en Euskal Herria es algo que nos llama a todos porque nos necesita a todos. Los políticos no tendrán la valentía y el coraje necesarios para abordar abiertamente este problema sin el decidido impulso de la ciudadanía, y la ciudadanía no dará ese impulso sino es consciente de la realidad, de la oportunidad única que tiene ante sí.

El origen de estos encuentros fue una iniciativa ciudadana de hacer visible en Madrid lo que era, y es, una realidad en el País Vasco, donde encuentros entre víctimas de ETA y de los GAL, encuentros entre víctimas y victimarios y encuentros entre representantes de todos los partidos políticos para hablar de paz intentando encontrar todo aquello que pueda unirlos son una realidad. Los encuentros de víctimas con chavales de 16 o 17 años en los institutos han sido una de las experiencias más profundas en este sentido. Viendo que la existencia de esos encuentros era totalmente desconocida en el resto del estado, decidimos organizarlos en Madrid para traer aquí esa realidad. Por ello nos pusimos en contacto con Josean Fernández, expreso de ETA que ha pasado más de 22 años en prisión, y que se siente responsable de lo que ETA, su comando y él hicieron mientras militó en la organización pero que, desde que hace ya diez años salió de la cárcel, defiende que la palabra es el único medio para lograr la paz. Si nos pusimos en contacto con él fue por la experiencia que tenía de haber participado en otros encuentros de este tipo y porque consideramos que su mensaje de paz y de reconocimiento del dolor causado, sin olvidar ni silenciar en ningún momento el también sufrido por él, podía contribuir a que viésemos un punto de vista hasta ahora totalmente desconocido y ajeno a nosotros. Josean no dudó en apoyar la iniciativa y en sugerirnos que ese primer encuentro en Madrid podría hacerse con él y con Rosa Rodero, viuda de un ertzaina asesinado por ETA hace 23 años que también había participado activamente en estos encuentros en el País Vasco. Las circunstancias hicieron que, durante el rodaje de la película sobre Lasa y Zabala, los dos jóvenes vascos secuestrados, torturados, asesinados y enterrados en cal viva por los guardias civiles que formaron el GAL “verde”, conociese a Axun, la hermana de Joxean Lasa. Le hablé de la iniciativa del encuentro y tampoco dudó en acceder a participar en él. Esa fue la génesis de los encuentros por la paz de la Borromeo. Para participar solo pedíamos dos requisitos, que quienes participasen lo hicieran en nombre propio, no representándose más que a sí mismos y que su mensaje fuera, inequívocamente, de paz.

Para el primer encuentro optamos por un espacio pequeño, el de la propia parroquia, y avisamos solo a unos cuantos medios. Queríamos que se produjese en un espacio íntimo y acogedor, un espacio cálido donde las personas que interviniesen pudiesen sentirse cómodas. Lo que quedó muy claro desde el primer momento era que todas las personas que intervendrían lo harían a título personal, sin representar a nadie más que a sí mismas, para exponer su experiencia personal, hablarnos del dolor sufrido, de cómo han sido capaces de afrontarlo y superarlo, y de qué es lo que les impulsa a tomar parte en este tipo de encuentros que requieren de tanto valor y generosidad para revivir el dolor sufrido, compartirlo con todos y, sobre él, ayudar a construir la paz y la convivencia. Oír hablar a Rosa, una víctima de ETA, de que la dispersión de los presos vascos debería terminar de inmediato, a Axun, víctima de los GAL, relatar que para ella no hay diferencia entre víctimas de ETA o de los GAL porque el dolor es el mismo, o a Josean decir que lo que le hubiera gustado era poder tener en aquel encuentro junto a él a un policía o un guardia civil para, juntos, construir la paz, refleja lo que fue aquél encuentro, la inmensa generosidad y valentía de quienes participaron en él y la fortuna que tuvimos quienes pudimos vivirlo. En aquel primer encuentro se dio una circunstancia excepcional. Colaboradoras habituales de la parroquia, entre el público estaban presentes una nuera y una nieta del Almirante Carrero Blanco. Al finalizar el encuentro se acercaron y se abrazaron públicamente a Axun, a Rosa y a Josean. Fue un abrazo totalmente espontáneo que les salió de lo más hondo, un abrazo histórico entre familiares de Carrero Blanco, el que fuera mano derecha de Franco asesinado por ETA, y un expreso de ETA.

Felices por los resultados de aquel primer encuentro que no despertó ni un solo comentario en contra en los medios de comunicación, sino que fue portada al día siguiente de El País y abrió los informativos de Tele5 y de la Cuatro, decidimos continuar adelante con la iniciativa. Allí surgió la idea de organizar un segundo encuentro este año, y allí decidimos que el mejor lugar para hablar de paz, para llevar aquel ejemplo de generosidad y valentía era el Congreso de los Diputados, la “casa de todos”. Éramos conscientes de la dificultad que eso supondría ya que de los partidos mayoritarios en la Cámara no puede decirse que se hayan caracterizado por impulsar el proceso de paz, sino más bien todo lo contrario. Mientras ETA mantiene el cese de la acción armada y la izquierda abertzale ha apostado definitivamente por la vía democrática y no violenta, el Estado español, en contra de las recomendaciones de muchas voces que, a nivel internacional, han participado y asesorado en la resolución de conflictos, entre las que se encuentran varios premios Nobel de la Paz, expresidentes de Sudáfrica o Irlanda o el mismísimo secretario general honorífico de Interpol, no ha movido un dedo por intentar avanzar hacia la paz. Solo con haber trasladado a los presos y presas vascos a cumplir sus condenas en las cárceles más próximas al País Vasco, que por otra parte es lo que marcan nuestro reglamento penitenciario y el derecho internacional, se habría dado un paso enorme hacia la paz y la convivencia.

Puestas así las cosas entramos en contacto con algunos diputados para plantearles la cuestión. La respuesta fue muy favorable y uno de ellos, el diputado de ERC Joan Tardá, fue quien, con la mayor entrega y entusiasmo, habló con los demás diputados, con el Presidente de la Cámara, con los portavoces de los grupos parlamentarios, etc. y consiguió lo que nos sorprendió a tod@s: que la Mesa del Congreso, formada por PP, PSOE y CIU, aprobase por unanimidad el 7 de abril la cesión de la Sala Ernest Lluch que 42 diputados y 4 grupos parlamentarios (Vasco, Catalán, la Izquierda Plural y el grupo Mixto) habían solicitado. El encuentro se celebraría el 29 de mayo a las once de la mañana en la Sala Ernest Lluch y en él participarían, además de Axun, Rosa y Josean, que ya habían participado en el primer encuentro, Karmen Galdeano, hija de Xabier Galdeano, periodista fundador del diario Egin asesinado por los GAL, Rosa Lluch, hija del político socialista asesinado por ETA a cuya memoria está destinada la sala en donde iba a realizarse en encuentro, y Luis Otero, excoronel del ejército y fundador de la Unión Militar Democrática (UMD), que pasó varios años en la cárcel por haber intentado introducir valores democráticos en el ejército. Con ello pretendíamos que fueran muchos los diferentes puntos de vista que, a nivel individual y desde su propia experiencia, contribuyesen a dar a conocer la realidad y a hacernos reflexionar sobre ella.

Desgraciadamente esta iniciativa que solo quería acercar posiciones y unir, fue malinterpretada por diversas asociaciones de víctimas como la AVT, la FVT y Dignidad y Justicia que, arrogándose el monopolio de las víctimas, hicieron pública su protesta por la realización de un acto de estas características dentro del Congreso de los Diputados. Para ello no dudaron en tergiversar la realidad de lo que había sido el primer encuentro y amenazar al Congreso con no asistir al homenaje a las víctimas que, anualmente, organiza la Cámara Baja el 27 de junio. Eso provocó que PP y PSOE, apoyados por UPyD y UPN, revocasen la autorización de realizar el encuentro en la sala Ernest Lluch en lo que fue una oportunidad única perdida para avanzar en el camino hacia la paz y constituyó un hecho muy grave, ya que dejó bien claro que la agenda del Congreso la marcaban esas asociaciones, que para esos partidos existen víctimas de primera, a las que se premia y se reconoce, y víctimas de segunda, tercera o quinta categoría a las que hasta se les prohíbe hablar y, además, constituyó un acto de censura política preventiva por cuanto la razón esgrimida era que lo que hubiera podido decirse en el encuentro podría vejar la dignidad de las víctimas y podría llegar a suponer incluso enaltecimiento del terrorismo. Teniendo en cuenta que, de acuerdo con el reglamento del Congreso, los cuatro grupos políticos solicitantes eran los responsables de su contenido, esa censura preventiva lo fue no solo para los que íbamos a participar en el encuentro, sino para esos cuatro grupos parlamentarios.

La decisión de la prohibición llegó apenas una semana antes de la fecha prevista para el encuentro. CCOO, informada de la situación, ofreció generosamente su auditorio Marcelino Camacho para la realización del acto que, finalmente, tuvo lugar en ese espacio el mismo día y a la misma hora en que tenía que haberse desarrollado en el Congreso. Para ese día bautizamos el auditorio como sala Ernest Lluch. Es una lástima que el Parlamento español no haya querido ceder su espacio para que personas que han sufrido la violencia en sus propias carnes hayan podido transmitir a la ciudadanía española su mensaje de paz y generosidad. Y todavía es más triste pensar que la cerrazón política de los dos partidos mayoritarios haya hecho que el parlamento español sea el único que ha prohibido a estas personas hablar de paz y convivencia ya que, dentro del proyecto de los encuentros de la parroquia de San Carlos Borromeo, vamos a solicitar la realización del próximo encuentro en el Parlament de Catalunya, donde sabemos que será bien acogido, y en el Parlamento Europeo, donde también será recibido con los brazos abiertos. Pensar que la misma Asamblea Nacional francesa acogerá un encuentro humanitario por la paz en Euskal Herria el próximo 11 de junio, deja en evidencia a quienes, cegados por la visión partidista y electoralista que tienen de la realidad, han tomado la decisión de prohibir este encuentro en el Congreso. La razón de que esta iniciativa ciudadana busque celebrar los encuentros en espacios políticos no es más que mostrar a nuestros representantes que el lenguaje del “Y tú más” pertenece al pasado y que el lenguaje que toca hablar ahora es el de los ciudadanos que, superando diferencias políticas e ideológicas, son capaces de compartir su profundo dolor para que, entre todos, podamos construir la paz. Y el motivo por el que se organizan por una institución no vasca y fuera de Euskal Herria es, precisamente, para llamar la atención de que este es un tema que nos compete a todos, no solo a los vascos. La decisión de que el siguiente encuentro se realice en el Parlament de Catalunya obedece a que  Catalunya es la comunidad donde se produjo el atentado con mayor número de víctimas de ETA, el de Hipercor.

Las dificultades para organizar este encuentro han sido muchas y muy variadas: desde los temas logísticos (dónde, cuándo, cómo, etc.), a analizar quiénes eran las personas más idóneas para que participasen y su disponibilidad, a buscar el apoyo de los medios que permitiera que tuviera la repercusión que merece, etc. Con muchas de ellas contábamos. Con otras no, como los ataques informáticos que recibimos en la dirección de correo que abrimos expresamente desde la parroquia para gestionar el encuentro, ataques que se tradujeron en que muchos mensajes no llegaron nunca a sus destinatarios, o que no pudimos recibir muchos de los mensajes que nos enviaron pidiendo asistir al acto. Estos ataques llegaron incluso a afectar a mi correo personal que, consciente de los ataques que recibía el de la parroquia, utilicé para enviar y recibir mensajes relacionados con el encuentro. No es casualidad que los únicos mensajes que se perdieron fueran, precisamente, los que se referían a este tema. El trabajo de la gente de la parroquia apoyando el acto y, especialmente, el de la periodista María Cappa echándonos una mano con los medios de comunicación y la logística del encuentro, han sido determinantes para haber podido hacer realidad lo que en su génesis no fue más que un hermoso sueño.

Para el encuentro de este año hemos contado con la inestimable colaboración de una de las mejores periodistas de este país: Ángels Barceló, a quien, desde la parroquia, invitamos a moderar el coloquio con el público, un coloquio que forma parte del formato de estos encuentros. Su experiencia, su compromiso, su talento y, sobre todo, su sensibilidad, han permitido que el mensaje de paz y convivencia que presidió el encuentro hayan llegado a cientos de miles de personas que pudieron escuchar lo que allí se dijo en la emisión en diferido que la SER hizo en el programa HORA 25 esa misma noche.

Pocos días antes del encuentro recibimos la alegría de que Pilar Majón, presidenta de la Asociación de afectados por el terrorismo del 11M asistiría al encuentro acompañada de varios miembros de su asociación, asociación que nos había enviado su adhesión al acto. Apoyos de personas que han hecho tanto por la dignidad y el reconocimiento de las víctimas son esas cosas que te llegan a lo más hondo del corazón.

En los encuentros de la Borromeo lo más insólito puede ocurrir. Así, si en el primer encuentro fue el impresionante abrazo que la nuera y la nieta de Carrero Blanco dieron públicamente a un expreso de ETA, en este segundo fue recibir la solicitud de José Amedo, exmiembro de los GAL condenado por ello a más de cien años de cárcel, para asistir al encuentro. Quería demostrar que estaba por la paz, que renegaba de su pasado como miembro de los GAL, que reconocía el dolor causado y que estaba con nosotros. Tras comentarlo con los participantes en el encuentro, pues entre ellos había dos víctimas de los GAL, le indicamos que estaríamos encantados de que asistiera como público. Y así lo hizo, y lo hizo desde el mayor respeto hacia las víctimas y huyendo de todo protagonismo. Así, de la manera más inesperada, se dio la circunstancia histórica de tener por primera vez hablando de paz y convivencia en una misma sala a víctimas de ETA, víctimas de los GAL, expresos de ETA y un exmiembro de los GAL. Ojalá podamos, en próximos encuentros, tenerlos a todos juntos participando desde la mesa y que lo hagan también policías o guardia civiles, en activo o no, transmitiendo su experiencia personal y un inequívoco mensaje de paz y convivencia.

Los momentos que se vivieron en el encuentro nos pusieron la piel de gallina a todos. Escuchar cómo esas personas desnudaban su alma para revivir su dolor y compartirlo con nosotros para construir, juntos, la paz, es algo que no se puede olvidar. Los testimonios de Karmen, Rosa y Axun hablando en primera persona de lo que han vivido y del proceso que les ha llevado a superar su dolor para avanzar en el camino hacia la paz es algo que, todos, deberíamos poder escuchar y vivir.


Rosa Lluch, finalmente y por motivos de salud, no pudo estar presente en el encuentro. Pero nos mandó esta carta:
“ACTO VÍCTIMAS ETA-GAL, Madrid 29 de mayo. No Congreso de Diputados.
Bon dia. Egun on. Buenos días.
Antes de empezar quiero disculparme. Lamento muchísimo no poder participar personalmente en este acto. Desde que sus organizadores me invitaron tuve muy claro que haría lo que fuera para estar presente. ??cómo no querer hablar de paz, de entendimiento y no entendimiento, de puntos de encuentro y también de desencuentro, de presente y de futuro en el Congreso de los Diputados? Hasta hace pocos días creía que esta institución nos representaba a todos por igual sin hacer excepciones, que era nuestra casa, así me lo habían enseñado. Y se trataba no sólo de hablar en el Congreso sino además en una Sala llamada Ernest Lluch, diputado en esa Cámara durante unos cuantos años y mi padre. Por desgracia, y exclusivamente cuestiones de salud, me impiden estar entre vosotros hoy y aquí, bueno y fuera del Congreso…
Dado que los organizadores lo han tenido a bien, aprovecho su ofrecimiento para transmitir algunas reflexiones que llevan tiempo dándome vueltas, algunas de ellas ya las he expresado en público. En primer lugar, quiero destacar que yo nunca he vivido en el País Vasco, que no soy vasca y que, por tanto, se me escapan muchos de los matices del problema, yo no he convivido en familia ni con los amigos ni en la escuela o el instituto (aquí en Madrid, por cierto) ni en el trabajo, etc. con personas que entendieran, secundaran, ayudaran o sencillamente se callaran, miraran hacia otro lado y disimularan ante la violencia. Eso me distingue de las demás participantes en este acto. Yo pude seguir con mi vida, obviando las connivencias, los apoyos y también los silencios, que, a veces son incluso más dolorosos, no sólo de los terroristas sino los de su entorno. Cuando ETA asesinó a mi padre, no recibí más que apoyo y muestras de solidaridad y también de dolor real por parte de la sociedad catalana. Por ello siento cierto reparo aunque soy consciente que todos podemos opinar y todos tenemos derecho a ser escuchados.
Por todo ello me resulta aún más incomprensible que no se pueda celebrar este acto en el Congreso y que los miembros de su Mesa nos hayan tratado de esta forma. No dejan hablar a unas víctimas del terrorismo para no ofender a otras, como si con tal decisión no pudieran ofendernos a nosotras y a otras cuantas que se han sentido tan molestas como yo, por lo menos. En el mundo de las víctimas del terrorismo de ETA hay muchas opiniones diversas y todas, todas deben y merecen ser escuchadas. Ninguna es mejor o peor que otra. Claro que esta es sólo mi opinión, la opinión de una persona a cuyo padre asesinó a sangre fría y, de manera premeditada, un comando de ETA …
Creo que nos conviene conocer las opiniones de todos los que hemos sufrido, más o menos directamente, las consecuencias de la violencia terrorista, la enorme ejercida por la banda terrorista y sus acólitos, que han causado mucho sufrimiento y mucho dolor, a mi modo de ver totalmente innecesario, injustificable e incomprensible. Pero también y en mi opinión y quiero que quede claro que hablo por mí y sólo por mí -no me considero representante de nadie más que de mi misma-, necesitamos conocer la opinión de las personas que han padecido mucho sufrimiento y mucho dolor provocado por aquellos que, en teoría, tenían que defendernos, un dolor, a mi modo de ver totalmente innecesario, injustificable e incomprensible. Al final, el dolor es dolor, lo cause quien lo cause.
Eso no significa en absoluto que yo equipare o establezca una relación causa-efecto un “y tú más”, sino que me parece que no podremos avanzar si no somos conscientes que no somos los únicos que hemos sufrido injustamente, yo hoy no sabría con qué cara mirar a Axun Lasa o a Pili Zabala, por ejemplo. Para mí nada, absolutamente nada, justifica el uso de la violencia o el abuso. Nada. Y siempre ha sido así. Y veo muy difícil que se pueda avanzar en el camino de la paz sin aceptar que todas las violencias deben ser igualmente condenables.
 ((Y hago un paréntesis, tampoco creo que podamos obviar a esos familiares y amigos que tienen que recorrer miles de quilómetros para visitar a presos condenados por actos de terrorismo, los culpables están en la cárcel, que es donde tienen que estar, pero me cuesta entender que en un contexto como el actual, “en ausencia de violencia”, se condene también a su entorno. Y de forma semejante opino sobre la encarcelación de personas que, a su modo, también buscaban la paz y el entendimiento, caso de Arnaldo Otegi, entre otros)). ??Cómo podemos entendernos si ni siquiera nos escuchamos? Y repito que eso no significa que yo comparta la postura de todos, en absoluto. Mi condena total al terrorismo y al uso de la viloencia vaya siempre por delante.
Pero eso no impide que me parezca necesario conocer otras opiniones, percepciones, situaciones o visiones. Me ha gustado muchísimo el reciente artículo de Gorka Landaburu en Cambio 16, expresa infinitamente mejor que yo muchas de las cosas que siento y pienso. Me parece que debería ser de lectura obligatoria.  También me gustó mucho Asier eta biok, fundamental y necesaria película de Aitor y Amaya Merino: la conversación de la madre de Asier con su hijo durante la cena de Nochevieja también me parece de visión obligatoria. Y el documental Hablan los ojos de Gorka Espiau, así como la polémica reciente entrevista de Jordi Évole a un etarra arrepentido de sus crímenes o el Libro de la dispersiónque describe bien qué supone el alejamiento de presos. A algunos les parecerá que vuelvo a equiparar pero yo agradezco sinceramente la oportunidad que me han dado de conocer otras versiones. Conocer otras opiniones para nada significa compartirlas, pero contribuyen a enriquecerse. Ah y por cierto, los condenados que participaron en estos actos, ya habían cumplido sus penas según la legislación española.
Realmente me molesta mucho la banalización de las palabras, su uso indiscriminado y a menudo injusto, su generalización. En estos últimos días hemos tenido que ver cómo distintos periodistas, políticos, jueces, tertulianos !!o incluso víctimas de ETA!! eran calificadas de etarras o de amigos de los etarras o de protectores de los etarras o de tener el síndrome de Estocolmo … Brutal. Eso sí me ofende, y profundamente además, y creo que contribuye más que nada a la banalización, a la uniformización y al olvido de todo el sufrimiento que los que de verdad eran terroristas de ETA han causado a nuestra sociedad. Eso sí puede provocar la equiparación de actos y personas inequiparables. Afortunadamente no todo es Eta.
Y acabo con un sincero agradecimiento a Carlos Olalla, a la parroquia de San Carlos Borromeo y a todas las personas que han ideado y organizado este acto. Y permitidme también un agradecimiento más personal, como votante de la circunscripción de Barcelona al diputado Joan Tardà, a quien no voté, pero que ha defendido mis intereses en el Congreso de los Diputados. Y finalmente, vuelvo a disculparme por mi ausencia hoy, la salud me lo ha impedido.
Moltes gràcies. Eskerrik asko. Muchas gracias”

Quien tampoco pudo estar presente, en esta ocasión por motivos laborales, fue Lucía, la nieta de Carrero Blanco que estuvo en el encuentro anterior y que nos mandó esta carta de apoyo:

Al encuentro de la paz

Hace poco más de un año asistí junto con mi madre a un Encuentro por la Paz en San Carlos Borromeo, la parroquia de Entrevías, Madrid, a la que me siento vinculada desde que hace más de 15 años conociera a Enrique de Castro y su lucha por la justicia social. Se trataba de un encuentro muy, muy delicado: lo protagonizaban Rosa Rodero, viuda de un ertzaina asesinado por ETA; Josean Fernández, exmiembro de la banda terrorista, con 22 años de prisión a sus espaldas; y Axun Lasa, hermana de Joxe Antonio, joven secuestrado, torturado y asesinado por los GAL en 1983.
En San Carlos he aprendido muchas cosas, y una de ellas es la de que el pasado de nadie me impida ver a la persona y su presente. Y eso me sucedió en aquel encuentro: me importaban las personas que tenía enfrente y su deseo, que era, ES, el de la paz. Eso supone sentarse, hablar, discutir y tratar de hallar puntos de encuentro. Por mucho dolor que haya en el camino.
A la presentación le siguió un coloquio y, en un momento dado, se evocó el asesinato de Carrero Blanco. Mi abuelo. Los comentarios fueron los tantas veces oídos a lo largo de 40 años: considerado el sucesor de Franco, muchos celebraron el magnicidio. No por haberlas oído muchas veces una se acostumbra a sentencias tan duras. En ese momento, uno de los moderadores mencionó que en la sala había familiares de Carrero que quizá querrían decir algo. Yo había asistido como oyente ¡No quería decir nada! Tras unos segundos de duda, me puse en pie y empecé a hablar. Y lo hice como nunca antes lo había hecho. Para mí supuso algo así como “salir del apellidario”, puesto que rara vez doy a conocer mi nombre completo, ya que siempre va seguido de un murmullo, un comentario, un prejuicio. De hecho, durante el coloquio había estado tentada de intervenir en un par de ocasiones, pero no lo había hecho porque no me siento legitimada para hablar en nombre de un nombre. Sólo en el mío propio, máxime en vida de mi padre, un hombre admirablemente discreto y sensato al que nadie jamás habrá oído pronunciar al respecto una frase fuera de lugar, que ha protagonizado un proceso personal encomiable, y que tuvo que encajar el asesinato de su padre prácticamente sin más apoyo que el de su mujer, una auténtica fuera de serie. Y esto no es amor de hija: todo el que la conoce lo puede corroborar.
Y así fui narrando cómo se puede ser Carrero Blanco y amar el País Vasco. Y cómo cuando te apellidas de determinada manera la gente cree saber cómo piensas y cómo eres, cuál es tu estatus y tu ideología, y cómo las etiquetas no sólo se ponen de Madrid hacia Euskal Herria como se había dicho en la mesa. Y también conté cómo en mi casa siempre ha habido pensamiento crítico y plural, y se ha discutido de política con total libertad. Y cómo nunca habíamos alimentado en mi padre los odios que se podrían esperar tras un golpe así de brutal.
Al terminar el acto, hubo una marea de abrazos fraternos, incluido el de Axun Lasa, mujer de enorme generosidad y sentido común. Fue ella la que se acercó, proponiendo vernos en otro contexto y ahondar en nuestras experiencias. Y así lo hicimos. Por iniciativa de mi madre, ambas visitamos de forma privada a Axun y a Josean –Rosa Rodero no pudo asistir-, poniendo en común nuestras vivencias y formas de pensar, alguna de ellas coincidente, la mayoría discordantes, pero siempre sinceras y con un mismo objetivo: construir.
Esta vez no puedo estar en este segundo encuentro. Ni siquiera estoy convencida de pretender avalar nada. Pero sí tengo algo claro: que creo en el diálogo como herramienta indispensable para la paz. Y que creo en la paz como herramienta indispensable para la vida. Y que me repugna y entristece que la siniestra sombra del terrorismo, ahora que por fin es sólo eso, una sombra, se intente mantener viva para seguir enfrentando a los pueblos o para tratar de ganar unas elecciones. Una victoria basada en el miedo nunca es una victoria. Al igual que una derrota basada en el diálogo tampoco es una derrota. Únicamente es… una cuestión de tiempo. Como confío en que lo sea la tan ansiada y necesaria paz”

Nada mejor que escuchar lo que fue aquel encuentro en las voces de quienes lo protagonizaron, esas voces generosas y valientes que nos recuerdan que la paz es un derecho de todos, y también un deber de todos. Aquí tienes el resumen del encuentro que Ángels Barceló hizo en Hora 25 aquella noche. Si quieres escucharlo, cópialo y pégalo para conectarte directamente a la web de la SER


http://cadenaser.com/ser/2015/05/29/tribunales/1432916777_105496.html

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