lunes, 25 de septiembre de 2017

23 septiembre 2017 El Periódico de Catalunya (opinión)

23 septiembre 2017



La censura y su mundo
Barcelona es una ciudad de libros en la que ya no se habla

Tiene que existir alguna relación entre el auge cada vez mayor de expertos en lenguaje no verbal y la caída en picado del valor de las palabras. Lo dijo Max Aub con los ojos vendados como alguien que juega a la gallina ciega, o como uno de los personajes que aparecen en la pintura histórica 'Fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en las playas de Málaga'. (El título es largo, pero la historia es interminable). Lo que dijo Max Aub fue que se es de donde se hace el bachillerato. Y así siento que soy de un COU nocturno (se trataba de otra oscuridad y la lucha era por quitarse la venda), y entonces en los institutos nos tocaban profes de lengua estructuralistas. El mío era maravilloso. Era el fonetista Eugenio Martínez Celdrán, que explicaba a Saussure sentado en una silla sobre la tarima, y al sentarse se tiraba de los pantalones para arriba y le dejaban los calcetines a la vista y las canillas al aire, y mientras distinguía entre lengua y habla parecía que estábamos en un rincón de su Murcia natal aquellas noches suburbanas de la Verneda con la comisaría enfrente y los autobuses con las luces encendidas traqueteando por la avenida Guipúzcoa.
Las palabras por dentro y las palabras por fuera. Pero a esto le llamaba nuestro profesor significado y significante. A mí me parecía que se refería a lo mismo que Antonio Machado en sus proverbios, en sus cantares, cuando decía que vivía en paz con los hombres y en guerra con sus entrañas. Significante y significado, y sin embargo ahora se diría que los significados se han volatilizado lo mismo que un alcohol viejo, y como las palabras ya no significan nada cada cual las utiliza a su antojo sin necesidad de detenerse a dar explicaciones. La democracia de uno no equivale a la democracia de otro, la libertad de uno no termina donde empieza la libertad de nadie, a una misma persona la han llamado traidora unos y sus contrarios, la evidente censura contra unos se entiende como negación de la evidente censura contra otros. Ahora no se habla para comunicarse, ha quedado obsoleta la función comunicativa del lenguaje, que dijo Jakobson. Se habla para tener razón, signifiquen las palabras lo que quieran significar. Pero Jakobson también apuntó que eso de la significación era tierra de nadie. Lo explicaba con un pasaje de 'Los viajes de Gulliver', donde un académico sostenía que, como las palabras solo son el nombre que tienen las cosas, basta con llevar encima las cosas de las que se quiere hablar y mostrarlas. Pero, claro, otro académico le preguntó cómo lo iba hacer cuando fuese a hablar de una ballena o, aun más, de todas las ballenas o, peor aún, de las ballenas ausentes. Aunque, en realidad, creo que lo que mejor ejemplifica la idea de tierra de nadie es el hecho mismo de aludir al libro de Swift, pues es el relato de un viaje por mundos imaginarios donde nos vemos totalmente reflejados.
Barcelona es una ciudad de libros en la que ya no se habla. Lo de esta semana ha sido el colmo, no se ha hablado en absoluto y por eso las cosas tomaban el lugar de las palabras. Por ejemplo, cuando querían decir democracia enseñaban un guardia civil. Y algunos en vez de decir nosotros enseñaban una bandera. Y cuando se ha invocado la libertad de expresión ha aparecido una notificación del Gobierno. Fue así como ha irrumpido el silencio, que es lo inverso de la tierra de nadie, es decir, nadie en la tierra. Mientras decenas de miles de personas gritaban en las calles protestando porque veían vulnerado su derecho a opinar, los lugares creados para debatir fueron cerrando sus puertas y cancelando y aplazando sus actos programados, uno tras otro en efecto dominó. Pero ese era un silencio que no se oía, es decir, de verdad, pues el verdadero silencio nunca se oye. Cada silencio, al igual que las palabras, tiene su propio significante y su propio significado, y así se suspendieron presentaciones en librerías, exposiciones fotográficas, actividades en museos y centros de arte... Yo iba a participar en dos, y sobre la relación entre ambas había pensado escribir esta crónica. De hecho, creo que lo estoy haciendo aunque se trata ya de otra relación. El acto del miércoles 20 consistía en una mesa redonda en el Col·legi de Periodistes para rajar sobre el 40º aniversario del atentado contra la revista 'El Papus', que se cumplía ese mismo día. Intervenían Óscar, Ja, l'Avi, J. L. Martín y Jordi Riera, un cartelazo. El jueves se trataba de un debate en la Virreina titulado '¿Quién nos censura?', con Gregorio Morán, José Martí Gómez, Francesc Valls y Guillem Martínez. También de aúpa. Entre martes y miércoles de una misma semana transcurrían cuarenta años de una prensa escrita enfrentándose a sus censores. Este era el asunto con el que tenía previsto hilvanar el artículo. Pero un silencio de rabia e indignación en unos sitios, de prudencia en otros, de temor también en otros, y fúnebre en general, se apoderó de la ciudad y las cosas se convirtieron en metáforas de las palabras. Y su manera de decir censura fue callar.

Opinión:


Tiene razón mi amigo Javier Pérez Andujar al hablar del acto del miércoles, acto que no se pudo celebrar tal y como estaba previsto… y yo me sigo preguntando ¿quizás no habían suficientes policías para asegurar el normal desarrollo del mismo? ¿quizás estaban por otros menesteres? Por lo visto hace unas horas, está visto que la sospecha tenía visos de realidad…

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