miércoles, 23 de diciembre de 2020

23 diciembre 2020 (3) Diario de Navarra

  23 diciembre 2020 

 


Que no se apaguen las velas

Hace un año escuché a personas de distintos ámbitos que no sabían que podían participar o que no se habían enterado del encuentro que organiza Vecinos de Paz todos los 23 de diciembre desde 2016 para recordar a las 42 personas asesinadas por ETA en Navarra y a los dos navarros asesinados fuera de ella. Me apunté que escribiría algo para animar a participar y asistir a todo el mundo que quisiera acompañar, compartir, recordar y apoyar. Que era un acto público y que si era en la Vuelta del Castillo también era precisamente para abrirlo a la ciudadanía sin importar la relación con los afectados. Obviamente, en la situación actual propiciada por la pandemia del coronavirus, este encuentro no se podrá celebrar de la misma manera. Pero quizá sí de una forma más participativa: en torno a un pequeño belén que se colocará a primera hora se nos invita a encender velas a lo largo del día. De esta manera nadie podrá decir que no se le avisó o no pudo participar. Incluso los menos proclives a dejarse ver...

Espero y deseo, en cualquier caso, que en 2021 podamos juntarnos todos y más en el mismo lugar este mismo día. Porque ni la fecha ni el lugar son una casualidad. Para mi familia, de forma especial. El punto de encuentro y recuerdo es el mismo en donde fue asesinado mi abuelo Juan Atarés, General de Brigada de la Guardia Civil. El sentimiento nostálgico de cada año por estas fechas, según se acercan las Navidades, se veía mitigado en parte por las muestras de afecto recíproco de dicho encuentro.

Y aunque por edad dudo que hubiese podido llegar a este 2020, sigo lamentando las Nochebuenas que no pude disfrutar de mi abuelo. Desde aquel 23 de diciembre de 1985 en que, por su cuenta y en nombre de un objetivo imaginario, ETA decidió dejarme sin abuelo. Sí, ese grupo terrorista que en un tiempo no tan lejano sembró el terror indiscriminada e injustificadamente por el País Vasco, Navarra, Madrid... y España entera. Esa banda que parece que muchos han olvidado y otros muchos se encargan de blanquear. Como si fuese de otra época y su rastro fuese hoy un simple párrafo en los libros de Prehistoria.

Seguimos siendo muchas familias las que aún tenemos caliente ese inexplicable hachazo. Y muchas las que ni siquiera han visto esclarecidos sus casos. El tiempo cura las heridas. El perdón y la ausencia de rencor favorece que cicatricen. Lo recomiendo. Pero eso no devuelve al ser querido ni evita el triste recuerdo y la impotencia ante la injusticia. Injusticia con todas sus letras. Porque la reducción y conmutación de penas a los asesinos y compinches fue dando paso al exigido acercamiento de presos al País Vasco. Y ahora es ya la normalización de su brazo político en todas las instituciones por parte de muchos partidos democráticos. ¡Ay, el poder!

En este 23 de diciembre prefiero pensar que podemos ver lleno de velas y recuerdos ese cruce de caminos de la Vuelta del Castillo donde unos desalmados decidieron desviar la historia en la víspera de Nochebuena. Pero 35 años después, como muchas otras décadas antes hizo mi abuela Mª Luisa Ayuso, mi deseo es solo el de una feliz Navidad llena de paz y de salud.


Luis Álvarez Atarés, nieto de Juan Atarés, asesinado por ETA el 23 de diciembre de 1985

 

 

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