lunes, 21 de diciembre de 2020

21 diciembre 2020 (4) Artículo Sara Bosch en revista IEM

21 diciembre 2020 IEM

 

Agustí Ruiz, MD PhD, Director Gerente del IEM

Me permito el honor de escribir una reducida introducción en este artículo elaborado por Sara, amiga y referente indiscutible en la psicología de urgencias y emergencias.

En este texto nos intenta hacer reflexionar a directivos, expertos y responsables de emergencias. Y lo hace como experta en el tratamiento de trastornos postraumáticos y, específicamente, en víctimas del terrorismo desde 1992. Es preciso remarcar que, desde la UAVAT, que ella fundó y dirige, dan soporte, entre otras y de forma destacada, a la Asociación 11M Afectados por Terrorismo en Madrid y, por delegación del Ayuntamiento y la Diputación de Barcelona en inicio, y posteriormente con la ayuda de la Generalitat de Catalunya, a los afectados de los atentados de Catalunya del mes de agosto de 2017.

A menudo los que nos dedicamos a la gestión y a la atención en urgencias y emergencias nos focalizamos en exclusiva en los aspectos técnicos, evidentemente imprescindibles, pero frecuentemente nos olvidamos de la importancia de la empatía, del trato personal, de que los procedimientos son una guía, de que tratamos personas. Personas que como muy bien dice Sara, con esa clarividencia que la caracteriza, son pr definición imperfectas.

Gracias Sara.

 

 

Sara Bosch Carretero

Psicóloga (SB Psicólegs)

Coordinadora de la Unidad de Atención y Valoración a Afectados por Terrorismo (UAVAT)

Responsable del área dse Psicología de Emergencias del IEM

“El camino de las lesiones psicológicas en víctimas del terrorismo”

 

16, 17 y 18 de agosto de 2017. Todos recordamos estas fechas. Y todos quisiéramos pensar que los que sobrevivieron a ellas, al horror terrorista que destruyó sus casas o sembró de dolor, muerte y miedo las calles por las que paseaban, hoy han recuperado la paz. Y que han tenido ayuda, atención, afecto y solidaridad. Que no lo han hecho solos.

Pero nos sorprendería escucharlos.

A tantos de ellos, que hoy nos enseñan con su ejemplo como es de diferente:

• Tener protocolos a tener sentido común.

• Tener que pedir ayuda a que te la ofrezcan.

• Una llamada técnica aislada y estar con ellos.

• Explicar el sufrimiento como puedes y cuando puedes, a cumplir requisitos absurdos.

• Ser víctima de un delito. Un delito con la intención de causar cuanto más daño mejor. Un delito capaz de producir lesiones psicológicas en cuerpos ilesos. También con sus mentes paseaban por la Rambla.

La ley planea sobre el dolor. Poniéndole nombres concretos. Poniéndole normas. Y mientras en reuniones profesionales, aquellos que la han de interpretar, toman sus decisiones. Las personas van por otro lado. Las personas sólo sufren, intentan, hacen lo que pueden.

Cientos de víctimas imperfectas no lo hicieron bastante bien. No son profesionales del engaño. No buscan rédito. No son estrategas para pedir indemnizaciones. Se fueron con su dolor a su casa. Como mucho, llamaron, o fueron a un dispositivo de emergencia, para buscar el consuelo de un psicólogo. Y siguiendo sus pautas, pasaron los días. Pautas y tiempo.

Por eso hay que buscarlos. Por si los días fueron largos. Por si las pautas se olvidaron. Por si estaban mal o peor. Si piensan que alguien lo estaba haciendo, se equivocan. Nadie los buscó. Las competencias de la administración no llegan para tanto, no más de lo que alcanza su voz efímera en un acto público. Y no. Cientos de personas tampoco sabían lo que tenían derecho a saber. Porque cuando alguien es víctima de un delito como este, tan hacia todos, es lo mínimo que puede hacerse. Buscarla y asesorarla en el posible ejercicio legítimo de sus derechos. Y no sólo, si es ella quien nos encuentra, facilitarle un teléfono con prefijo 91, sino acompañarla lo más cerca posible para este camino de trámites dentro del plazo legal. Porque pasan cosas. Estas cosas que tienen un nombre: victimización secundaria.

En este circuito hay obstáculos percibidos como golpes de hielo, como vallas insalvables, como palabras vacías y como inmensas soledades y giros de espalda de aquellos de los que se espera protección. Y si, si piensan que las víctimas del terrorismo para ser ayudadas no tienen un tiempo límite, mejor. Señal que no lo son.

Algunas, las que pudieron ejercer sus derechos, atendiendo forma y plazo, supieron que quien tiene las competencias para ayudarles es el Ministerio del Interior. Y enviaron sus solicitudes a Madrid, probando suerte. Como si alguien pudiera pensar que obtener el reconocimiento de una lesión psíquica que sufres y que te puedan brindar un psicólogo especialista en trauma es un tesoro codiciado.

Y quizá descubrieron, aunque pasado el tiempo, una cosa mucho más importante. Entendieron que el tiempo no les curaría. Que necesitaban un tratamiento profesional ... Víctimas imperfectas, que no saben de patología, que tienen miedo a los psicofármacos, que no sentían que merecieran nada, que no leen las guías editadas por ellos en internet, que prefieren probar con terapias alternativas, que creen que tienen que superar las cosas por sí mismos, porque si no, no vale. Víctimas imperfectas que creían que no hablar era mejor, o sencillamente, no podían. Y supieron y optaron a su derecho más importante. Su derecho a recuperarse. Pidiendo ayuda

Esto, al Ministerio del Interior ya le parece bien. Si la documentación está dentro de plazo, admitimos los papeles.

Alea Jacta Est !!!

Con suerte, llegará esa ayuda que todos pensábamos que tenían. La más buscada: el psicólogo especialista en trauma que pudiera atenderlos bien, y continuar haciéndolo, una vez por semana. Todo un lujo.

Sigue la imperfección. La falta de estrategia. Es lo que tiene la naturaleza humana. Una variable importante que, en aquellas reuniones técnicas, tan profesionales, se les olvidó contemplar. Para ser víctima del terrorismo debes tener lesión. Y tanto. Vamos bien. Y para demostrar esta lesión, debes cumplir ciertas condiciones. Comienza el sentido común. Y sigue el científico:

Primera condición: debes tener un informe de asistencia sanitaria del día del atentado. O muy, muy, cercano...

Perdón... Se que me fuí a casa... He ido haciendo como he podido... Hubo muertos, tantos heridos ...yo no, yo no tengo derecho a estar mal, yo estoy viva, yo no ... Llamé a los psicólogos después de un par de días, al teléfono que salía por televisión...no, ese día no, ni durante muchos, no he querido hablar con nadie...

Segunda condición: que hayas iniciado tratamiento inmediato, o a los pocos días después del atentado.

“Perdón de nuevo. Ya les he contado, me dijeron que estas reacciones eran normales un tiempo, que en la mayoría de las personas se les va pasando, yo no sé, al final un día le dije al médico lo del atentado, me derivaron al psicólogo, me habrá visto unas cinco veces, muy espaciado...sigo yendo, sí.”

Tercera condición: que el tratamiento lo realice un especialista en psiquiatría o psicología clínica

“...la medicación hace dependencia, no la he querido tomar...unos días sólo, porque no podía dormir, la he dejado...es que yo prefiero cosas naturales, ¿pero...no vale el informe del médico de cabecera tampoco? No sabía. Y lo del psicólogo ..., voy a uno privado y me va yendo bien, me ha hecho un informe, no sé si es del tipo de los que ustedes dicen, yo pago todas las visitas, les voy a adjuntarlas facturas ... Miren, no se qué más decirles.”

Ya te digo yo. Que, como tú, hay muchos. Que no fuisteis a ningún hospital  ese día para que te curaran el temblor del miedo. Que buscabas la protección de casa y el abrazo de la familia. Que hicisteis bien en llamar a los psicólogos de emergencias. Que intentasteis adaptaros, normalizar y que, en algún momento, habéis sabido o podido, buscara ayudas y el tiempo no lo ha sido, aunque acabaseis pagándoosla vosotros. Ya te digo yo que eso es lo normal. Lo frecuente. Lo humano. Eso otro, lo dejamos para próximas reuniones de mesa, de profesionales que parecen ni saber ni entender. Que pretenden reacciones humanas que no existen. Que dictaminan con argumentos que no se corresponden con la propia ciencia a la que sirven. ¿Y sabes porqué? Porque que la ayuda cuesta dinero. ¿Quién te dijo que la solidaridad era gratis?

Reflexiones necesarias para tener en cuenta

Psicólogos de los dispositivos de emergencia....

¡¡Tener cuidado con las pautas que dais!!

Por si hay otro atentado, por si estáis revisando protocolos, recordad que, en e l Ministerio del Interior, necesitarán un informe de ese día, no mucho más tarde, donde se acredite que la lesión psicológica se acaba de producir. Y el vuestro, si no es clínico y muy bien hecho, no vale. Ah, y recomendar que sobre todo el tratamiento bien rápido, y bien seguido, aunque el trastorno fluctúe o sea de inicio tardío. Psiquiatra o psicólogo clínico, el resto está de más. Es que, si al final, en lugar de pasárseles, los síntomas siguen ... a ver como demuestran esto.

Médicos, forenses, expertos evaluadores, que de un modo u otro dais los buscados fundamentos al Ministerio del Interior para que otorgue o deniegue su ayuda: no sé si la epidemiología encorsetada de las lesiones físicas es tan útil para las psíquicas...

Pero yo diría que no... Por sentido común diría que no... Por conocimiento profesional digo que no...

Porque el impacto de la mente trasciende al que puede recibir el cuerpo físico. Porque la lesión psicológica tiene otros parámetros. Porque pocos le podrán enseñar un informe de ese mismo día. Porque son muchos los

Que intentan olvidar metiéndose en la cama y tapándose acurrucados bajo las sábanas. Porque no, no es imprescindible como decís haber estado en la trayectoria de esta maldita furgoneta para haber vivido el riesgo de morir, para continuar viviendo este miedo que circula por las venas y aún les acelera el corazón cuando van por la calle. Cuando piensan en sentarse con los amigos en una terraza con coches circulando alrededor. Este vacío que, como un aire turbio, les ha cambiado por dentro.

Estas y tantas cosas por las que siguen necesitando a sus psicólogos. 

Estas y tantas cosas que no se puede concebir que un profesional de la salud desconozca.

Por curiosidad, vosotros que sabéis distinguirlos, y los otorgáis o no su reconocimiento: de aquellos días de agosto de 2017...

¿A cuántas víctimas psicológicas perfectas habéis conocido?

Debieran pareceros pocas.

Generalitat de Catalunya... ¿Qué listados de heridos confeccionas? ¿Te acordaste de incluir los atendidos en salud mental? ¿Los que han ido apareciendo? ¿O tampoco saben en Salud nada de cómo funciona la mente humana?

¡¡VÍCTIMAS PERFECTAS... POCAS!!

¿Qué ayuda? La que requiere acciones a los afectados contrarias a las pautas que se les dan en ser atendidos.

¿Qué ayuda? la que unos médicos dicen que mereces y otros que no. Igual de públicos y competentes en mesas diferentes.

¿Qué premio? el que se ofrece, sin informar claramente de las bases del concurso.

Las víctimas imperfectas, hasta ahora, siempre pierden. Y son muchas....


 

 

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