22 diciembre 2015
El bajón de Bildu y el cambio vasco
La formación nacionalista ha
perdido este domingo el 36% de su electorado y ha bajado de seis a dos escaños,
aunque ninguna encuesta lo había previsto
Hace ya tiempo que el líder de la izquierda abertzale,
Arnaldo Otegi, advirtió a Bildu, desde la cárcel, del riesgo de que su gestión
municipal autoritaria, sobre todo en Gipuzkoa con la recogida de basuras, donde
había arrollado hace cuatro años, le pasara factura. Así ha sido. Pero a un
nivel que Otegi no habría imaginado ni en sus peores sueños. Bildu, tras un
aviso en las municipales de mayo, perdió el domingo el 36% de su electorado y
bajó de seis a dos escaños. Ninguna encuesta lo previó como tampoco lo había
hecho del ascenso espectacular de Podemos, que
ha engullido los 100.000 votos perdidos por Bildu, doblando de 148.000 a 316.000 su
resultado de las municipales, lo que le ha hecho el partido más votado de
Euskadi y segundo en escaños, 5 contra 6 del PNV. Algo sorprendente.
Los datos del domingo reflejan el cumplimiento del
temor de Otegi porque en numerosos municipios dónde gobernó Bildu ha sido
derrotado por Podemos. Pero este cambio tiene más calado. Quienes eligieron a
Podemos y abandonaron a Bildu vieron en este un partido viejo. Además de su
problema de liderazgo —su líder está en prisión—, Bildu no ha presentando un
proyecto social de renovación, acorde con los tiempos. Le perjudica su pasada
vinculación con ETA. No se sale de ese mundo y ha sido incapaz de apostar por
un final unilateral de ETA, a la vista de los obstáculos del Gobierno del PP. Y
si Bildu ha sido víctima de su pasado, el PP vasco, con otro resultado
desastroso, lo ha sido de su incapacidad de adaptarse a los tiempos sin ETA.
Mientras, Ciudadanos no ha conseguido ni un escaño por su rechazo al Concierto.
El domingo mostró que Euskadi está cambiando. Lo
advertía una reciente encuesta del Sociómetro del Gobierno vasco al destacar
que el independentismo ha caído al 21% en plena efervescencia soberanista
catalana y el predominio de las preocupaciones sociales y económicas. Ha ganado
en escaños el nacionalismo del PNV, alejado del independentismo, y ha superado
las expectativas demoscópi-cas el PSE, que ha pactado con él la política social
y económica. Pero ha ganado en votos Podemos, que ha sabido encarnar lo nuevo,
el recambio generacional y, por tanto, capitalizar mejor que Bildu el malestar
social contra el Gobierno de Rajoy. Un partido que ni es independentista ni se
sitúa en el abertzalismo, pero que defiende el
“derecho a decidir” como fórmula para resolver el conflicto territorial.
Intenta superar la división entre nacionalistas y no nacionalistas con un
proyecto transversal de renovación, que recuerda al fallido intento de la Euskadiko Ezkerra
de Bandrés y Onaindia.
Antes de un año habrá elecciones autonómicas en
Euskadi, que favorecen a los partidos nacionalistas, y se planteará la reforma
del Estatuto vasco. Entonces se comprobará si Podemos —con una evolución
ideológica tremenda en tiempo récord, sin caras conocidas y con una reciente
crisis en Euskadi— es flor de un día o es capaz de desarrollar un proyecto
político propio; si consigue lo que Euskadiko Ezkerra no logró o se limita a
ser el aliado de Bildu en el Parlamento vasco.
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