14 junio 2016 (13.06.16)
La paz de los cementerios
Era 19 de junio de 1987, 'Mis problemas con las mujeres' apuntaba maneras, el éxito nos esperaba a la
vuelta de la esquina. Cuando llegamos al hotel, la cocina estaba cerrada. No
eran tiempos de 'room service'. Entramos en un bar cercano y al traspasar el
umbral la televisión nos escupía sin pudor la cara del horror.
En la
frontera entre el final de la inocencia y el gran 'business', el atentado de
Hipercor nos quitó a muchos la venda de los ojos. La nueva España de la que éramos representantes no
estaba tan alejada del tardofranquismo, presente en la sociedad española como
un zombi que se niega a reconocer que está muerto.
Recuerdo el
instante como si fuera ayer, quién no. La rabia, la impotencia, el 'flashback' de un
apartamento a cien metros del establecimiento que
vio pasar el final de mi adolescencia. ¿Cuántas veces me había cruzado con
cualquiera de las víctimas que ahora eran evacuadas en ambulancias rodeadas de
humo? Gente del barrio, héroes de clase obrera, inútilmente
asesinada por unos indeseables puestos hasta arriba de furor patriótico.
Han pasado
29 años de aquel horror. Los 21 muertos que dejó la tragedia siguen muertos,
los 45 heridos, estigmatizados, porque hay heridas que no cicatrizan jamás. Y
las víctimas. ¿A quién le importan? «Hay que pasar pagina», dicen. No hay que
remover el pasado.
Y así, el
ciudadano recibe los golpes de la intransigencia, del odio ancestral o del reparto de poder y
siendo totalmente prescindible, está obligado a pasar página. ¿Conocen aquello
de que el mayor invento del diablo ha sido hacer creer que no existe?
Veintinueve
años después del atentado de ETA, las familias y amigos de los afectados por la
masacre de Hipercor siguen levantándose por la mañana, sacando sus vidas adelante y
llorando a sus muertos que solo han conocido una paz, la de los cementerios.
Opinión:
Estos días asistiremos a recuerdos y artículos
varios al acercarse otro aniversario del atentado en Hipercor. Agradeciendo el
artículo de José María Sanz “Loquillo” tengo que aclarar un dato: muchas víctimas
del atentado en Hipercor, además de hacer lo que describe en el último párrafo,
también trabajamos para que nadie más sufra lo que ya hemos sufrido nosotros.
Pero por desgracia también están las que
se inventan heridas, secuelas y dolores variados… y sabemos quienes son.
Tiempo al tiempo.
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