22 abril 2012
Un camino largo pero esperanzador
Seis miembros de diferentes colectivos reflexionan sobre cómo avanzar hacia la convivencia al cumplirse medio año del cese de ETA.
Elisa López
San Sebastián. Ya no hay vuelta atrás. A los seis meses del anuncio del cese definitivo de la violencia de ETA se vislumbra un futuro complicado pero esperanzador. ¿Cómo se debe avanzar a partir de ahora en el camino hacia la convivencia en Euskadi? El respeto, el diálogo, el reconocimiento del dolor causado a las víctimas y los presos serían la clave. Así lo entienden seis personas que por diferentes motivos se han visto involucradas en la historia reciente de este país. Seis reflexiones que tienen como denominador común el consenso. Dos víctimas del terrorismo, Iñaki García Arrizabalaga y Roberto Manrique; Jesús Loza, comisionado por el lehendakari para la paz y la convivencia; el profesor de Filosofía y Etica, Jesús Mari Mújica; Paul Rios, coordinador de Lokarri y la portavoz de Gesto por la Paz en Gipuzkoa, Inés Rodríguez, hablan en este reportaje sobre el camino para llegar a una convivencia “normalizada” en Euskadi.
Jesús Loza, Comisionado por la Paz
“De la Real o del Athletic, pero todos somos vascos”
El 20 de octubre se dio un paso de gigante hacia la convivencia porque la mayor lacra que tenía la sociedad vasca era la existencia de ETA. Esta es la primera reflexión de Jesús Loza, comisionado del lehandakari para la paz y la convivencia, que percibe un futuro “complicado pero esperanzador”. El hecho de que ETA declarase el final de la actividad armada supuso para Loza un paso fundamental hacia la convivencia “porque las personas amenazadas han dejado de estarlo. Y en estos seis meses hemos podido disfrutar de la nueva situación”. Pero reconoce Loza que queda muchísimo camino por recorrer. Por un lado, porque ETA tiene que desaparecer de manera definitiva, afirma, y por otro, porque todo el mundo “que ha apoyado y jaleado” a la banda durante treinta años tiene que hacer “el tránsito” de la dictadura a la democracia. A su juicio, “nadie se acuesta siendo totalitario y se levanta demócrata. Evidentemente se necesita un tiempo”. No obstante, el comisionado señala que ese mundo está dando pasos, aunque todavía son “claramente insuficientes”. De momento, no han pedido que se disuelva ETA que, insiste, es el “mayor problema que tiene este país en relación a la convivencia”. Asegura que tampoco han reconocido el daño causado y la aproximación
que han pretendido hacer a las víctimas ha sido “absolutamente insuficiente”. Les queda todavía un largo camino por recorrer, indica. Uno de los aspectos fundamentales para Loza sería “apuntalar la libertad” y para ello “necesitamos legitimar nuestro Estado de derecho”. Por último, considera importante asumir la idea de que “todos somos igual de vascos”. Que se pueda ser del Athletic o de la Real , ateo o religioso, “pero todos vascos”. Y, sobre todo que todos “podamos hablar sin miedo y escuchar con respeto lo que no pensamos”.
Roberto Manrique, víctima
“No me gusta nada la postura de ‘no’ a todo”.
Trabajaba como carnicero en Hipercor el 19 de junio de 1987 y fue una de las víctimas del atentado más sangriento de ETA con 21 víctimas. Desde entonces, uno de los mayores deseos de Roberto Manrique, que todavía sufre secuelas, ha sido ver “cara a cara a los autores de la matanza y que le expliquen el porqué”. Y ese encuentro puede estar próximo después de que recibiera una carta de uno de los autores de ese atentado. Desde hace dos años Manrique ya no forma parte de la asociación catalana de víctimas del terrorismo. Lo dejó y al poco tiempo le llamaron de la Generalitat para coordinar el servicio de información a las víctimas, es decir, para ser una “Maixabel Lasa en Catalunya”, bromea. Luego lo cerraron y ahora trabaja y sigue ayudando y asesorando a otras víctimas “por la cara”. Su reflexión sobre la convivencia en Euskadi se identifica “absolutamente” con el discurso del comisionado por la paz Jesús Loza: con la ley en la mano hay que hacer todo lo que haya que hacer, es decir, desde el respeto a la ley hay que hacer lo posible para que nadie pase “por lo que he pasado yo, mis hijos, mi esposa y tantas y tantas víctimas”. Tacha de “muy, muy positivo” que ETA, por fin, lanzara el comunicado el 20 de octubre. Esa noche, su hijo, de 27 años, le dio un abrazo llorando y le dijo que nadie más iba a pasar por lo que él había pasado. “Este es el mensaje y quien quiera entender bien y quien no, también”, afirma. “Durante mil años hemos pedido que ETA deje de matar y ahora que lo hace, ¿qué más queremos?”, se cuestiona. Arremete con dureza contra la Asociación de Víctimas del Terrorismo y muchas asociaciones por su “postura del ‘no’ a todo. Es una pena. A mí me expulsaron e la asociación por decir estas cosas. Me expulsó Alcaraz, expresidente de la AVT ”. “¿Y dónde estuvo él de 1987 a 2002?”, pregunta. Afirma que desapareció durante 15 años. Luego vio un hueco y se coló para “decirnos lo que teníamos que hacer. A mí desde luego no. Y a otras víctimas tampoco”. “Después de 23 años de pelea que venga alguien a decirte lo que debes hacer!”. Recuerda que el obispo Munilla abogó porque las víctimas rezaran por la conversión de los terroristas. Pero, por otro lado, recalca, la AVT dice que no hay que acercar a los presos. “¡Es una contradicción!”. No entiende “este invento del ministro” de que las víctimas puedan personarse en los recursos sobre la excarcelación de los etarras. “Si un preso tiene una sola victima podría entender que esa víctima pudiera decidir. Pero si un etarra ha matado a dos o más víctimas, ¿a cuál de ellas hay que hacer caso?. Esto es una manera de encabronarnos. Es patético”.
Iñaki García Arrizabalaga, víctima
“Habría que poner fin a la dispersión de los presos”
Hijo de Juan Manuel García, el delegado de Telefónica en Gipuzkoa asesinado en 1980, Iñaki García Arrizabalaga reconoce que “estamos mejor que hace seis meses”. No obstante, tiene claro que sin grandes esfuerzos se pueden hacer cosas que redunden de manera positiva en términos de convivencia. En primer lugar, afirma rotundo, ETA debe disolverse de manera definitiva, éste sería “el mejor regalo” para la convivencia. También haría falta una batería de medidas. ¿Cuáles serían las más urgentes? Poner fin de manera progresiva a la política de dispersión de los presos de ETA, algo que no requiere ningún tipo de modificación legal, declara. Tal y como explica, “mantener la dispersión de los presos los aleja de una presión social que en Euskadi es mayoritaria a favor de la disolución de la banda”. Siempre ha defendido que la política de dispersión es éticamente cuestionable y “el acercamiento rebajaría la tensión”. Lo dice una víctima que hace unos meses se reunió con un preso para “hacerle ver y sentir lo que yo he vivido”. Iñaki se pregunta qué se podría hacer y entiende que se deberían potenciar iniciativas que sean aceptadas en las diferentes sensibilidades. La primera sería dar por hecho que todas deben ser respetadas. Otro factor que facilitaría la convivencia son “los procesos de descontaminación ética”, “término mío que significa que durante décadas ciertas mentalidades han campado a sus anchas en Euskadi a través de la coacción y el asesinato, y esto no se puede desmontar de la noche a la mañana”. Sostiene que cualquier iniciativa educativa de descubrir que la verdad no es monopolio de nadie también facilitaría la convivencia. Asimismo reconoce que “como víctimas del terrorismo jugamos un papel clave, pero eso no significa que todo lo que digamos deba ser aceptado, no tenemos un plus de legitimidad como para dictar por dónde debe caminar la política de un gobierno”. Y un denominador común para trabajar entre diferentes sensibilidades sería reconocer que matar no fue un mal necesario sino un acto “irreversible contra la dignidad humana y éticamente perverso”.
Jesús Mari Mújica, Profesor de Filosofía y Etica
“Las víctimas no deben ser prisioneras del pasado”
Preocupado pero esperanzado. Así se siente Jesús Mari Mújica. Este profesor jubilado de Filosofía y Etica de la Universidad de Deusto y del Liceo Santo Tomás es consciente de que, pese a la crisis económica, la convivencia es “el mayor problema en nuestro país”. Sostiene que existe una implicación insuficiente de la sociedad civil porque “parece que solo es un asunto de políticos” y a éstos sí hay que exigirles “con más fuerza y claridad” que trabajen en este campo. Pero también, insiste, deben estar asociaciones civiles y religiosas, universidades, escuelas o ONG… todos deben contribuir”. Considera Mújica que los políticos siguen manteniendo la tendencia a la utilización partidista de las palabras y los gestos y critica que la “retórica vacía de la política de bajos vuelos” siga existiendo: “no hay autocrítica”. Por todo ello sabe que “hay que ir dando pasos: la ponencia por la paz, por ejemplo, está aún sin fecha”. Pero también se confiesa esperanzado por varias razones. Jesús Mari Mújica afirma que hoy “todos sabemos que no hay vuelta atrás”. También sabemos, apunta, que hay que hablar de las víctimas y reconocer la injusticia del daño que se les ha causado. Además es necesario ayudarles a que “no queden prisioneros del pasado” y sobre todo destaca su esfuerzo por superar el odio y la venganza. Le parece imprescindible hablar de los presos y buscar interpretaciones humanas que favorezcan el respeto a sus derechos porque así se propiciará “la posibilidad de una reconciliación y una convivencia”. Y concluye afirmando que la legalización de Portu y el acercamiento de las elecciones “ayudarán a la disolución de ETA”.
Paul Rios, Portavoz de Lokarri
“El diálogo debe ser la clave de nuestro futuro”
El colectivo a favor del diálogo Lokarri acaba de ser premiado por los corresponsales de prensa extranjeros. Su coordinador, Paul Rios, confiesa que hace ilusión que reconzcan su trabajo y “además fuera de casa”. Sus claves para la convivencia son el diálogo, el respeto y el consenso. Sostiene que la nueva etapa que se ha abierto debería ir necesariamente a la par con una nueva forma de concebir la política. “Hasta ahora la hemos concebido considerando al otro como a un enemigo, con una falta de respeto a los derechos humanos fundamentales, con muy poco diálogo y exclusión”, esgrime. Añade que ahora tendrá que ser “todo lo contrario”, es decir, un futuro en el que “el diálogo sea la clave” para que se pueda llegar a acuerdos y para conseguir así una sociedad “lo más normalizada posible”. “Es el único camino”, señala. No se puede avanzar sin el respeto al pluralismo, a las opiniones de cada uno o las libertades democráticas. Asimismo, indica que el diálogo es la única fórmula para que personas tan plurales “como las que convivimos en Euskadi tengamos la oportunidad de escucharnos”. Paul Rios apuesta por el consenso para construir una nueva manera de convivir. A su juicio, “así resolveríamos nuestras diferencias”. El coordinador de Lokarri habla de las víctimas del terrorismo y asegura que tienen una serie de derechos y los ciudadanos una serie de obligaciones hacia ellas. No obstante, a la hora de tratar “cómo debemos construir el futuro, tenemos que sentarnos a hablar como ciudadanos”. En cuanto a los presos, Ríos habla de su acercamiento como forma de generar confianza. Manifiesta que “si queremos que haya un marco de respeto, lo que no tiene ninguna justificación es que esos castigos que provienen de las épocas pasadas se sigan proyectando en la situación actual”. Aboga porque se garanticen los derechos humanos. Y concluye: “los políticos son los que deberían trasladar consensos a la sociedad”. Tener la oportunidad de empezar una nueva etapa debería ser para ellos “un motivo de redoblar esfuerzos”.
Inés Rodríguez, Portavoz de Gesto en Gipuzkoa
“No hay que olvidar que el pasado existe”
La histórica declaración del cese de la violencia hace seis meses fue una “buenísima noticia para todos”, afirma Inés Rodríguez, portavoz de Gesto por la Paz en Gipuzkoa. “¿Qué ha supuesto este anuncio? En primer lugar que la sociedad vive sin la amenaza de la violencia, que quienes estaban amenazados han ido recobrando la normalidad que habían perdido, y también que la política se ha liberado de esta distorsión que suponía la existencia de ETA”, argumenta. A su juicio, todas estas condiciones propician que se pueda afrontar la tarea de reconstruir la convivencia pero “sin olvidar lo ocurrido” y “reconociendo lo injusto del daño que sufrieron las víctimas”, afirma la portavoz de Gesto. Aboga por elaborar una memoria compartida en la que se reconozca el daño, así como la deslegitimación de la violencia. Y “debemos impregnarnos de valores éticos y democráticos, de una defensa de la pluralidad y del diálogo como método para resolver todos estos problemas”. Insiste en que el daño de ETA fue causado por miembros de una banda que utilizaron la violencia contra la sociedad y de algún modo con la justificación de parte de esa misma sociedad. Explica, asimismo, que quienes aplaudieron esa violencia están haciendo ahora “una apuesta por vías pacíficas”, aunque ese recorrido no ha finalizado. “Deben hacer una lectura crítica con el pasado porque no empezamos de cer; el pasado existe”. Se posiciona a favor de acercar a los presos porque su dispersión “perjudica a terceros”. Hay que aceptar la aplicación de la ley y luego “ya se verá cómo se cumplen las penas” Habrá dos formas: por el paso del tiempo o por un proceso de reconocimiento del daño”, concluye.
Opinión:
Agradezco a Rosa Rodero, amiga y víctima del terrorismo (por ese orden) que desde Bilbao me haya enviado el original de esta noticia. Una vez me ha llegado la reproduzco como muestra de que, en el colectivo de víctimas, existe una pluralidad que puede ser molesta para algunos, especialmente para aquellos que opinan del sufrimiento
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