16
octubre 2016
ETA agoniza aislada socialmente
y con apenas una veintena de terroristas y unos 80 huidos
No se
espera un anuncio de disolución porque sería admitir su fracaso, pero su final
es irreversible
«ETA cabe en un microbús». La frase del ministro de Interior, Jorge Fernández
Díaz describe bien la actual situación de la banda, solo cinco años después de
su derrota reconocida implícitamente en el comunicado de «cese definitivo de la
violencia» del 20 de octubre de 2011. Con apenas una veintena de terroristas
activos, unos 80 huidos con causas pendientes que además caen poco a poco en
manos de las Fuerzas de Seguridad y más aislada socialmente que nunca, la organización
agoniza de forma irreversible, sin ni siquiera poder jugar el papel de «actor
político» que reivindicaba.
No se espera un comunicado de
disolución de ETA, porque sería admitir su fracaso total; pero tampoco es algo
que preocupe especialmente a los responsables de la lucha antiterrorista, que
saben que morirá de inanición y por los golpes policiales como el de esta semana, en la que la Guardia Civil y la DGSI francesa localizaron un
zulo estratégico con 145 armas procedentes del robo de Vauvert, el mayor
decomiso de este tipo de la última década. La banda está condenada al basurero de la historia. Un
recorrido por estos cinco años así lo demuestra.
La caída de la cúpula
El 22 de septiembre de
2015 el Servicio de Información de la Guardia Civil y la DGSI francesa detenían en un chalé de
Saint-Étienne-de-Baigorry, cerca de Navarra, a David Pla e Iratxe
Sorzábal, los dos máximos dirigentes de la banda. Habían
acudido a la casa a preparar su la estrategia de cara a las elecciones
generales de diciembre. Les acompañaba Ramón Sagarzazu, «Ramontxu», un veterano
terrorista que participó en la preparación de planes para negociar con el
Gobierno. El golpe fue de tal magnitud que la Benemérita bautizó la
operación como «Pardines», el guardia civil asesinado por la banda el 7 de
junio de 1968. Era prácticamente el certificado de defunción de la
organización. «Fue decisivo porque se rompía la continuidad del mando y se sabía que
ETA iba a tener muchas dificultades en encontrar un sucesor, que en ningún caso
tendría su mismo ascendiente y le sería complicado hacerse con el control de
todo el entramado»,
explican las fuentes antiterroristas consultadas por ABC. Así fue, porque quien
parece haber asumido el mando –ABC adelantó en su momento que era Mikel Irastorza–,
no tiene, ni de lejos, su prestigio. Este individuo fue en su día portavoz del
Foro de Debate Nacional impulsado por Eusko Alkartasuna y Batasuna, lo que le
da en el mundo proetarra un cierto barniz de preparación. Pero no tiene
experiencia terrorista ni, en consecuencia, respeto de los duros. «La de ahora es un dirección muy pequeña, tienen mucha
menos gente y se han visto obligados a unificar distintas áreas por los golpes
recibidos».
La logística, en
mínimos
La primera gran operación de esta
etapa al entonces «aparato logístico-militar» fue la detención, el 28 de octubre de 2012, de Izascun Lesaca,
su jefa, y de su lugarteniente Joseba Iturbide a 70 kilómetros de
Lyon. Es una «dura» y desde entonces ese aparato, estratégico para ETA, comenzó
un declive imparable. «Es como el caso de Pla y Sorzábal; se rompió la
continuidad del mando y el relevo era inexperto y cometió fallos», dicen las
fuentes. Prueba de ello son los tres últimos golpes recibidos, esta vez por la llamada estruuctura
«técnico-logística», de cuya existencia informó la banda el 20
de julio de 2014. Su misión, el sellado de los depósitos de armas y el
reforzamiento de su aparato político. Pues bien, el 28 de mayo de 2015 se
intervinieron en un chalé de Biarritz 26 armas cortas, munición y material
explosivo, entre otros efectos, además de detenerse a dos «legales» que
custodiaban el arsenal. El sucesor de Lesaca, Xabier Goyenechea, cayó el 7 de julio de 2015 junto a Joseba Iñaki Reta
de Frutos. Goyenechea participó en un robo en Francia en el que
murió un policía galo. Y el tercer golpe mortal fue el del pasado miércoles,
cuando tras delicada investigación, aún abierta, se detectó el zulo estratégico
con las 145 pistolas y revólveres procedentes de Vauvert. «Es difícil saber qué
les queda, pero es muy posible que el explosivo que tengan esté ya deteriorado»,
dicen las fuentes. Lo importante es que de nuevo se ha quitado a ETA una de sus
últimas bazas en su sueño imposible de negociar una entrega de armas por
mejoras para sus presos, como el final de la dispersión, la libertad de quienes
estén en la fase final de su condena y los enfermos, y que los huidos puedan
volver sin tener que enfrentarse a la Justicia. Hay otro efecto, también notable: la desaparición de la
escena de los «verificadores o mediadores internacionales», ya sin papel alguno que jugar.
Financiación
La financiación de la banda es hoy un misterio.
«Aunque sean muy pocos, y tengan algún dinero de la época anterior, por fuerza
tienen que necesitar una vía de financiación», dicen las fuentes consultadas.
«Es verdad que puede haber quien, a título particular, los ayude, y puedan
salir del paso, pero puede haber canales que no se han detectado. Es una de las incógnitas que
quedan por desvelar».
El frente
penitenciario
Los presos siempre han sido uno de
los quebraderos de cabeza de ETA, que necesitan de su unidad para poder
aparentar firmeza. Sin embargo, poco a poco el colectivo se va fracturando, especialmente por aquellos que pensaban
que el final del terrorismo anunciado el 20 de octubre de 2011 se iba a
traducir, tarde o temprano, en mejoras de su situación. El Gobierno se ha mantenido firme.
Para eso suceda solo hay dos caminos; o el recluso, de forma particular,
renuncia a su pertenencia a la banda, pide perdón por el daño causado y
colabora con la Justicia
para resolver los crímenes no resueltos, o la organización hace pública su
disolución, entrega las armas y aquellos que tengan delitos pendientes asumen
las consecuencias en los tribunales. Todavía hay un grupo, no menor, de irreductibles,
algunos de ellos con claro perfil psicopático. Pero en el resto se nota el hartazgo,
aumentado por líderes batasunos como Pernando Barrena, que en
abril de este año animaba a los internos a «aceptar la legalidad
penitenciaria». Para aquellos que llevan muchos años entre rejas, el mensaje
fue demoledor.
Lucha contra la banda
Las Fuerzas de Seguridad se centran
en tres direcciones: detener a todos los etarras aún en libertad, recuperar todas las armas si
la banda no las entrega y resolver todos los atentados que aún están impunes.
«Es nuestra obligación legal, pero también moral para con las más de 800
víctimas de ETA», dicen las fuentes consultadas. En los tres vectores hay
avances importantes. Desde 2011, entre el Servicio de Información de la Guardia Civil y la Comisaría General de
Información de la Policía se ha
detenido a 163 etarras en España y otros países. Y en cuanto a atentados
resueltos, policialmente superan la veintena y ya hay varias condenas
judiciales.
Opinión:
Me gustaría aprovechar la información publicada por ABC
para varias cosas. La primera, volver a agradecer a los miembros de las FCSE
que se juegan la vida su excelente labor para proteger a los ciudadanos. Y digo
a los “miembros de…” porque a la mayoría de sus altos superiores no creo que
haya que agradecerles casi nada. Me explico: son los mismos altos superiores
que mientras se ponen los méritos de sus trabajadores deniegan ayudas para
localizar a cientos de víctimas, algunas de esos mismos atentados a los que
dicen buscar solución. Además, es curioso que hablen de las “800 víctimas de ETA”
mostrando una enorme dosis de olvido hacia todos aquellos heridos que han visto
su vida destrozada y que tampoco conocen quienes fueron los autores del
correspondiente atentado.
Hablando de olvido…. tampoco reconocen que la inmensa mayoría
de víctimas (las reconocidas, de las “de tirita” prefiero no hablar) también
hemos puesto nuestro granito de arena para que la banda terrorista ETA acabe
como está… por no utilizar la venganza.
Venganza que, oh casualidad, están clamando y gritando
algunos que ni siquiera son víctimas en las últimas horas…
Pues nada, que se haga todo lo que la ley permita para
continuar en esta fase en la que nadie pueda sufrir lo que otros ya hemos
sufrido…
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