22 julio 2022
Más metralleta
Daniel Fernandez
Era, por si lo han olvidado o incluso por si algún improbable lector es tan joven que no llegó a vivirlo, uno de los eslóganes más coreados –durante años– en muchas manifestaciones de la izquierda más radical y, por supuesto, en las del nacionalismo vasco más extremo. La rima, burda y terrible, se coreaba con total indiferencia por los muertos e incluso era estimulada por algún atentado reciente, que provocaba el efecto espantoso de acrecentar el odio y la convicción de los que habían elegido apoyar la estrategia de socialización del sufrimiento, ese último eufemismo siniestro para enmascarar una campaña de terror y violencia que al final de su larga historia dejó más de ochocientas personas asesinadas y que sumó, aunque las fuentes todavía discrepen en las cifras, más de tres mil atentados y acciones de corte violento.
ETA se estrenó en la lucha armada abatiendo a un joven guardia civil, José Pardines, el 7 de junio de 1968. Y ese mismo día, como consecuencia del tiroteo, también cayó otro joven, Txabi Etxebarrieta, que había sido protagonista de las dos sesiones de la V asamblea de la organización, muy en especial de la segunda, en 1967, en la casa de ejercicios espirituales de la Compañía de Jesús en Getaria. Allí, bajo el influjo de las revoluciones argelina y angoleña, se fraguó, presentándolo como un sueño, lo que resultó una prolongada pesadilla. No es este el lugar apropiado para ello, pero antes de decidirse por las Stein y las bombas, está muy documentado cómo distintos militantes de aquella ETA incipiente ya avisaron del mal camino. No todos estaban tan dispuestos como Etxebarrieta a pasar a la acción. Pero cuando hablan las armas, suelen callar conciencias y disidencias.
Por supuesto, los energúmenos de signo contrario confiaban igualmente en la razón de la fuerza, así que también en más de una manifestación de la ultraderecha se oía el grito simétrico de “¡Contra ETA, más metralleta!”. Así se hermanaban en su gusto por la pólvora y en resolver a tiros y explosiones el futuro del país. En fin, venimos de todo aquello, y de la Guerra Civil y la dictadura franquista. Y de las guerras carlistas, por supuesto. Y de una decadencia de siglos que cubrió hasta oscurecer una pasada grandeza. Pero pocos países en el mundo han cambiado tanto y tan para mejor como España en las últimas décadas. No todo ha sido, por supuesto, solo por lo que ahora se denomina, muchas veces despectivamente, el régimen del 78, pero el marco institucional que consagró la Constitución de 1978 ha permitido este largo tiempo con muchas más luces que sombras. Todos los nacidos en los cincuenta o sesenta sabemos de lo que hablamos. Y también hay testigos en las generaciones anteriores y posteriores. Por eso me resulta tan desesperanzador que haya una parte de los jóvenes de hoy que prefieran ser nietos de la Guerra Civil a hijos de la transición.
¡Ya está bien de Franco y ya está bien de ETA! Y la reflexión sobre el pasado no puede ser perpetrada, como hizo Cuca Gamarra en el debate del estado de la nación, usando torticeramente un minuto de silencio en memoria de Miguel Ángel Blanco y llamando al Gobierno de coalición filoetarra. Lo reconozco, me molestó profundamente el tono y el argumentario de la portavoz del Partido Popular. Porque ETA fue derrotada. Y no puede vencer en el recuerdo. Y es inmoral cebar el discurso con la metralla del populismo y la confrontación.
Opinión:
La última frase del artículo es contundente: “es inmoral cebar el discurso con la metralla del populismo y la confrontación”.
Efectivamente, es inmoral utilizar el dolor ajeno para hacer política partidista. Es inmoral exigir a otros que no hagan lo que quien se queja ha hecho durante décadas. Es inmoral negar las evidencias de frases, reuniones y encuentros mantenidos (documentadas cuando aún no existían las noticias “fakes”). Es inmoral jugar con los sentimientos de mucha gente para mintiendo o tergiversando, intentar conseguir cuatro votos. Es inmoral hacerse pasar por víctima del terrorismo cuando ni siquiera se estaba presente en el lugar del atentado.
Podría seguir pero lo dejaré para otro día. Seguramente habrán oportunidades muy pronto.
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