jueves, 23 de septiembre de 2021

22 septiembre 2021 elespañol.com

22 septiembre 2021 

 


En casa del investigado por terrorismo: “Abdellah empezó a rezar 15 días antes de estrellar el coche”

La Audiencia Nacional investiga si el atropello múltiple de Murcia es el primer ataque yihadista registrado en España desde el 17-A.

A las seis de la madrugada del viernes sonó la alarma del móvil de Abdellah. Este marroquí, de 28 años, salió de la habitación que tenía alquilada en la buhardilla de un dúplex de El Jimenado, propiedad de un compatriota, y se metió en el aseo para lavarse la cara, las manos y los pies. Tras purificarse, extendió su alfombra de rezo, y a las 6.21 empezó a orar en su cuarto. Ocho horas después, al volante de un Volkswagen Golf, embistió las terrazas de dos restaurantes de Roldán para atropellar a varios clientes: cuatro terminaron heridos y uno murió.

La Audiencia Nacional investiga si Murcia ha sido escenario del primer atentado terrorista registrado en España desde 2017, cuando los ataques yidahistas perpetrados en Barcelona y Cambrils se cobraron 16 vidas. Una fuente próxima a la investigación apunta que la Guardia Civil baraja dos hipótesis. La primera: Abdellah era un desequilibrado y solo quiso suicidarse por un trauma fruto de su estancia en un centro de menas de Valencia. La segunda: Abdellah era un 'lobo solitario' que actuó inspirado por Daesh o por Estado Islámico.

EL ESPAÑOL ha podido entrar en la habitación que Abdellah alquiló -hace cinco meses- en un dúplex de la calle Colibrí de El Jimenado: una pedanía de 1.246 habitantes, que pertenece al municipio de Torre Pacheco. En el cuarto, el único elemento que hay relacionado con el Islam es una alfombra de rezo que le prestó Hassan: el dueño del inmueble y que a la misma vez, era su casero, compañero de piso, y amigo.

"Adbdellah no iba a la mezquita ni hablaba del Corán, era una persona que unas veces rezaba y otras no, pero quince días antes del atropello de Roldán me preguntó si tenía una alfombra y volvió a orar a diario", subraya Hassan a este diario, como un hecho que ahora le llama la atención, a la vista de la tragedia vivida en las terrazas de los restaurantes Honey's Bar y Gateway to India. "Como tenía dos alfombras, le dejé una morada y se puso a limpiarla". La dejó como el jaspe para rezar a Alá.

Este marroquí, de 42 años, que trabaja a destajo en el campo para pagar la hipoteca de su dúplex de El Jimenado y poder traer a España a su mujer y a sus tres hijos, no le dio importancia al giro religioso de su inquilino porque el chico no atravesaba un buen momento anímico. "Abdellah llevaba desde julio sin trabajar y se pasaba la mayor parte del tiempo sin salir de su cuarto", tal y como resalta Hassan.

- ¿Qué convivencia mantenía con usted?

- No se relacionaba conmigo. Él se pasaba el tiempo mirando internet con su móvil, dentro de la habitación que me alquiló en la buhardilla. Solo bajaba al salón para comer y cenar, veía la televisión un poco, y se volvía a subir.

- ¿Su compañero de piso hacía llamadas a otras personas en el extranjero que no fuesen sus familiares?

- No lo sé porque para hablar por teléfono también se encerraba en su cuarto.

Tal conducta ahora cobra interés para la Guardia Civil. El Servicio de Información está analizando las redes sociales y el móvil de Abdellah Gmara, nacido en Beni Mellal, en 1994para determinar si experimentó un proceso de autoadoctrinamiento pasivo -nutriéndose de contenido yihadista por internet- antes de causar el atropello múltiple.

Los dos únicos locales que solía frecuentar Abdellah cuando salía del dúplex eran el Bar José y el Bar Fina. Allí, a pie de barra, corroboran que era un chico muy callado y tan solitario como el café solo que tomaba a diario -acompañado de un pitillo-. Ningún empleado que conoció al veinteañero marroquí es capaz de digerir que el viernes emplease el Golf que le prestó su amigo, Salah, para arrasar las terrazas de dos restaurantes de Roldán antes de empotrarse contra la columna de una casa. 

Una carta de despedida

EL ESPAÑOL ha podido hablar con una fuente de la investigación que confirma que nada más producirse el siniestro en Roldán se barajaron dos hipótesis: suicidio por problemas mentales o ataque yihadista. El motivo: "Cerca de la palanca de cambios del coche había una carta de despedida, donde decía que se iba de este mundo porque estaba traumatizado por problemas que había tenido en España".

La misiva era breve, no estaba manuscrita en árabe, sino en castellano, y no atribuía el atropello múltiple a Daesh ni a Estado Islámico. Tales datos invitaban a pensar que podría tratarse de un desequilibrado que se "suicidó" estrellando su coche, sin embargo, en la carta, Abdellah reprochaba que "sufrió" durante su estancia en Valencia en un centro para menas (menores extranjeros no acompañados). Tal contenido hacía plausible un trauma sufrido a su llegada a España y que tuvo un efecto rebote años después: su radicalización yihadista. 

La Policía Judicial, durante la inspección del turismo, se topó con otra pista llamativa: en el asiento del copiloto del Golf había un cuchillo para la carne, de veinte centímetros de hoja, con mango negro. Cuando Abdellah se estrelló contra la columna de la casa que hay junto a los restaurantes, los sanitarios que le sacaron del coche y le atendieron antes de morir, detectaron que la parada cardiorrespiratoria que sufría no era por la colisión, sino por una puñalada entre la axila y el pezón, que le dañó un pulmón. Y ahí saltó otro interrogante: ¿Cuál era el origen del cuchillo?

La respuesta llegó con la autopsia, tal y como asegura esta fuente: "El conductor se autolesionó clavándose el cuchillo tras causar el atropello múltiple". La Policía Judicial comprobó que el Volkswagen Golf, de color gris, estaba a nombre de un tal Salah y cuando le interrogaron se incrementaron las dudas. "El dueño del coche explicó que se lo prestó a su amigo porque ese viernes tenía cita con el médico en el Hospital Los Arcos en San Javier, pero se comprobó que no acudió al centro hospitalario". En ese momento, el caso saltó a Madrid: todo era muy raro.

El registro del dúplex

Este sábado, una decena de agentes, algunos de ellos del Servicio de Información de la Guardia Civil, se plantaron en el dúplex de El Jimenado donde Hassan le había alquilado una habitación a Abdellah.

- ¿Qué ocurrió durante el registro de su domicilio?

- Hassan: La Guardia Civil vino con perros y estuvieron registrando toda la casa. Me enseñaron una foto de un cuchillo que encontraron en el coche y me preguntaron si era de mi casa, pero yo les dije que no. Tenía pinta de ser comprado en una tienda porque tenía hasta una funda.

- ¿Su amigo le contó que quería suicidarse?

- Nunca tuvo motivos para suicidarse, ni jamás dijo que lo fuese a hacer.

- ¿Últimamente le hablaba mucho del Islam o se quejaba de su situación en España porque no encontraba trabajo?

- No tenía un libro del Corán ni me habló de religión, excepto con motivo de la Fiesta del Cordero de este año, cuando me contó que tenía ganas de celebrarla en Marruecos y al final no pudo porque no reunió el dinero para el vuelo. Tampoco le escuché quejarse de este país. Además, había logrado la nacionalidad española.

- ¿La Guardia Civil intervino algo de la habitación de Abdellah? 

- De su cuarto se llevaron medicinas, recetas, su pasaporte, su carné de conducir, el teléfono, y todos los documentos que tenía desde que estuvo en un centro de menas en Valencia al llegar a España.

Ese dato pone de manifiesto el interés de los investigadores por comprobar la veracidad de la carta de despedida de Abdellah donde habla de supuestos abusos y problemas que sufrió en un centro para menas de la ciudad del Turia. Allí fue atendido por la Comunidad Valenciana desde mayo de 2008 hasta agosto de 2012.

"Se marchó de Beni Mellal sin decirle nada a mis padres: utilizó documentación falsa para hacerse pasar por miembro de una familia marroquí que viajaba a España", según explica su hermano, Bendaoud. "Tenía 13 años cuando acabó en un centro para menores inmigrantes y luego pasó a un piso tutelado".

Tenía nacionalidad española 

Abdellah logró la nacionalidad española en febrero de 2020, tras sumar quince años de residencia en el país y ni un solo antecedente. Algo que hizo ilusión al menor de cuatro hermanos, que siguió los mismos pasos de su prole dejando atrás Marruecos en busca del sueño europeo. "En el piso de Valencia que compartió con otros seis menas, nunca me dijo que lo pasó mal: allí aprendió a leer, a escribir, pudo estudiar...", asegura Bendaoud a EL ESPAÑOL.

No entiende el rencor que expresó en la carta de despedida que dejó en el Golf el día que murió, tras provocar un atropello que ahora está en la diana de la Justicia. "La Guardia Civil me ha dicho que hay un ochenta por ciento de posibilidades de que mi hermano se clavase el cuchillo tras el atropello y que podía ser un terrorista, pero eso es imposible", sostiene apesadumbrado este marroquí.

Bendaoud es incapaz de asimilar semejante giro en su hermano pequeño: el mismo con el que convivió antes de traerse a su familia a Torre Pacheco; el mismo que en 2017 se sacó el permiso E para ser chófer de camiones de 3.500 kilos y hacer portes de electrodomésticos; el mismo que trabajó de furgonetero transportando cuadrillas a fincas agrícolas de la Región; el mismo que hasta julio fue jornalero recogiendo pimientos en un invernadero..."No entiendo nada: Abdellah no era un loco".

- ¿Usted notó en su hermano algún comportamiento extraño?

Yo le decía que tenía que trabajar porque era joven, que no podía estar gastándose todo el dinero y luego volver a buscar un empleo. Los trabajos no le duraban mucho. Mi hermano siempre pedía dinero: no sé si tomaba drogas, la verdad.

- ¿Cree que se había radicalizado por esa inestabilidad laboral?

- Mi hermano no hablaba del Islam. La semana del atropello me dijo que había una gente que le quería matar, pero no me dio ninguna explicación más porque era una persona que hablaba muy poco. Nuestros padres no nos enseñaron a hacer daño a la gente atropellándola.

La última palabra en este terrible suceso que ha consternado a la Región de Murcia, la tendrá la Audiencia Nacional. José María Gil, experto en terrorismo y seguridad, sostiene que Abdellah "actuó como un 'lobo solitario' por los datos periféricos que han trascendido sobre su conducta". Gil argumenta que el autor del atropello "se distanció de su familia, con un comportamiento extraño, oraba a diario y antes no lo hacía, y el viernes hizo un ritual de ablución para purificarse porque se lavó antes de rezar".

- ¿Por qué considera que era un 'lobo solitario'?

- El terrorista pasivo, sin vincularse jerárquicamente a una organización, se puede inspirar en el terrorismo yihadista y ejecutar una acción terrorista. En este caso, los datos periféricos recabados por la Guardia Civil tras entrevistar a su familia apuntan a que se autorradicalizó y siguió la teoría de la oportunidad: actuó cuando tomó la decisión de quitarse la vida y eligió un objetivo. No tiene que ser una ciudad, puede ser un pueblo, como Roldán. En Francia ya hemos visto como muchos de los grandes atentados que se han producido han ocurrido en poblaciones pequeñas.

Vestido de punta en blanco

El viernes, a las 7.20 horas, Abdellah, salió caminando del dúplex de El Jimenado al encuentro de su amigo Salah para coger prestado su coche. Todo ello, tras mentirle diciendo que lo necesitaba para ir al Hospital de Los Arcos porque tenía unos problemas de estómago.

Este veinteañero iba vestido de punta en blanco: un polo, unos pantalones Levi's, con un cinturón Tommy Hilfiger a juego, y unas zapatillas. Tan solo llevaba un objetivo en mente: los restaurantes Honey's Bar y Gateway to India, que están situados a unos metros del domicilio que tiene en Roldán uno de sus tres hermanos.

Al volante del Golf, pasadas las dos de la tarde, Abdellah atravesó la avenida de Murcia a cien kilómetros por hora, y arrasó dos terrazas, justo cuando enfrente, en la Pizzería Toscana, un grupo de guardias civiles celebraba una comida de despedida de un par de compañeros a los que cambiaban de destino. A falta de que la Audiencia determine si ese atropello múltiple fue obra de un demente suicida o de un terrorista yihadista, lo único que está claro es que murió una persona inocente. 

 

 

 

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