16 noviembre 2019
«No se puede dar voz en las instituciones a quienes no
condenan el terrorismo tajantemente»
La directora general de Apoyo a las Víctimas, Sonia Ramos,
asegura que estamos ante un nuevo intento del entorno etarra de tergiversar la
historia "que no podemos permitir"
Después de que el líder de EH Bildu, Arnaldo Otegui, haya
puesto sobre la mesa la aministía para varios etarras como condicionante a una
futura investidura, el colectivo de víctimas del terrismo vuelve a dar un golpe
sobre la mesa. Quienes sufrieron en sus propias carnes el horror de la banda
terrorista miran con indignación como el entorno de ETA, que hoy pervive en la
legalidad, trata de legitamar una causa que ha dejado en el camino miles de
vidas.
Ante esto, aunque sin citarlo de manera explícita, la
directora general de Apoyo a las Víctimas del Ministerio del Interior, Sonia
Ramos, ha sido clara: «no se puede dar voz en las instituciones públicas a
quienes no condenan el terrorismo de manera tajante». En el marco de unas
jornadas organizadas por el colectivo en Andalucía e inauguradas ayer viernes
en Málaga, Ramos aseguró que hoy, en 2019, nos encontramos ante un nuevo
intento del entorno etarra de tergiversar lo que ha ocurrido en España en los
últimos cincuenta años.
Frente a un auditorio compuesto por víctimas y familiares
tachó de inadmisible que estas voces que tratan de blanquear las acciones de la
banda tengan presencia en la vida política y pública. Porque quienes pretenden «negociar
bajo postulados» -aseguró- lo único que hacen es «dejar en muy mal lugar a las
verdaderas víctimas». El relato «no puede ser otro que la verdad y la historia
contada por vosotros», subrayó.
Pese a la derrota de la banda y la consolidación de la
democracia en España, recordó que el terrorismo sigue teniendo vigencia y que
hemos pasado de uno doméstico -el de ETA- a uno de corte yihadista. Sin
embargo, espetó, «ambos comparten el odio, la sin razón y la intolerancia».
Precisamente a la contribución de las víctimas al Estado
democrático se refirió también el presidente de la Asociación andaluza,
Joaquín Vidal, que definió la lucha por la dignidad de las víctimas y por un
relato veraz como una batalla que debe ser colectiva. «El camino hacia la democracia
se ha cimentado con la sangre de nuestras víctimas, y eso es algo que siempre
traslado a cualquier responsable de las instituciones de este país. Para que
sepan que los escaños sobre los que se sientan han costado sangre».
Igualmente, reclamó conocer la verdad de los 400 asesinatos
que todavía hay impunes, con verdugos que están por la calle «viviendo de
rositas» y deberían estar en la cárcel. Aseguró el presidente de la Asociación que, en un
mundo «tan complejo y diverso como el de hoy», las víctimas necesitan mantener
viva su voz.
En el acto de inauguración de las jornadas también
estuvieron presentes el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, y el alcalde
de Málaga, Francisco de la
Torre. Ambos recordaron a compañeros y amigos asesinados a
manos de ETA como Alberto Jiménez Becerril y su esposa, Ascensión García, José
María Martín Carpena, o el que fuese fiscal jefe del Tribunal Superior de
Justicia de Andalucía y cuñado de De la Torre , Luis Portero.
Arma contra el fanatismo
Moreno llamó a defender la memoria y la verdad de las
víctimas como arma contra el fanatismo, «que siempre acaba en terror».
Precisamete en una tierra, Andalucía, «que ha pagado un precio altísimo en la
defensa de los valores, la libertad y el cumplimiento de la ley».
El presidente andaluz fue igual de tajante en relación a la
postura en la que deben situarse las administraciones, al asegurar que nunca un
gobierno «debe dar lugar a ningún tipo de duda en la lucha contra el
terrorismo». La historia de las víctimas es, a ojos de Juanma Moreno, «un
patrimonio de valor incalculable» que toda la sociedad está llamada a proteger.
Un legado moral gracias al cual «hoy disfrutamos de una sociedad más justa».
Sin embargo, pese a la victoria de la sociedad española
frente al yugo terrorista, sostuvo el presidente, «no puede haber ni olvido ni
perdón», y desde los distintos organismos se debe garantizar el cumplimiento de
ley y hacer de la memoria «el antídoto a toda forma de violencia».
Opinión:
Pues nada, que le pidan explicaciones a los señores políticos
que dijeron cosas las que siguen a continuación… al fin y al cabo, son de “los
suyos”, son “sus víctimas” como en más de una ocasión han dejado claro…
El 19 de mayo de 1999 se reunieron en la ciudad suiza de
Zurich tres miembros de ETA, tres representantes del gobierno español, entonces
presidido por José María Aznar, y un mediador, el que era entonces obispo de
Bilbao, Juan María Uriarte. Se vivía entonces una tregua que ETA había
declarado el 2 de octubre anterior.
Javier
Zarzalejos, según aquellas actas, dejó claras las cosas desde el principio:
allí estaban para negociar: "otras vías son inadecuadas -dijo- un
contacto es más eficaz, aunque sea más duro para las dos partes, pero es más
adecuado...(...)... el gobierno actúa de buena fé).
No
pedimos que dejen de ser una organización armada
Aún un paso más
allá, Javier Zarzalejos dijo a los etarras: "No venimos a convencerles de que dejen de ser
una organización armada. Eso es una decisión suya en función de sus análisis. Eso será
un desarrollo unilateral de ETA, por razones estratégicas, de evolución, de
eficacia... No venimos a ver si ustedes van a mantener la
tregua. Es ETA la que decide".
Y el consejero de Aznar, Arriola, remató: "la Constitución española no es inamovible, tampoco,
creo, los estatutos, existen vías de cambio...". Es decir,
la puerta estaba abierta para negociar. O como siguió Zarzalejos: "hemos hecho un esfuerzo para asumir la lñogica del otro, y dentro de esa lógica no pensamos que ETA se va a rendir. Sabemos que ETA tiene todavía capacidad mortífera (...). Hemos hecho un esfuerzo de acercamiento. No venimos a la derrota de ETA".
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