lunes, 27 de enero de 2014

27 enero 2014 (6) El Mundo del Siglo XXI (opinion)

27 enero 2014



Fernando Lázaro
Humillación de las víctimas en casa






Respeto. Pero respeto siempre y de todos. Porque quien ha perdido a los suyos a manos de terroristas puede y debe tener el reconocimiento de todos los españoles. No cabe la mirada torva, no vale el pitido, no vale la burla, no vale el insulto. No valen los motes. ¿Vale discrepar? Sin duda, faltaría más. Pero desde el respeto.

Pero lo que a mí me hacer hervir la sangre es que las víctimas reciban el desprecio por gente, por personajillos cercanos a ellas, desde el entorno más cercano, desde los puntos creados para defenderlas. Que alguien se ría de alguien porque ha perdido las piernas es censurable a todas luces. Pero que el que se ría de esa víctima mutilada sea alguien que está en ámbitos de las propias víctimas es simplemente demencial.

Pues pasa. Y más de lo que nos figuramos. Lo han escuchado y no pocos. Me han contado cómo lo dicen. Me han contado el tono con el que lo dicen. Me han contado las risas y carcajadas de quien ríe semejantes gracias... Porque ha provocado indignación en muchos que han escuchado las palabras, los términos, los motes que utilizan algunos para referirse a víctimas. Seguro que alguien pensará: "¿Por qué no das nombres?". Porque creo que este artículo debe ser una llamada a la reflexión de aquellos/as que lo hacen, para los que lo dicen, para los que lo aplauden; una llamada para que cambien, para que rectifiquen, para que vuelvan a la línea de la educación (si en estos casos alguna vez han estado en ella). Se trataría de acabar con ello.

Porque alguien que en teoría se acerca a las víctimas, a sus asociaciones, para echar una mano no puede denigrarlas porque no piensen como él. Porque alguien que está mandando en asociaciones, cuando escuche estas referencias faltonas, maleducadas, humillantes y faltas de tacto, debería tirar de las orejas a su autor y no reírle sus gracias, que no le arrope.

Porque a un hombre que ha perdido las piernas por la explosión de un coche bomba de ETA no se le puede llamar ''El mandril'. Porque a una persona que ha sobrevivido al 11-M con secuelas psicológicas importantes no se le desprecia refiriéndose a él como 'El autista'. Porque a una persona que ha perdido movilidad facial de la impresión al conocer el asesinato de su marido no se le puede conocer como 'la muñeca de cera'. Porque a dos mujeres que sufrieron serias amputaciones en sus extremidades a consecuencia de un coche bomba colocado por el comando Madrid no se las puede humillar llamándolas 'las muñecas de famosa', porque no se puede denominar a las víctimas de ETA en general que no piensan como tú como 'las abertzales'. Porque no.

En ningún caso, pero mucho menos cuando esos motes se utilizan en sedes de víctimas, cuando quien lo dice se arroga el papel de gran defensor de las víctimas y quien le ríe las gracias es alguien que representa a muchos. ¡No! Hay más motes, hay más términos... 'La sindicalista', 'La enana', 'La penas', 'El perroflauta', 'La patas cortas'...

Yo entiendo que quien trata así, sin respecto ninguno a víctimas del terror, merece un respeto similar. Pero en ningún caso debería tener potestad alguna de representar absolutamente a nadie de ese colectivo. Pues ésto pasa, y pasa en España. No se  puede tolerar. 

Opinión:

¡Qué artículo mas novedoso! Parece que algunos empiezan a descubrir que el hecho de ser víctima del terrorismo no incluye la seguridad de tener la educación mínimamente requerida para relacionarse en sociedad. Fernando Lázaro comenta algunos de los asquerosos motes (o alias o como le queramos llamar) que algunas víctimas utilizan al referirse a otras. Seguro que eso también lo hacen otr@s que sin ser víctimas están siempre metidos entre nosotr@s como representantes o salvavidas de dios sabe qué o quién.
Pero me gustaría que este artículo lo hubiera leído tiempo atrás cierto impresentable que escribe también en El Mundo cuando se refería a un servidor como “el carnicerito de Hipercor” o a Pilar Manjón como “la plañidera mayor del reino”. Supongo que entonces fue mejor no decir nada...
En 26 años de trabajo integral dirigida a personas que, como yo, son víctimas del terrorismo he oído muchas gilipolleces semejantes.
Recuerdo cuando alguien, al enterarse de que otra persona había conseguido una pensión como víctima reaccionó diciendo “todas las putas tienen suerte”. Al día siguiente se encontraron en un acto y la saludó con un abrazo como si no hubiera dicho nada.
Me viene a la mente cuando otra víctima llamó “gordo de mierda” a cierto representante del Alto Comisionado de Apoyo a Víctimas.
O aquel que en un acto, creyéndose el rey del mambo y ante mucha gente llamó a un representante del Ministerio “maricon de mierda” prohibiéndole acudir a cualquier otro acto más.
Otro caso: la persona que durante años ha ido recopilando información de víctimas para luego aplicarse “a sí misma” los dolores y secuelas ajenos. A esta última ¿qué mote le podrían poner?

Por cierto Iñaki, gracias por la información.

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