27 abril 2014
El cine rompe la barrera del conflicto
La ausencia de violencia de ETA propicia un resurgir de películas sobre la lucha armada o la normalización en Euskadi amparadas en nuevos enfoques como el humor
La coincidencia en el tiempo de varias películas que abordan el tema de ETA o que tienen el conflicto vasco como marco ha vuelto a poner sobre la mesa el interrogante de cómo refleja el séptimo arte esta espinosa cuestión y en base a qué factores.
El catedrático de Historia Contemporánea de la UPV /EHU Santiago de Pablo afirmaba que la clave de este aparente renacer de películas sobre "el problema vasco" está en los nuevos enfoques que ha posibilitado la ausencia de violencia tras el cese de la actividad decretado por la banda en 2011. "El ambiente social y político ahora es diferente y permite nuevas miradas que hace unos años eran imposibles. Entonces, creo que de repente sí ha habido un interés especial, sin olvidar todo lo anterior", señalaba a este periódico.
Ramón Zallo, catedrático de Comunicación Audiovisual de la UPV /EHU, especificaba aún más y apuntaba que el hecho diferencial es el uso del humor, una posibilidad prácticamente impensable hasta la aparición en 2003 del programa de ETB Vaya semanita. Mientras en el pasado se trataba este tema "con mucha delicadeza y mucho cuidado en general, excepción hecha de algunas películas más propagandísticas como El Lobo", hoy día "el hecho de que ya no haya violencia permitiría una mirada más distendida, sin el riesgo a la incomprensión". No menos importante es que, "el público sí irá a ver películas de esa temática, mientras que antes, cuando todavía había violencia, no quería hurgar en la herida de algo que estábamos viviendo colectivamente".
A este respecto, Santiago de Pablo recordaba la comedia de Antonio Hernández Cómo levantar 1.000 kilos, sobre las peripecias de un detective en Euskadi, que fue un fracaso en su estreno en 1991 porque entonces "no se entendía que se pudiera hacer humor sobre este tema". En cuanto al cambio que se ha producido, expresaba las "ganas que hay de contar las cosas de otra manera, ya como algo pasado, y no como algo que sigue influyendo en el día a día de la sociedad vasca". Eso sí, el uso del humor, ejemplificado en la exitosa Ocho apellidos vascos, "tiene que ser inteligente, haciendo que sea un producto comercial que también ayude a reflexionar y a saber más sobre el tema".
Zallo coincidía en destacar que "la sociedad misma empieza a tomar una cierta distancia para poder leer esta parte de la historia con más tranquilidad, en clave de drama o incluso de comedia, y la intuición de las productoras va en esa dirección". Preguntado por el hecho de que, pese a este distanciamiento general, la problemática de ETA se encuentra lejos de estar resuelta, el catedrático opinaba que ello "forma parte de la sociedad digital, consumimos un montón de imágenes y a una velocidad muy grande, y la memoria es más corta. No es lo mismo que con la Guerra Civil o la posguerra, de las que se hicieron películas pero ya en los 80, transcurridos prácticamente 30 años". "Vaya semanita fue la primera que arriesgó en un estilo digamos jocoso, funcionó y esa es la clave que ahora se exporta", apostilló.
Uno de los guionistas de ese programa, Rubén Ontiveros, valoraba que "lo más importante" a la hora de desdramatizar el conflicto vasco "fue trasladar todo lo que se comentaba en la cuadrilla o entre amigos a un programa de humor". Agregaba a este periódico que "canalizar toda la seriedad política del momento a través del humor siempre era un alivio. Tampoco sabíamos hacerlo de otra manera, así que no sé si es mérito o casualidad, pero resultó de lo más acertado".
Sobre el peligro de caer en una intencionalidad política, Ontiveros que trabajó en Vaya semanita entre 2005 y 2007 y que fue el artífice de la serie Qué vida más triste afirmaba que "siempre se tiende a politizarlo todo, y más en Euskadi. El humor es humor, un sketch divertido e ingenioso lo seguirá siendo en Cádiz, Somosierra o Irun".
Catalizadores
A juicio de los expertos consultados, el conflicto vasco ha sido tratado en profundidad por el cine, por lo que el actual rebrote supondría un nuevo pico en una escala variable a lo largo de las décadas. Santiago de Pablo, que en 2012 publicó el libro The Basque Nation on-screen: Cinema, nationalism and political violence que tendrá una futura edición en castellano, ha contabilizado más de 50 largometrajes sobre ETA. Asimismo, realiza un paralelismo del momento actual con la efervescencia que se produjo entre finales de los 70 y los 80. Si entonces el catalizador para la producción de películas fue "la desaparición de la dictadura", ahora sería "no el fin oficial de ETA, pero sí de la violencia de ETA".
Ramón Zallo, tras opinar que en la filmografía sobre el terrorismo "los puntos de vista son bastante variados en general", destacaba la década de los 2000 como la más prolífica hasta la fecha. Cuestionado por la controversia que, en mayor o menor grado, suele acompañar a estas películas, dijo que "en la medida en que se sepa narrar y se respeten las diversas memorias, el cine tendrá una función pedagógica y de relato compartido muy relevante de cara al futuro". Puso como ejemplo de ello Asier eta biok, filme del año pasado que "huía de los estereotipos y presentaba a personajes con una vivencia dramática propia pero contextualizados". A estas producciones les queda, por tanto, todo un camino por recorrer "desde el documental, la ficción o la comedia".
Opinión:
Perfecto, “compro” la idea de que “a ausencia de violencia de ETA propicia un resurgir de películas sobre la lucha armada o la normalización en Euskadi amparadas en nuevos enfoques como el humor”.
Perfecto, “compro” la idea de que “a ausencia de violencia de ETA propicia un resurgir de películas sobre la lucha armada o la normalización en Euskadi amparadas en nuevos enfoques como el humor”.
Partiendo de la “compra” de este argumento y sabiendo que se han hecho muchas mas obras sobre la problemática del terrorista en lugar de la vida que la víctima debe empezar a (sobre)vivir… ¿para cuándo una película sobre el atentado de ETA con más víctimas civiles de su historia? ¿Quizás es que al ocurrir fuera de Euskadi no tiene la misma importancia?
Puedo asegurar que entre las víctimas de ese atentado hay un enorme abanico de historias: desde las verdaderas historias de dolor y dignidad a las verdaderas historias de mentiras y de la apropiación del dolor ajeno para vivir de lo ocurrido. Hay de todo porque entre tantas víctimas la posibilidad de la existencia de algún que otro manipulador era posible.
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