20 septiembre 2015
Construyendo
convivencia
Pablo Muñoz
Llevaban año y medio inmersos en un
proceso de diálogo discreto, interpersonal, en el que han podido debatir en
profundidad y con respeto cuál es su papel en la recuperación de la convivencia
normalizada tras décadas de desencuentros. Les unía el carácter de víctimas de
una violencia injusta y la convicción para llevar adelante una iniciativa que
demande a los partidos unidad y compromiso.
Las quince personas que han presentado esta semana
el informe Eraikiz (construyendo) vivieron ya la experiencia de víctimas
educadoras, como fruto del Plan de Convivencia Democrática y Deslegitimación de
la Violencia
aprobado por el Parlamento Vasco en 2010. Ahora, y profundizando en su trabajo
común a impulso de la
Secretaría de Paz y Convivencia del Gobierno vasco, han
trasladado a los partidos políticos su planteamiento para desbloquear la Ponencia de Paz.
No se trata de una asociación al uso, de uno de esos
colectivos monolíticos relacionados con las víctimas. Entre los quince
firmantes de Eraikiz hay víctimas de ETA, de los Comandos Autónomos, de los
GAL, de la extrema derecha o de excesos policiales. Si hay que concretar, entre
ellos se cuentan dos hijas de Fernando Buesa, un hermano de Txiki Paredes, la viuda
del concejal Jesús Pedrosa, dos hijos de Joxe Mari Korta, un hijo de Joseba
Goikoetxea, la hermana de Joxi Zabala, un hijo de Froilán Elexpe o el hijo de
José Manuel García. Una lista sobre la que no puede caber ninguna duda de su
condición de víctimas, con muchas lágrimas derramadas y mucho dolor sobre sus
espaldas a causa de una violencia injusta.
Fruto del diálogo íntimo y discreto de todos estos
meses ha sido el documento que plantea siete demandas directas a la clase
política que pueden concretarse en tres mensajes fundamentales: que todos los
partidos sean unánimes en declarar que matar estuvo mal; que se reconozca a
todas las víctimas, sin exclusiones; que de la misma manera que ellos,
víctimas, se han puesto a trabajar por la convivencia, los partidos políticos
lo hagan también.
El primer mensaje, evidentemente, va dirigido a la
izquierda abertzale que, como asignatura pendiente, sigue siendo requerida para
que reconozca de manera clara y contundente que ETA nunca debió existir, que
cualquier forma de lucha no es válida para lograr un objetivo político.
El segundo mensaje, también indudable, lo destinan a
los partidos políticos, medios de comunicación y colectivos de apoyo a víctimas
del terrorismo que se empeñan en negar la condición de víctimas a todas las que
no lo han sido por atentado de ETA. Obsesión excluyente abanderada por el PP y
los colectivos de apoyo que les son afines (AVT, Covite, etc), secundada de
tapadillo y con tibieza por amplios sectores del PSOE y UPyD y con entusiasmo
digno de mejor causa por los principales medios de comunicación de ámbito
estatal sin excluir a algunos de ámbito vasco.
El tercer mensaje emplaza a las fuerzas políticas a
que sigan el ejemplo que ellas, las víctimas, están dando y dejen de defraudar
a la ciudadanía vasca que desea una convivencia en paz y normalizada. Es hora,
pues, de desbloquear la
Ponencia de Paz y acordar un suelo ético común.
Los mensajes que trasladan a la clase política
interpelan a los que todavía se empeñan en que la memoria debe comenzar a
partir de los años 88-90 en los que padecimos la cara más cruel con una ETA en
desenfrenada actividad violenta y una izquierda abertzale desnortada
implantando la socialización del sufrimiento (ponencia Oldartzen). Interpelan también
a los que olvidan que entre los 70 y los 80 camparon a sus anchas asesinando y
amedrentando con total impunidad en una cadena de atentados nunca esclarecidos.
Interpelan asimismo a quienes por preservar su
cohesión política interna y evitar su desgaste político no se atreven a
reconocer y condenar en público lo que reconocen y condenan en privado. La
izquierda aber-tzale, lógicamente, no va a ceder a las exigencias imperiosas
del resto de las fuerzas políticas que a veces van cargadas de rencor y de
rechazo. El ánimo constructivo y el ejemplo de las quince víctimas podrán
servir de ejemplo para que, a su tiempo y sin presiones, la izquierda abertzale
reconozca sin ambigüedades que lo que se hizo mal, se hizo mal.
El paso adelante que las quince víctimas han dado en
su manifiesto Eraikiz es un valioso gesto que servirá para un futuro relato
compartido, un anuncio profético de que la convivencia entre todos es imparable
y una denuncia de que los comportamientos del pasado son perjudiciales y además
inútiles. Porque los firmantes, esas quince personas unidas por un dolor de
origen tan diverso como perverso, no se han limitado a elaborar el manifiesto y
darlo a conocer. Han venido para quedarse y se han comprometido a trabajar para
que los políticos contribuyan a la convivencia sin esperar unos la reacción de
los otros.
Aunque solo sea por el trabajo hecho en silencio y
discreción durante todos estos meses, aunque solo sea por el ejemplo que están
dando a la sociedad vasca, los componentes del grupo que ha elaborado Eraikiz
han dejado claro que la convivencia es posible
Opinión:
Estando de acuerdo con la opinión
mostrada en su artículo por Pablo Muñoz, solo quiero aclarar una palabra que
utiliza y que, por inducir a confusión, deseo comentar. Habla de “colectivos
monolíticos relacionados con las víctimas”. Sinceramente, esos colectivos
pueden parecer monolíticos dado que sus miembros no son consultados sobre las
decisiones tomadas por los responsables de la amplísima mayoría de entidades.
Pero consta claramente la existencia de muchísimas víctimas que pese a
pertenecer a esos colectivos no se sienten representad@s en absoluto por las
decisiones tomadas.
El problema es que hay las que quieren
marcharse de esos listados y ni eso se les permite.
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