28 septiembre 2015 (27.09.15)
Las mil
adversidades de los agentes para descabezar ETA
Más de 16 horas seguidas en un
apostadero, en medio de una batida de caza
Asignatura pendiente
La captura de ambos era prioritaria para la Guardia Civil , que
ya los había detenido, y quedaron libres
Riesgos añadidos
Los agentes sufrieron accidentes de tráfico por
continuos desplazamientos contrarreloj en Francia
Acribillado a picotazos
Un inoportuno rebaño de ovejas traspasó las pulgas
al agente que vigilaba en su apostadero. No se movió
Sospechosos
Varios agentes tuvieron que demostrar en comisaría
que su carné de Guardia Civil no era falso
Fue a principios de junio cuando los agentes de la Guardia Civil
constataron que tenían a tiro a Iratxe Sorzábal, “Ezpela”, aunque aún no la
habían llegado a visualizar. Todas las pistas recabadas confluían en ella. Era
cuestión de tiempo, porque tarde o temprano acabaría reuniéndose con la otra
pieza del “aparato político”, David Pla, “Mintzo”, y llegaría el ansiado
momento de cazar al completo al “aparato político” de ETA. Las ocho líneas de
investigación abiertas, con sus altibajos, empezaban a dar frutos. Así que hace
cuatro meses, cuando el optimismo estaba más que justificado, se decidió poner
nombre a cinco años de investigación: operación Pardines.
Un lustro da para mucho. Momentos de optimismo, y
también de desmoralización. Pero tentación de arrojar la toalla, “nunca”. Ha
sido un operativo complicado, en el que ha habido que someter a vigilancia a
una treintena de individuos. Cifra que había que multiplicar por las personas
que integraban el entorno de cada una de ellas. Luego se comprobó que no todos
los investigados tenían vinculación con ETA. El dispositivo ha abarcado
numerosas localidades francesas, todas ellas en el sur. Sorzábal se ha movido
en esta amplia demarcación, al menos desde el momento en que se tuvieron
controlados sus rastros. La operación también se extendió al País Vasco.
La captura de Iratxe Sorzábal y David Pla, a quienes
precisamente ayer la Fiscalía
de París acusó de dirigir la banda terrorista ETA, se había convertido, casi,
en una obsesión. Desde luego, en un “objetivo prioritario”. Ambos habían sido
detenidos tiempo atrás por la
Guardia Civil y ambos aprovecharon su puesta en libertad por
una más que cuestionable decisión judicial para huir e incorporarse a la
dirección de ETA. En el Instituto Armado “dolió” que dos etarras que ya habían
quedado a disposición de la
Justicia , al final, se colocaran al frente de la banda. Sus
agentes tenían una “espina clavada” y la captura de “Ezpla” y “Mintzo” se había
convertido en “una asignatura pendiente”.
“Actuación coral”
Horas y horas examinando documentos en clave;
interpretando información aportada por fuentes diversas; vigilando movimientos
sospechosos… No solo ha participado la Jefatura de Información, sino también otros Servicios
del Instituto Armado. “Ha sido una actuación coral de toda la Guardia Civil ”,
dicen, orgullosos, en el Cuerpo.
Las ocho operaciones abiertas en estos cinco años
encaminadas a capturar a “Ezpela” y “Mintzo” acababan, a menudo, chocando
contra un muro. La línea seguida no llevaba a nada y había que retroceder. Se
abrían entonces otras vías. Pero al final de las ocho se recababan datos, se
recuperaban indicios que habían permanecido durmientes, y que a la postre han
sido claves.
“La gente ha estado muy enchufada, muy motivada”.
Solo así alguien puede soportar más de 16 horas, inmóvil, en un apostadero,
pendiente de una cita, de cuya celebración existen indicios, pero que, en
muchas ocasiones, al final no se produce. Porque se ha llegado tarde;
simplemente, porque los terroristas cambiaron de parecer en el último momento
o, incluso, porque la pista era falsa. Y vuelta a repetir, en el mismo lugar, o
en otro. Vigilancias, bajo un fuerte aguacero, o tórridas temperaturas. Fue
necesaria mucha movilidad. A veces se situaba una vigilancia aguardando a alguien
que no aparecía y, de inmediato, surgían informaciones que hacían conveniente
montar otro dispositivo, de inmediato, a 150 kilómetros . Era
preciso convencer a los mandos para que lo autorizaran. Estos continuos
desplazamientos, de un punto a otro de la geografía francesa, contrarreloj,
provocaron que los agentes sufrieran varios accidentes de tráfico, aunque
afortunadamente no hubo que lamentar daños personales.
En operativos de estas características siempre se
tienen en cuenta los riesgos inherentes: se vigila a individuos que van
armados; en un ambiente a veces hostil en el que no faltan los cómplices de los
terroristas, camuflados entre la población, que alertan ante la sospecha de una
posible presencia policial… Sin embargo, no está, entre las previsiones, que a
uno de los guardias apostado para hacer una vigilancia se le acerque, a escasos
centímetros, un jabalí. Como ocurrió en uno de los dispositivos montados. Pasó
miedo, pánico, pero no se movió porque podría echar al traste la operación.
Otros compañeros, mientras permanecían en sus
apostaderos, se vieron envueltos en una batida de caza. Tampoco pudieron
advertir de su presencia, tentando hasta el extremo la suerte. Momentos también
de tensión los que soportaron otros integrantes del dispositivo cuando alguien,
no necesariamente objetivo de la investigación, salió de su casa porque había
escuchado un ruido extraño, con linterna en mano, buscando el origen de su
sobresalto.
Ha habido ocasiones en las que los guardias civiles
permanecían ocultos, vigilando cualquier movimiento sospechoso, cuando se
acercó un pastor necesitado y orinó justo sobre el apostadero. No tuvo mejor
suerte otro de sus compañeros. Vigilaba en su puesto cuando pasó a centímetros
un rebaño de ovejas llenas de pulgas. Al agente lo acribillaron a picotazos,
pero también permaneció fijo como una estatua soportando el dolor.
La operación Pardines abarcó numerosas localidades
del sur de Francia, donde los diferentes cuerpos policiales están muy
sensibilizados por la presencia de etarras. Incluso esto se volvió en el curso
de las investigaciones en contra de los guardias civiles. Varios de ellos
infundieron sospechas a patrullas de la Gendarmería que les solicitaron su
identificación. Al mostrarles los carnés que les acreditaban como guardias
civiles fueron trasladados a comisaría para comprobar su autenticidad. Resulta
que a muchos de los etarras detenidos en territorio francés se les incautan
placas falsificadas del Instituto Armado o de la Policía Nacional.
Al final, el malentendido se solventaba con la presencia de algún mando del
operativo en las dependencias policiales. Contratiempos que, sin embargo,
demuestran que incluso los policías locales de Francia se han tomado como
asunto propio la lucha contra ETA. Qué lejos queda el “santuario francés”.
Pese al creciente uso de internet y de las
tecnologías más avanzadas por parte de ETA, los terroristas, como se pudo
comprobar a lo largo de la operación Pardines, siguen acudiendo físicamente a
citas para intercambiarse mensajes. Y en los lugares más variopintos:
cementerios, frontones, iglesias, centros comerciales. Los terroristas adoptan
numerosas medidas de seguridad. En la Guardia Civil , después de tantos años
combatiéndola desde la vanguardia, se ha llegado a la conclusión de que ETA es
una organización “perfecta” en cuando a medidas de seguridad. “Cometen pocos
errores y tenemos que aprovecharlos”. Y lo aprovecharon cuando pocos días antes
supieron que la ya controlada Iratxe Sorzábal se iba a reunir en la casa rural
de Saint Étienne con David Pla. “Ellos han ido perfeccionando sus medidas y eso
nos ha obligado a superarnos y nos ha hecho a nosotros ser mejores”. La
presencia en la cita de Ramón Sagarzazu sí fue una sorpresa. Y agradable.
Opinión:
Es un placer dar las gracias públicamente a los
miembros de las FCSE por la excelente labor que llevan realizando desde hace
muchos años en la detención de numerosos miembros de diferentes bandas
terroristas.
Y a todo ello hay que reconocer que no siempre
disponen de las mejores herramientas para ejercer su trabajo de la mejor manera.
Ni por los recursos económicos ni por las salidas de tono de algunos de sus
dirigentes.
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