20 septiembre 2015
La tarde en
que Maixabel se citó con el etarra que asesinó a su marido
Hace 15 años,
el etarra Ibon Etxezarreta asesinó a tiros al ex gobernador civil de Guipúzcoa,
Juan Mari Jauregi
La mujer de
la víctima y el verdugo se citan con EL MUNDO como testigo
Si no supieran de qué va esta extraña historia, en esta imagen podrían ver a una madre con su hijo, a una maestra jubilada que tiene una cita con un antiguo alumno o a una reputada cirujana que le ha salvado la vida a un joven infartado enfermo de mala sangre.
Pero no.
Hace justo 15 años, un mes y 22 días, el hombre de
pelo oscuro que ven asesinó junto a otros dos etarras al esposo de la mujer del
pelo blanco.
Hoy les hemos propuesto una cita [es la cuarta vez
que se ven] con la intención de dar testimonio por vez primera de algo
extraordinario. Víctima y verdugo. Juntos. Una tarde de agosto. A un metro de
distancia. Hablando. Observen durante un rato las miradas de cada uno y nos
ahorraremos media crónica.
Ella es Maixabel Lasa, esposa de Juan Mari Jauregi,
ex gobernador civil de Guipúzcoa asesinado por ETA. Él es Ibon Etxezarreta,
terrorista condenado por aquel crimen a 30 años de cárcel de los que lleva
cumplidos la mitad.
Eran las 11.30 del 29 de julio de 2000. Un sábado.
Dos miembros del comando Buruntza entraron con gafas de sol y txapela en un
concurrido bar de Tolosa a media mañana, se pidieron unas consumiciones, se las
terminaron tranquilamente, esperaron, se acercaron al ex gobernador civil de
Guipúzcoa, le pegaron dos tiros en la nuca, salieron por la puerta principal y
se dieron a la fuga en un coche.
Aquel día, la viuda habló con el marido un instante
antes, para ver quién compraba los periódicos. Aquel día, el terrorista fue
luego a darse una ducha y a sacar a pasear al perro. El lunes fue a trabajar de
maquinista. Hoy les hemos juntados para volver a poner los pies allá. Y la
cabeza.
-Ibon tiene muchas dudas de hacerlo -nos advierten
en los días previos-. Estas cosas le ponen muy nervioso. Su familia no lo sabe.
Pero al final ha decidido que debe hacerlo.
Este encuentro acontece en un lugar indeterminado de
Legorreta, localidad natal del socialista asesinado y pueblo donde sigue
viviendo su esposa. Este encuentro comienza con muchos silencios y unos ojos
opacos y termina de un modo sorprendente.
Uno estaba preparado para ver unas miradas duras al
encontrarse, para que se saludaran con una frialdad previsible, para que
incluso Ibon Etxezarreta se lo repensara y no compareciera durante este permiso
carcelario. Uno estaba preparado para todo eso, decimos, pero no para
presenciar lo que empieza en el siguiente párrafo.
La memoria
¿Qué recuerdos tenéis de aquel día?
Ibon Etxezarreta: Supongo que en el caso de
Maixabel habrá muchos. Pero en mi caso intento borrarlos. Es duro mirar atrás y
acordarse. Hicimos el atentado, llegamos a casa, con mucha adrenalina, mucha
tensión, y no, no, no, no. No tengo ningún recuerdo... El de llegar a casa,
estar tranquilo, desconectar. Supongo que salí con el perro a dar una vuelta y
a olvidarme de todo. No vi las noticias, no vi nada. Me olvidé de eso. Fue un
sábado, ¿no?
Maixabel Lasa: Un sábado.
I: Yo trabajaba. Ese sábado libraba.
Hicimos eso. El domingo desconecté. El lunes volví al trabajo. Por entonces
trabajaba de maquinista de excavadoras
M: El recuerdo más vivo de aquel día
fue cuando mi marido me dijo al salir de casa: "Maixabel, esta noche he
soñado que me matan". Juan Mari nunca me había dicho eso. Intenté
quitármelo de la cabeza. Hasta que me llamaron por teléfono. Era mi hermana. Me
llamó para decirme que no saliese de casa. Cinco minutos antes estaba yo
llamando a una sastrería en Tolosa, porque Juan Mari era corpulento. Estaba
encargándole dos camisas que iríamos a recoger por la tarde, porque el lunes
siguiente se iba a Chile. Según estaba hablando yo por teléfono, la hermana del
dependiente entró a decirle que habían matado a Juan Mari. Justo cuando yo
estaba encargando las camisas.
[Ibon tiene el ceño fruncido y la mirada anclada en
el suelo, en el fondo de algo que no vemos, como si el local de luces apagadas
en el que estamos fuera un confesionario laico y definitivo. Cuesta imaginar
que este hombre fue Potxolo. Cuesta imaginar que esta mano que acabamos de
estrechar, una mano con sus cinco dedos, una mano normal, se empleó a fondo
perdido]
I: Yo entonces vivía en Lasarte, a
10 minutos de Legorreta en coche.
M: ¿Y Carrasco vivía en Villabona
[aquel día Luis María Carrasco era otro de los
integrantes del comando junto a Patxi Makazaga] ?
I: Sí. El piso lo teníamos en Villabona.
A mitad de camino.
¿Todavía quedan preguntas por hacerse?
M: Yo sí que te quería contar algo
[a Ibon]: como en el juicio de la
Audiencia me llamaron como testigo, tenía que esperar fuera.
Pedí que me quitaran el biombo, quería conoceros. No te lo había dicho. Quería
conoceros. En aquellos momentos, cuando dijeron mi nombre, vosotros empezasteis
a golpear la pecera...
I: Esto se hacía para interrumpir el
juicio. Y también para molestar a la víctima. No sabíamos que querías vernos.
M: Es que yo tampoco lo dije a
nadie, eh.
I: Dijimos que no íbamos a formar
parte del juicio y, cuando éste empezaba, comenzamos a dar golpes al cristal y
nos bajaron al calabozo.
M: Yo no os pude ver. Y tampoco hubo
ningún seguidor vuestro: la izquierda abertzale no estaba presente para nada.
Sólo un hombre, un señor mayor, con una boina. Imaginé que sería el padre de
alguno.
¿Qué le dices a Maixabel?
I: Uf. No sé. Más que preguntarle
cosas, me gustaría dar ánimos. Escuchar el testimonio de lo crudo que fue que
perdieran a su familia te llega, te pones en la piel del otro, genera empatía.
Por encima del daño generado, algunos somos personas. Y escuchar testimonios te
llega. En la cárcel puedes hacer tiempo sin querer plantearte nunca qué has
hecho, poner la mente en blanco a piñón fijo. Hablar es necesario. Nosotros
podemos pasarnos años y años en la cárcel sin pararnos a pensar qué hemos hecho
ni quién está detrás de ese dolor. Puedes saber un nombre, pero no sabes nada
de esa persona ni de su sufrimiento. Desconoces todo, es más: es que prefieres
no verlo. Mira, a mí, cada vez que paso por Tolosa, se me viene a la cabeza
Jauregi, Mikel Uribe [mando de la
Ertzaintza asesinado por su comando]. Oigo Zumaia y me
acuerdo de Korta [presidente de la patronal Adegi en cuyo crimen participó]. En
Lasarte me viene Froilán Elespe [también víctima de ETA]... Así todos. No
podemos mirar para otro lado. Si gestos como el que tuvimos [Ibon llevó flores
en un homenaje a Juan Mari] sirven para que la gente de la izquierda abertzale
se anime a hacer autocrítica y a su vez otra gente, viendo esto, hace lo mismo
con su pasado, eso será bueno.
El espejo
[290 años de cárcel por atentar contra el cuartel de
Intxaurrondo. 40 años por el asesinato de Santiago Oleaga. 15 años por tratar
de matar al Rey... Y así un listado que no encaja con este retablo insólito.
Hoy Maixabel va de blanco y te ciega. Cuando tuvo delante a otro miembro del
comando le dijo: "Prefiero ser la viuda de Juan Mari que ser tu
madre".]
¿Cuándo os conocistéis?
I: Yo antes de estar con Maixabel ya
conocía muchas cosas de ella por la prensa. En Gara evidentemente no [con
ironía]. En Gara ya sé que no te voy a leer. Surgió la posibilidad del
encuentro el año pasado. Acordamos que cuando tuviera un permiso lo haríamos.
Le mandé una carta [a Maixabel]... Creo que te llenó, que te valió. Te decía
que quería estar contigo para contarte.
M: Sí. La primera vez que nos vimos
los dos cara a cara fue en mayo.
I: Salí dos días expresamente para
esto. En casa me veían muy así. Nervioso. Y es normal. Te das cuenta de que has
sido capaz de estar con la persona a la que más daño has causado.
¿Fueron horas?
I: Hasta que cortaron.
M: Cuatro horas.
I: En mi caso conozco cosas de Juan
Mari gracias al encuentro, cosas de la familia de Maixabel, y eso me crea
todavía más empatía. Y otro conocimiento.
¿A quién veis delante?
M: Yo veo a una persona que tuvo la
mala suerte de entrar donde entró, que cometió unos actos terribles, pero que
ahora mismo es otra persona, alguien que ha sido capaz de hacer un recorrido
personal, de darse cuenta de que lo que hizo fue algo horrible..
Por eso estamos aquí. Hablando.
I: Yo veo a una persona muy
generosa. Siempre estaré ligado al dolor que hemos causado en su familia. Para
toda la vida. Veo a una persona a la que le hemos causado un daño irreparable.
A ella. A su hija. A su hermana. A sus sobrinos. A todos.
El disparo
¿Tú le disparaste? [La pregunta tenía que llegar]
I: Eso es lo de menos [Contrariado].
Pero no fui yo. La gente siempre le da importancia a quién apretó el gatillo.
En una acción de éstas, el que está en el coche, el que está dentro, el que
dispara, tienen la misma responsabilidad.
M: Eras el conductor. Según me
dijiste, eras el conductor.
I: Sí, sí. Pero eso puede ser porque
el otro no sabía conducir. O conducía muy mal.
¿Uno siente vergüenza?
I: Pues yo salgo de permiso y a mí
me da corte que me vean y lo pasen mal, que sufran, que digan: «14 años y este
capullo paseándose por la calle»... Una vez me crucé con un concejal del PSE
que estaba en la lista de objetivos y le dije que me gustaría hablar con él.
Habrá vivido ese hombre 10 años con los escoltas, me lo imagino cuando recibió
la llamada de la Ertzaintza
diciéndole que estaba entre los objetivos de ETA. El miedo que ha podido pasar.
Creo que compartimos hasta garaje. El miedo que pasaría ese hombre sólo al
sacar el coche de allí. Seguramente no me conocía. Se lo conté. Y vamos a ver
si podemos vernos. Tengo esa necesidad de decirle que lo siento.
¿Qué sentís al veros?
I: Me gusta saber lo que dice, lo
que piensa.
M: Yo es que a Ibon no le veo como
le veía en el año 2000.
I: El primer momento me da un poco
de apuro. Supongo que cuando la llamo, ella mirará el teléfono y verá mi
nombre. Y a lo mejor de repente está tan tranquila y zas. Y pienso:
"Joder, esta mujer irá tan tranquila en el tren y ve que le está llamando
Ibon". Y claro, Ibon, para ella, no es como el vecino del tercero. Sino el
tipo que mató a su marido.
M: Siento, ¿qué quieres que te
diga?... Por un lado pienso: "Este es el chico que mató a mi marido".
Por otro veo que este hombre no es el chico aquel...
[No sé si recuerdan la película Pena
de muerte. Maixabel tiene algo de la hermana Helen Prejean que
interpretaba Susan Sarandon. Su compasión por el asesino. Sus ganas de salvar
al otro. Su capacidad de escuchar... Ahora no se oye nada en la transcripción
de la grabadora. Bueno, miento: suena una campana a lo lejos]
El horror
¿Tú te imaginabas aquí 15 años después? ¿Sentarte a
hablar con el asesino de tu marido?
M: Siempre he tenido unos valores:
siempre he estado contra la pena de muerte; siempre he creído que todo dios
tiene derecho a una segunda oportunidad. Todos nos podemos confundir alguna
vez. Esto ha sido una forma de poner en práctica aquello que siempre he defendido:
ser coherente. Es curioso, Ibon: la izquierda abertzale dice que está en contra
de la pena de muerte, pero la aplica... Yo digo que la izquierda abertzale no
solo ha alentado, ha dado corbertura y ha aplaudido los asesinatos, sino que me
atrevería a decir que ha dado las directrices para que eso suceda. Lo sé.
¿Uno no descansa nunca de un asesinato así?
I: Cuando tuve el encuentro con
Maixabel salí sientiéndome mejor. Uno es consciente de quién es el culpable.
Eres consciente de hasta qué punto hemos causado un dolor irreparable. Supongo,
Maixabel, que tú tendrás presente el vacío de la pareja todos los días, ¿no?
Ese horror lo hemos generado nosotros. Muchas veces no somos conscientes del
daño que hemos provocado a mucha gente como tú.
M: Yo en ningún momento pensé que a
mí, personalmente, me iba a afectar tanto conocerle. Pero sí.
I: Yo es que cuando en la cárcel
escuché los testimonios de García Arrizabalaga, de Jaime Arrese [ambos hijos de
víctimas]... me acercaba a ellos. Me dije: "Yo no soy el autor de aquellos
atentados, pero sí del de Maixabel. Y algo tengo que hacer". Había que
hacer algo: un gesto, algo de verdad. Y no salir ahí con la cabeza alta,
sacando pecho, que yo creo que eso a las víctimas les duele más.
¿Qué edad tenías cuando el atentado?
I: Fue en el 2000... Pues tendría 28
años.
M: Y mi hija iba a cumplir 18...
¿Qué os dicen en las respectivas familias?
I: La ama está contenta. Pero la ama
no sabe que estoy aquí contigo ahora [señala al periodista]. Me dijo:
"Dale un abrazo a Maixabel". Y de lo de la entrevista esta no sabe
nada.
M: Yo he estado con su madre... Mi hija lo ve bien. Siempre hemos hablado de estos temas. Porque hay que hablar.
M: Yo he estado con su madre... Mi hija lo ve bien. Siempre hemos hablado de estos temas. Porque hay que hablar.
La historia
¿Qué historia le contaréis a vuestros descendientes
de ETA?
I. Que ETA ha sido un fracaso enorme
que sólo ha servido para generar dolor, odio y heridas en nuestra sociedad. Le
contaría que por mucho conflicto político que exista nunca se puede llegar a
las armas, a generar el daño que hemos generado. Le diría que fue un error no
haber terminado con ETA a la muerte de Franco, que haber prolongado la lucha
armada hasta 2011 no sirvió para nada y sólo deja lo que deja: un montón de
dolor, de odio, un montón de cicatrices sin cerrar, un montón de prejuicios. Yo
le diría: "Defiende lo que tengas que defender, pero nunca utilices las
armas".
¿Y el joven con 28 años que asesinó a Juan Mari qué
era? ¿Un iluminado, un criminal, un loco?
I: Bueno, tampoco pasas de un día a
otro a plantearte entrar en ETA. Con esa edad, en ese tiempo, ETA lo tenías
mitificado. Conocías a vecinos que eran militantes, el hijo del panadero,
personas normales, y estaba bien visto. No eran extraterrestres caídos del
cielo.
M: Yo les contaría a mis nietas la
historia tal y como ha sucedido. Y les hablaría de su abuelo.
I: Fíjate el drama. Gente que luchó
contra el franquismo, como Juan Mari, o como López de la Calle , compañero vuestro,
luego fueron víctimas de ETA. Date cuenta de la degeneración.
M: Exacto... Recuerdo una cosa que
te conté: Juan Mari testificó en el caso Lasa y Zabala. Fue clave su
testimonio. Y el de otros. Y me dijo una vez...
I: ...sí. Juan Mari, al salir del
juicio, te dijo: "No sé si me va a matar Galindo o ETA", ¿no? Y mira,
fue ETA.
M: Sí, sí. Así es. Así es.
[Y los dos se miran. Y los dos asienten. Y los dos
callan. El gesto tiene algo de sala de velatorio, como cuando un familiar dice
algo bueno del muerto de la pecera y el que está al lado -que ha venido desde
la otra punta del mundo- le consuela]
El futuro
¿Hay más presos que pueden seguir tu camino o la
mayoría está encastillada en una posición?
I: No, no. No hay un bloque
monolítico.
M: Seguro que hay más que piensan
como él...
I: Yo digo que hay más nostálgicos
en las calles, que nunca han hecho nada, nostálgicos de taberna, que en las
cárceles. En las prisiones hay mucha gente dispuesta a dar pasos, lo que no sé
es por qué no se les facilita. No se les facilita ni desde la izquierda
abertzale ni desde Instituciones Penitenciarias...
M: Los presos están engañados por la
izquierda abertzale, que les ha dicho que va a haber una solución colectiva. Y
una solución colectiva no va a haber. Eso hay que decirlo así. Y eso no se ha
hecho.
¿Qué les decimos a quienes critiquen este encuentro
y este reportaje?
M: Les diría que este encuentro se
plantea de forma voluntaria, que nadie nos obliga a hacer esto, que lo hacemos
por convencimiento propio, que entiendo que haya personas entre las víctimas o
el resto de la sociedad a las que esto les parezca raro o una locura. Pero yo
les pediría un poco de respeto. Por ser una decisión propia. Porque hemos
querido. No nos sentimos mejores por hacer este encuentro, pero tampoco peores.
I: Siempre se han transmitido
noticas malas de Euskadi, atentados, secuestros... Por suerte, están pasando
cosas, poco a poco. Cosas que sirven para tender puentes, para cerrar heridas.
Si esto le sirve a alguien para que se anime a dar este paso, pues bienvenido
sea. Este encuentro es un gesto más en esa dirección. Yo podría estar ahora
bañándome en la Concha.
Pero prefiero estar con Elespe, con Gorka Landaburu, con
Maixabel. Aquí hoy.
La despedida
Concluido el encuentro, apagado ya el rescoldo de la
grabadora, reducidos a cenizas finalmente los nervios que los protagonistas
lucían al principio de esta conversación, el acontecimiento periodístico que
acaba de tener lugar deja un sabor de boca a realismo inédito.
Si a la viuda de Jauregi y al preso que lo asesinó
les hubieran contado hace 15 años que se iban a despedir con un abrazo -un
abrazo como éste-, los dos nos habrían mandado a la mierda.
En Legorreta hay un silencio de portalón cerrado, un
desajuste de mesa coja, como un géiser que quisiera lanzar un bufido de agua
hirviendo al cielo pero que no termina de hacerlo.
Antes de irnos, le preguntamos a Maixabel que nos
recomiende un sitio donde se coma -perdonen lo prosaico de este gremio- barato
y bien.
Y la viuda sonríe. Y se hace cargo. Y piensa un
instante. Y aquí llega ese momento que todo periodista está esperando siempre:
un buen final.
-Pues mira, en Tolosa, aquí al lado, hay un
restaurante que se llama Frontón donde se come de cine.
-¿Algún consejo?
-Sí. Decidle al dueño que vais de mi parte, que os
tratará mejor.
Junto a la viuda, el ex terrorista escucha y calla.
Parece aturdido. Mueve la cabeza como no dando crédito. Se acerca por detrás al
periodista -es otro Ibon muy distinto el que hoy se acerca por detrás-, y le da
dos palmadas en el hombro.
-Ahí fue donde matamos a Juan Mari. En aquel
restaurante. Ahí fue donde matamos a Juan Mari.
Opinión:
No acostumbro a leer los
comentarios que en algunos medios aportan los lectores a la noticia. Pero en
esta ocasión lo he hecho y me he dado cuenta de que existe una enorme
ignorancia entre mucha gente al hablar de la legislación. Y lo que es peor, un
enorme atrevimiento a opinar sobre la actitud y decisión INDIVIDUAL que algunas
víctimas podamos tomar a lo largo de nuestra vida, un atrevimiento que no
comprendo cuando quien lo practica es alguien que no ha vivido la realidad de
ser víctima de un atentado terrorista.
Solo diré que durante años he
sido testigo directo de como Maixabel, junto a Txema, Jaime y un reducidísimo
grupo de víctimas han realizado una encomiable y ardua labor en el País Vasco
para lograr el bienestar de muchas víctimas del terrorismo, especialmente de
aquellas anónimas, que no tienen cargo en partido político o en asociación
alguna. He sido testigo de las burradas que algunas víctimas le han solicitado a título
personal para conseguir beneficios egoístas o de las repugnantes opiniones que
han mostrado contra otras víctimas en sus blogs o artículos... me consta que
hay quien tiene esa información muy bien guardada y quizás algún día empezarán
a explicar las cosas por su nombre.
Pero solamente por el trabajo y
la honestidad mostrada, mi reconocimiento para Maixabel por su valía personal y
por ser una víctima que piensa por libre para conseguir el objetivo que algunas
, yo entre ellas, nos marcamos hace muchos años: que nadie más sufra lo que por
desgracia otr@s ya hemos sufrido.
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