13 julio 2016
Uno
de cada tres yihadistas españoles tenía voluntad de atentar en el país
La mayor parte de los
detenidos formaban parte de células de nueva generación, según el Instituto
Elcano
El último informe sobre Estado Islámico en
España del Real Instituto Elcano se centra en el perfil y las motivaciones de
los 124 yihadistas detenidos en
España desde junio de 2013 y mayo de 2016. Dos principales conclusiones.
Una es que el 34,5% de ellos tenía voluntad de atentar en España, por odio o
por ganarse el paraiso. Y la segunda es la constatación de que ya no son lobos
solitarios, sino “manadas de lobos”. No actúan ni se readicalizan solos, sino
en células de nueva generación entre las que hay lazos familiares, de amistad o
de vecindad.
El perfil predominante (el 83,1%) entre los yihadistas
españoles es el de un hombre, marroquí o de ascendencia musulmana y
perteneciente a una segunda generación de residentes en España. Tiene una edad
media de 31 años. Suele estar casado y con al menos dos hijos. Es habitual que
tenga un limitado —o nulo— conocimiento de la religión islámica (solo un 11% la
conoce en cierto grado) y, con frecuencia, tiene antecedentes penales.
Frente a la
figura del lobo solitario, este informe viene a constatar lo que en los últimos
tiempos parece ser la norma, a la vista de los cruentos atentados islamistas
perpetrados en Europa. En la gran mayoría de las ocasiones (94%) los
terroristas formaban parte de células de reciente generación (creadas partir
del 2013). Y tres de cada cuatro tenían algún enlace organizativo directo con
el Estado Islámico. Es decir, no actuaban de manera independiente o autónoma.
Además, se trata de redes de carácter transnacional. En muchos casos mantienen
vínculos con Marruecos, Francia y Bélgica, y en medio de ellos con Turquía, el
país de tránsito de la mayoría de los combatientes extranjeros. Además, en casi
todas esas células hay un individuo con antecedentes por yihadismo que ha
funcionado como regenerador de la red.
Los
yihadistas españoles, por tanto, no actúan ni se radicalizan solos. No son
lobos solitarios, sino “manadas de lobos”. Suelen hacerlo con personas cercanas
a su comunidad (vecinos, amigos, parejas, familiares), aunque sus motivaciones
para alistarse en las listas del Estado Islámico (Daesh) sean variopintas,
desde crisis emocionales o identitarias, a anhelos de “recompensas del
paraíso”, o penitencias personales: “Llegó un momento en que me daba igual el
mundo”, dice uno de ellos. “Es una oportunidad para los pecadores como yo”,
dice otro, según un testimonio presentado en el marco de este estudio dirigido
por el investigador Fernando Reinares y su más fiel colaboradora, la
investigadora Carola García Calvo. Para elaborarlo han analizado una muestra
con una media de 120 casos por variable estudiada.
El odio es
otro de los caminos hacia la radicalización, como queda patente en alguna de
las conversaciones intervenidas por la policía a las que hicieron referencia
los autores: “Ver el terror de las caras de los europeos no tiene precio",
decía uno de los participantes en la masacre de París del 13 de noviembre de
2015. “Todas las personas que viven en España son criminales”, decía uno de los
detenidos en este país. “Maldita su raza, no los trago”, decía otro.
Según este
análisis, y en contra de la versión sociológica más extendida al respecto, no
es Internet y las redes sociales la principal vía de radicalización, sino que
los principales puntos de contacto con el radicalismo violento son centros de
culto con líderes carismáticos, casas particulares o las propias prisiones. Es
decir, el contacto físico prima frente al virtual en un proceso que puede
iniciarse entre los 15 y los 29 años.
129 españoles en el Daesh
Hasta mayo
de 2016 eran 129 los combatientes españoles que se encontraban en Siria e Irak
en el bando del Estado Islámico, otros 29 habían muerto y 20 han retornado.
“Cuando
muere un muyahidin no le hacen un entierro ni le dan el pésame, al contrario a
ti te felicitarán como si fuera un bautizo”, le dice un marido a su mujer antes
de partir hacia Siria para hacer la yihad.
Barcelona,
es la ciudad española que destaca como cuna de radicalización de individuos, un
28,2% de los detenidos residían en la Ciudad
Condal y sus alrededores. Ceuta y Melilla, siguen siendo los
principales lugares de origen de los islamistas autóctonos.
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