24 julio 2016
¿Sociópatas
solitarios o yihadistas?
Los
lobos solitarios no existen, son todos miembros de una misma manada ideológica
Lo ocurrido ayer en Múnich nos recuerda que vivimos en un mundo
complejo. No todo es Estado Islámico y yihadismo. A veces es la extrema derecha o un perturbado con acceso
a armas de fuego. Sucede a menudo en EEUU.
John Tures,
profesor de Ciencia Política en Georgia, sostiene que los lobos solitarios no existen.
Cita a Theodore Kaczinsky, llamado "Unabomber", como único caso reciente de lobo solitario: persona que actúa sola, tanto en
sus acciones como en los motivos que las impulsan. Kaczynski, un licenciado en
Harward que decidió vivir en la montaña sin luz ni agua, envió entre 1978 y
1995 dieciséis cartas bomba a universidades y líneas aéreas causando tres
muertes. Era su protesta contra la sociedad tecnológica. Le capturaron gracias
a un exceso narcisista: se comprometió a no enviar más bombas si "The New York Times" y el "The Washington Post" publicaban su
manifiesto. Su hermano reconoció la letra.
En el caso
del terrorismo islámico impulsado por Daesh/ISIS tenemos dos patrones: atentados cometidos
por células (comandos en el
argot del terrorismo clásico) y los que actúan solos, sin conexión jerárquica aparente con una organización de la
que se cree no recibieron órdenes. Serían los casos de Orlando, Niza y Wurzburgo, entre otros. Todos
pertenecen, o creen pertenecer, a una manada ideológica.
Partimos de
una premisa intelectual demasiado optimista: siempre es posible una cierta
cantidad de prevención, aunque sea mínima, incluso en el caso de los que están
dispuestos a inmolarse. Para lograrlo son necesarios los medios adecuados, la información
precisa y saber meterse dentro de la cabeza del terrorista para anticipar sus
acciones. La radicalización de los atacantes de París y bruselas los era conocida
por la policía, que no supo/pudo actuar de manera preventiva. Aún no sabemos a
qué nos enfrentamos.
Existen
hechos objetivos: muchos de los soldados del Estado Islámico han nacido en
Europa de padres o abuelos que emigraron en los tiempos del nacionalismo árabe.
Se agolpan en barrios marginales atrapados por el fracaso escolar, un desempleo
estructural y la exclusión social. El barrio bruselense de Molenbeek fue la base de las últimas
células yihadistas. Gran parte de su red de apoyo, financiera, espiritual y
armada, sigue activa. Son barrios fuera de la ley repletos de personas
inocentes.
Escasez de traductores
Tras el
11-S en EEUU, la comisión especial que investigó lo ocurrido sugirió cambios en
las agencias de espionaje. Uno de los errores más graves, que también afectó a
España en el 11-M, fue la escasez de traductores de árabe. De nada sirve tener
ojos y oídos dentro de ese mundo radicalizado, si no entendemos lo que dicen.
Como
sociedades democráticas hemos aceptado recortes y mirado para otro lado en los
casos de torturas. Acatamos la cantinela de que estamos en guerra y la
seguridad está por encima de la libertad. La escucha masiva denunciada por Edward Snowden ha
estado más centrada en el espionaje industrial de los aliados que en la captura
de terroristas. ¿Y ahora qué hacemos con toda esta parafernalia si los que nos
atacan son locos solitarios que se radicalizan por Internet?
El atacante
de Niza, Mohamed
Lahouaiej-Bouhlel, no estaba fichado como un posible islamista,
ni siquiera como una persona en riesgo de radicalizarse. Su familia asegura que
era bebedor y no pisaba la mezquita. Tenía problemas psiquiátricos y era un
tipo violento: un psicópata. ¿Quién podría imaginar que alquilaría un camión y
lo lanzaría contra una multitud? Según el fiscal llevaba meses llaneándolo y tenía cómplices.
Efecto imitación
¿Cómo prevenir este
tipo de ataques? ¿De qué sirve todo el teatro de la
apariencia de seguridad y los bombardeos sobre Siria? ¿Cómo saber que un hombre
con un historial de violencia machista era un homosexual que rechazaba su
sexualidad? En EEUU está por medio el asunto de las armas. Niza nos demuestra
que basta un camión, la voluntad y la oportunidad para matar de manera masiva.
Quizá
deberíamos reflexionar sobre el efecto llamada del exceso de información no
comprobada. Múnich fue en ejemplo de todo lo que no se deben hacer los medios.
Tal vez ha llegado el momento de hablar de sociópatas y no de yihadistas. Manuel Valls, el
primer ministro francés, es uno de los propagadores del incendio. Su última
ocurrencia es que nos debemos acostumbrar a convivir con el terrorismo. Se
refiere a nosotros, claro, a los contribuyentes, a los votantes, porque
personas como él tienen garantizada la seguridad y el salario de por vida.
Opinión:
Aparte de discutir (o no) lo apropiado
de hablar de “lobos solitarios”, siempre me surge la misma pregunta referida a
la legislación española. Si un “lobo solitario” atentara ¿sería considerado
como atentado terrorista? Puedo asegurar que la propia administración española
(la que decide en este tema) no lo tiene nada claro.
En Cataluña hemos sufrido
casos de descerebrados que atentaban poniendo bombas en sucursales bancarias y
los heridos que causaron no fueron reconocidos como “víctimas del terrorismo”. Mientras
hay gente que se dedica a asistir a recepciones, a actos y a salir en la foto
con sus políticos preferidos, un servidor y alguna otra víctima llevamos años
denunciando esta situación... a la que todavía no hay respuesta.
Luego será tarde.
Aunque siempre nos quedará Marcelo para que guíe a alguno...
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