24 enero 2019
La ‘bomba’ de
Villarejo sobre el 11-M: las escuchas a El Tunecino
La Policía grabó al
coautor del atentado, no tradujo las conversaciones por falta de intérprete, el
material desapareció y se sospecha que lo tiene el ex comisario
El mayor atentado en la historia de
España, el del 11-M de 2004,
ha servido a José Manuel Villarejo para lanzar
un nuevo pulso al Estado. El ex comisario ha afirmado que la investigación
sobre la masacre “se cerró en falso” y ha amenazado con contar toda la verdad
del caso. Los servicios de información de la Policía Nacional
sospechan que cuenta con material desaparecido hace 15 años.
El pasado lunes Villarejo aprovechó
su nueva declaración ante la Audiencia Nacional , en la que se le preguntó por el espionaje al BBVA, para
vincular a los servicios de información marroquíes con el atentado. Afirmó que
una llamada desde Siria de un agente al servicio de Rabat sirvió para
activar a la célula yihadista de Madrid.
El ex comisario, sin embargo, no
aportó ningún tipo de prueba que demostrara esas afirmaciones, aunque aseguró
tener material que, por lo menos, sembraría dudas sobre el cierre de las
investigaciones. De hecho, dejó caer la existencia de “grabaciones telefónicas”, en su poder, que
sustentarían sus acusaciones.
El papel del Tunecino
Una vez conocidas las declaraciones
de Villarejo ante el juez, en la Comisaría General de Información tienen claro que
la estrategia del ex comisario es volver a sembrar las dudas sobre los
preparativos del 11-M aprovechando las investigaciones previas al atentado y el historial de Serhane Ben
Abdelmajid, alias El Tunecino.
El terrorista, coautor del
atentado, es considerado una de las claves sin resolver del 11-M.
Su suicidio en el piso de Leganés con
otros miembros de la célula yihadista evitó
que se le pudiese interrogar no solo por la preparación del atentado, sino por
quién dio la orden de realizar aquella matanza.
El Tunecino, recuerdan al Confidencial Digital altos
mandos policiales, llevaba en el radar de los servicios de información
españoles desde el verano de 2003, cuando se tuvo constancia de su amistad con
los autores de los atentados de mayo de ese mismo año en Casablanca (Marruecos), en los que
murieron cuatro españoles tras el ataque a la Casa de España.
Esa “conexión” con los terroristas marroquíes propició que muchos defendieran
la implicación de los servicios secretos de Marruecos con el atentado en
Madrid. Pero, previamente al 11-M, “ya se le estaba investigando y tenía el
teléfono pinchado”.
Pinchazos telefónicos sin traducir
En concreto, explican las fuentes
consultadas, las investigaciones abiertas a los hermanos Mouhannad y
Moutaz Almallah Dabas “nos
llevaron al Tunecino”, ya que se tenían los teléfonos de ambos hermanos
intervenidos.
Estos mandos policiales confirman a ECD que
El Tunecino hablaba, principalmente, con Mouhannad y, desde el minuto uno, se
sospechó que podían estar tramando algo. Por ese motivo, “se ordenó grabar
todas esas conversaciones”.
El problema, sin embargo, radicaba
en la falta de medios por parte de la Unidad Central de Apoyo Logístico
(UCAO) que
investigaba a los Almallah y al Tunecino: “Teníamos todo el contenido grabado
en cintas, pero no teníamos intérpretes que nos tradujeran esas
grabaciones...”.
Cintas desaparecidas y PCs reseteados
Así las cosas, las grabaciones se
obtenían en un reproductor Uher sin tener muy claro el contenido de las mismas.
Y, paralelamente, se registraban por escrito todos los movimientos de los
sospechosos. Una documentación que estaba en los ordenadores de los agentes que
integraban la unidad.
Tras el atentado del 11-M, sin
embargo, los acontecimientos se precipitaron: “Tras saber la Comisaría General
de Información que estábamos investigando a aquellos hombres, se hicieron cargo
de todo el material recopilado durante los últimos meses”.
Los agentes que pincharon los teléfonos de Mouhannad y
Moutaz Almallah Dabas no
volvieron a ver jamás las cintas, que tampoco figuraron como prueba durante el
juicio: “Simplemente, desaparecieron”.
Aquellas grabaciones, sin embargo,
no fueron las únicas en volatilizarse. Después del atentado, “se intervinieron
los ordenadores por un supuesto virus informático. Y, al devolvérnoslos, todos los PCs habían sido
reseteados”.
La conexión Villarejo
Cabe recordar que en el momento del
atentado al frente de la
Unidad Central de Apoyo Logístico se encontraba Enrique
García-Castaño, uno de los comisarios más próximos a José Manuel Villarejo y
que trabajó con él en investigaciones extraoficiales de las que ahora ambos
están dando cuenta.
Las fuentes de la Comisaría General
de Información consultadas por ECD ven “muy
probable” que García-Castaño informara a
Villarejo de todo lo ocurrido en la
UCAO en los meses previos al atentado y también después,
cuando desapareció todo el material sobre tres sospechosos principales.
Incluso,
temen que el entonces responsable de la Unidad facilitara todos los informes y las
grabaciones a Villarejo, que aún las mantendría en su poder: “Eso explicaría la
amenaza que lanzó el pasado lunes”, concluyen.
Opinión:
Pues parecía que estaba ya todo
investigado… todo en cuanto a los autores pero, al parecer… ¿no todo en cuanto
a quien habría podido evitarlo? ¿En serio existen dudas al respecto? ¿Aún hay
quien tiene material?
Pues no se a qué esperan a
investigarlo…
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