15 febrero 2022
“La libertad de los presos de ETA no es el problema”
Luis Fernando Crespo Zorita
El número máximo de presos de ETA se alcanzó en noviembre de 2008, con 614 reclusos. El 20 de octubre de 2011, el día en que ETA anunció el cese definitivo de su actividad terrorista, aún había 559 reclusos. El 3 de mayo de 2018, el día antes de que la organización hiciera público el comunicado de su disolución, esta cifra había descendido a 242. Entre ambas fechas se tuvo que aplicar la sentencia del TEDH (21 octubre de 2013), que derogaba la llamada 'doctrina Parot', que había prorrogado injustamente, según el Tribunal de Estrasburgo, la estancia en prisión de 54 de ellos. Así pues, excepto el caso de los pocos que se acogieron a la vía Nanclares de reinserción, los condenados por terrorismo han ido saliendo de prisión tras aplicarles escrupulosamente las legislaciones penal y penitenciarias vigentes. Ese goteo ha continuado hasta 2022 y, según diversas estimaciones, continuará en los próximos tres años con algo menos de medio centenar de presos etarras.
No tiene mucho sentido rasgarse las vestiduras, como hacen algunos medios, alarmando sobre las conversaciones que mantiene el Ministerio de Interior con determinadas organizaciones vascas que pretenden facilitar la reinserción de estos presos y su reincorporación a la sociedad sin cometer nuevos delitos de terrorismo.
Pasados esos años, se producirá un frenazo en la excarcelación de etarras por extinción de las penas, ya que unos 150 de ellos fueron juzgados tras la reforma del Código Penal de 2003, que elevó el cumplimiento efectivo de la pena hasta los 40 años. A partir de entonces, sí, la sociedad española tendrá que dar muestras de su generosidad democrática y facilitar el tránsito definitivo hacia una convivencia en paz en Euskadi. Que el Gobierno vasco haya asumido (en octubre de 2021) las competencias penitenciarias debería facilitar la tarea.
Opinión:
Qué lástima que esta excelente catarata de datos la escondan numerosos medios de comunicación y, también hay que decirlo, algunas siglas que dicen trabajar y asistir a “LAS” víctimas del terrorismo.
Está muy claro que se está cumpliendo la legislación. Otra cosa es que la legislación pueda agradar más o agradar menos, pero es la que hay porque así lo decidieron los diputados al redactarlas, negociarlas y escribirlas, el Rey al firmarlas y los jueces al aplicarlas.
Y si no gusta, se trabaja para modificarla, tal y como hicimos un pequeño grupo de víctimas allá por 1994 para modificar el Código Penal franquista que databa de 1973 y que, oh sorpresa, aportaba beneficios penitenciarios a los terroristas condenados a más de treinta años de prisión. Todos los que fueron juzgados por atentados cometidos hasta el 31 de diciembre de 1994 eran juzgado aplicando ese Código Penal y esa es la única razón por la que salían a la calle en libertad a los 23 años de estancia en prisión.
Y aún está más claro que hay gente a la que parece molestarle que la banda terrorista ETA, sin olvidar todo el dolor que ha causado, ya lleva más de diez años sin un solo atentado. Alguien dijo una vez que era preferible tener un escaño a tener una pistola. Ese “alguien” fue el entonces presidente del gobierno José María Aznar.
Qué poca memoria tienen algunos…
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