El setmanari de “El País” també ha comptat amb la col·laboració d’en Robert en diverses ocasions. Una de aquestes va tenir lloc quan es realitzava un reportatge sobre el tema dels escortes. Dels diferents testimonis recollim el d’en Robert a la companya Patricia Cazón.
Vida de una sombra
.../ La presencia de un escolta quebranta la rutina de los escoltados. Desde el anonimato muchos declaran que, de pronto, un día sin saber por qué “tus amigos no quieren viajar en tu coche, ni tampoco tomar café contigo”. Muchos, aparte de amenazados, se sienten solos. Ese no es el caso de Roberto Manrique, delegado en Barcelona de la Asociación de Víctimas del Terrorismo y damnificado en el atentado de Hipercor, el 19 de junio de 1987. “Cuando sentí la explosión pensé que había sido una máquina frigorífica”. De aquellas, Roberto tenía 24 años y trabajaba como carnicero. Cinco días después del atentado, semiinconsciente. Completamente vendado y en el quirófano, supo qué había pasado de verdad al escuchar a un médico que decía: “Estos hijos de puta... pero como se les ocurre poner una bomba en un supermercado”. A Roberto, ETA le inmunizó contra el miedo. Ahora, con 39 años, dice que no necesita protección “pero aun sin ella siento que muchos falsos amigos, y familiares, no quieren relacionarse conmigo. Por si acaso”.
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