19 octubre 2017
A veces nos toca
hacer comedia
Josep Maria Espinás
La patronal del sector del teatro explicó, no hace mucho,
que la asistencia a sus espectáculos había disminuido notablemente. En este
diario Marta Cervera relaciona
el descenso con las tensiones políticas que últimamente se viven, «a
pesar de tener una cartelera muy potente y espectáculos con destacados
autores». Yo espero que los teatros se recuperen y dejemos de ver algunos
sainetes y algunos dramas como se nos han ofrecido recientemente en Catalunya.
Mi primer recuerdo de la asistencia a un teatro es muy lejano. Yo tendría muy pocos años cuando mi padre me llevó a ver un espectáculo infantil. ¡Qué cosas tiene la memoria! Tantas cosas que he ido olvidando con el paso del tiempo y aún recuerdo que en el escenario se cantaba: "Xocolata, xocolata, ets la reina del paladar...". Han pasado muchos años, muchos, y he sido y soy testigo de las actitudes teatrales y descaradas comedias que se han ido sucediendo a mi alrededor. Lamentablemente musiquitas y ruidos amenazadores
Muchos comediantes
Pero no quiero dramatizar. Me he dado cuenta, sencillamente, de que nos rodean muchos comediantes. Gente que hace un papel en nuestra sociedad con tanta habilidad que lo puede representar durante muchos años como protagonista. Gente que tiene una notable capacidad teatral y nadie se atreve a decirle que está haciendo teatro.
También están los comediantes de vocación, que no pueden
resistir la tentación de presentarse como sensibles, cultos, generosos, ricos o
pobres... Necesitamos ser algo ante alguien, y a veces delante de todos. Muchos
niños ya aprenden a hacer comedia cuando quieren obtener algo de los padres o
de los abuelos. Y en una situación sentimental entre adultos no es extraño que
él o ella proteste: «No me hagas esta escena».
No somos actores ni profesionales ni aficionados. Somos
simplemente 'actuadores'.
Opinión:
Al leer el artículo de mi admirado articulista y amigo Josep
María Espinás me venía a la mente una situación que llevo años viviendo, la de
los comediantes, teatreros o para ser más exactos getas que representan un
papel en el mundillo de “las” víctimas del terrorismo convirtiendo en propias
las heridas, secuelas y experiencias vividas por otras personas.
Coincido plenamente con su apreciación que describe de
forma excelente:
“Me he dado cuenta, sencillamente, de que nos
rodean muchos comediantes. Gente que hace un papel en nuestra
sociedad con tanta habilidad que lo puede representar durante muchos años como
protagonista. Gente que tiene una notable capacidad teatral y nadie se atreve a
decirle que está haciendo teatro”.
Y menos cuando se prestan a la
utilización partidista del sufrimiento ajeno, mintiendo en sedes parlamentarias
o haciéndose pasar por víctimas. Lo mejor de todo es que, pasado el tiempo, te
llega la información de primera mano y puedes descubrir sus mentiras y su
ignorancia ante aquellos que han sido engañados. Y eso “me llena de orgullo y satisfacción”….
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