19 octubre 2017
Cuando el ‘terror’
del terrorismo se cuela en nuestros hogares
España tiene a sus
espaldas una larga trayectoria de tragedias fruto del terrorismo, sin embargo,
desde hace unos años, este tipo de actos nos amenazan, digamos, de una manera
más ‘global’. Pero, ¿sabemos cómo impacta entre los mayores? Hay pocos datos,
pero los expertos señalan que sus consecuencias, entre este colectivo, pueden
durar el resto de sus vidas
“Miedo muy intenso”, esa es la primera
acepción de la palabra ‘terror’, según la Real Academia
Española. Definir terrorismo, incluyendo la connotación de las nuevas fórmulas
de amenaza terrorista que sobresaltan el mundo occidental, es más complicado.
La revista “Policía”, que edita el Cuerpo Nacional, incluyó en su publicación
nº 295 un artículo en el que se decía que “el terrorismo, en un sentido amplio
y general, acorde a definiciones parciales de distintas instituciones y
organismos internacionales (más o menos influenciadas por intereses partidistas
concretos de las mismas; ni la ONU
ha llegado a un consenso unánime sobre su definición), podemos definirlo como
el uso de la violencia o la fuerza con o sin armas o explosivos por parte de una
persona o grupos de personas más o menos organizados, con la intención de
causar graves daños a personas o bienes, para provocar el pánico y el terror
entre la población y, mediante este terror, intentar intimidar a la sociedad y
coaccionar a los Gobiernos al hacerles sentir amenazados y vulnerables, para
así intentar conseguir sus objetivos, normalmente políticos o ideológicos,
creando inseguridad para impedir el ejercicio de la libertad y menoscabar o
destruir la democracia”.
Cuesta definir algo cuando lo verdaderamente
difícil de entender es que suceda. El raciocinio no es capaz de empatizar con la
falta de humanidad de ciertos seres humanos. Y es que, como dicen
también desde la Policía ,
“con la evolución de los atentados en los últimos años, y más en concreto con
el terrorismo yihadista (sin descartar otros), hemos pasado de sufrir atentados
selectivos (como los perpetrados por ETA), a ser indiscriminados, contra la
población en general y, sobre todo, con la intencionalidad de causar el mayor
daño y el mayor número de muertos posible”. Eso es lo que no se puede
comprender: “Causar el mayor daño y el mayor número de muertos posible”.
Sin datos
Este reportaje pretendía realizar una
radiografía del impacto que suponen los actos terroristas en las personas
mayores. Pero no hay datos. En un mundo de estadísticas para todo, no hay
cuantificados los afectados por un acto terrorista, directa o indirectamente,
que superen los 50 años. Desde HelpAge España apuntan que “no disponen de datos
sobre personas mayores y terrorismo, únicamente de la situación del colectivo
mayores en crisis humanitarias debidas a desastres naturales, guerras civiles y
conflictos armados”. Lo que sí hay son respuestas a medida –sin duda, un hecho
más importante–, como las que sugieren desde la Unidad de Emergencias de
Cruz Roja Española. En su caso, derivan a cada colectivo a su área específica,
para dar una atención ajustada a cada uno.
España, tristemente, tiene un duro camino a sus
espaldas de más de 50 años sufriendo el terror. ETA, Grapo... hasta llegar al
11 de marzo de 2004, cuando el terrorismo –‘mal llamado entonces’– islamista
irrumpió en Madrid provocando el atentado con mayor número de víctimas en
Europa de las últimas décadas: 192 personas murieron y otras 1.849 resultaron heridas.
Esta sangría dejó tras de sí una estela de muchas pérdidas, mucho dolor y mucha
inseguridad.
El psicoanalista y psiquiatra Moty Benyakar
señala que “por cada damnificado físico en un desastre, por lo menos habrá tres
personas que pueden tener consecuencias en su salud mental”. Este dato es muy
relevante y es el eje vertebrador de la lucha de Roberto Manrique,
excoordinador del SIOVT (Servicio de Información y Orientación a Víctimas del
Terrorismo del Departamento de Justicia de la Generalitat de
Catalunya) y víctima de atentado en Hipercor. Esta acción terrorista fue
perpetrada por ETA el 19 de junio de 1987, que colocó un potente explosivo en
el centro comercial en Barcelona y causó la muerte de 21 personas y 45 heridos
de diversa gravedad.
Muchos, como han confesado a lo largo de estos 30 años, siguen sufriendo graves secuelas psicológicas. Pero hay otros afectados con igual o mayor dolor: los que perdieron a familiares directos –hijos, cónyuges o hermanos–, pero que al no ser víctimas directas, la ley no les reconoce como víctimas del terrorismo. Esta es su lucha, la de Roberto Manrique. Hacer entender ala Administración el
dolor que aparece en el post impacto. Cuando la realidad se queda sin el velo
que la disimula, sin el maquillaje de los focos, esta puede ser tan cruda para
quien está presente en el atentado como para quien sufre la ausencia de sus
consecuencias. No hay derechos para el entorno afectado. Eso sí, como bálsamo,
podríamos decir que, en materia de apoyo a las víctimas, y sin ahondar en los
derechos reconocidos, “cualquier tiempo pasado fue peor”. Grosso modo, las
solicitudes para obtener el reconocimiento del derecho a la indemnización por
los daños deben cursarse en el plazo máximo de un año desde que se produjeron
los daños. En los casos de daños psicológicos, el plazo de un año empieza a
contar desde el momento en el que hay un diagnóstico acreditativo de la
causalidad de la secuela. Esto es lo que dice la ley en líneas generales. Y,
como matiza Roberto Manrique en su blog “El trastero azul” en cuanto a la
realidad jurídica hay que recordar que una cosa es lo que marca la legislación
y otra muy distinta lo que realmente ofrece la Administración ”.
Muchos, como han confesado a lo largo de estos 30 años, siguen sufriendo graves secuelas psicológicas. Pero hay otros afectados con igual o mayor dolor: los que perdieron a familiares directos –hijos, cónyuges o hermanos–, pero que al no ser víctimas directas, la ley no les reconoce como víctimas del terrorismo. Esta es su lucha, la de Roberto Manrique. Hacer entender a
Cicatrices psicológicas
En el manual antes mencionado se destaca el
desarrollo de un programa de Intervención Psicológica en víctimas de
terrorismo, ofrecido a todas aquellas víctimas y familiares directos del
atentado que pertenecían a la
Asociación de Ayuda a las Víctimas del 11-M y cuyas demandas
implícitas o explícitas han denotado necesidad de atención e intervención
psicológica grupal. El perfil de asistentes, 180 en total, tenían entre 40 y 60
años. De este trabajo se dedujo que “bajo el estrés agudo inicial que se
produce tras el trauma (en el primer mes), así como bajo el estrés
postraumático posterior (después de transcurrido el primer mes), también son
frecuentes los sentimientos de indefensión e impotencia, las reacciones de ira,
los sentimientos de hostilidad, de rabia, y las imágenes de agresión contra el
agente que ha generado el daño”. Esto último es una proyección de la rabia que
se extrapola a la situación sociopolítica del momento, “alimentando aún más la
desconfianza y pérdida de seguridad en las instituciones”, devenida tras un
atentado. Y más, cuando como en este caso y como dice José Manuel Rodríguez
Uribes en ‘Las víctimas del terrorismo en España’, “las víctimas del
terrorismo, de todo terrorismo, también del islamista o yihadista, merecen que
las saquemos de una vez por todas del sucio regateo político, de un manoseo tan
inmoral como contraproducente”. Pero esto es otro asunto...
En la guía se dice que el trastorno de estrés postraumático (TEPT), la consecuencia más habitual tras una experiencia de este tipo, en su etiología, se asimila a las demencias. En los atentados terroristas del 11 de marzo, casi la mitad de las personas implicadas directamente o que les supuso un coste emocional elevado, como la pérdida de familiares o amigos, han cronificado el TEPT (el 48,8%). Entre los que siguieron los acontecimientos desde los medios de comunicación, aún había momentos de pánico en el 36% seis meses después, y el TEPT se ha hecho crónico en un 26,6% en forma de algún tipo de trastorno de ansiedad.
En la guía se dice que el trastorno de estrés postraumático (TEPT), la consecuencia más habitual tras una experiencia de este tipo, en su etiología, se asimila a las demencias. En los atentados terroristas del 11 de marzo, casi la mitad de las personas implicadas directamente o que les supuso un coste emocional elevado, como la pérdida de familiares o amigos, han cronificado el TEPT (el 48,8%). Entre los que siguieron los acontecimientos desde los medios de comunicación, aún había momentos de pánico en el 36% seis meses después, y el TEPT se ha hecho crónico en un 26,6% en forma de algún tipo de trastorno de ansiedad.
Los resultados obtenidos en la evaluación de la
ansiedad, depresión e ira, en varones y mujeres víctimas directas de los
atentados del 11-M, “muestran valores elevados en las tres emociones y en ambos
sexos, siendo difícil la comparación de uno sobre otro, en especial en la
medida de la ansiedad”. Los familiares de los afectados por el atentado del
11-M manifiestan a medio y largo plazo las consecuencias que ocasiona el estrés
“cuando es mantenido en el tiempo y el organismo llega a la fase de agotamiento
(porcentaje elevado en ansiedad y depresión a nivel fisiológico y en la
ansiedad ante la vida cotidiana)”.
La psicología del duelo
Gestionar el dolor por una pérdida, personal o
material, es vital para avanzar. Con este objetivo, Entremayores, Formación desarrolla cursos
vivenciales, también específicos para los mayores, en los que los
participantes se enfrentan con sus miedos, con repasos de momentos dolorosos de
su vida y con el control de los recuerdos. En el duelo es determinante aceptar
los sentimientos, es decir, reconocer el dolor en sus formas: tristeza, rabia,
frustración, agotamiento, sentimiento de culpa, ansiedad, etcétera. Pero es importante respetar el dolor de la persona. Los profesionales
aconsejan, en términos generales, para afrontar este proceso: vivir el dolor en
el interior de uno mismo; no tomar decisiones importantes durante el duelo;
solucionar simbólicamente los asuntos pendientes que siempre tienen que ver con
hacer y decir cosas que dije, o no dije, o que hice, o no hice; plantearse
cumplir objetivos; no sentirse culpable; aceptar los sentimientos
contradictorios como parte del proceso; expresar las emociones libremente; y,
darse la oportunidad de volver a disfrutar.
Para concluir
Hay una línea difusa que impide a veces
abordar, desde los medios de comunicación, determinados asuntos tratando de
informar y ejercer función pública sin que parezca amarillista. Tras un
atentado se multiplican testimonios de lo más diverso. Y son necesarios,
incluso terapéuticos. Pero las víctimas que en su día han pasado por un trance
de este tipo ven necesario que los organismos públicos informen con mayor
claridad y profusamente sobre plazos, ayudas y derechos.
José Ramón Delgado, Unidad de Emergencias de Cruz Roja
'Existen muy pocos estudios específicos de la respuesta de
personas mayores en incidentes de estas características'
Cruz Roja Española
inició en 2002 el proyecto ERIES (Equipos de Respuesta Inmediata en
Emergencias) con el fin de 'proporcionar respuestas especializadas a las
diferentes necesidades que las víctimas tienen ante diversas situaciones de
crisis'
Pregunta.- ¿Cuál es la labor que
realizan ante un atentado terrorista? ¿Cuándo comienza su intervención y cuándo
acaba?
Respuesta.- Los Equipos de Respuesta Inmediata
en Emergencias (ERIE) se configuran como una de las herramientas de respuesta
del Programa de Intervención en Emergencias de Cruz Roja Española. Actualmente
las capacidades de Cruz Roja se integran en los Planes de Emergencia de
Protección Civil y en el Sistema Público de Salud, poniendo rápida y
eficazmente a disposición de la Administración pública un conjunto de actividades
y tareas que permitan colaborar y reforzar la respuesta de las administraciones
en situaciones de emergencia protegiendo, en todo caso, la salud biopsicosocial
de las personas. En los primeros momentos de la emergencia, Cruz Roja pone en
marcha sus capacidades de asistencia sanitaria y transporte sanitario urgente,
búsqueda y salvamento terrestre y acuático, albergue provisional y logística,
transporte sociosanitario, comunicaciones, intervención psicosocial y
restablecimiento de contactos. Nuestra participación se alarga en el tiempo con
una intervención moderada en los primeros momentos de la emergencia y más
intensa en una fase más avanzada, con actividades logísticas, psicosociales y
adaptadas al colectivo de mayores.
P.- ¿Es diferente la atención según la
edad que tenga la víctima?
R.- Nuestros programas de respuesta en
emergencia enlazan con nuestros proyectos sociales, con el objetivo de dar una
respuesta continuada a las personas afectadas; siendo en este caso el Área de
Mayores quien diseñaría acciones concretas para este colectivo y sus
necesidades más específicas.
P.- En cuanto a las personas mayores,
¿existe un protocolo distinto de asistencia para este colectivo?
R.- Existen procedimientos y protocolos
adaptados a todos los colectivos. No obstante, contamos con pocos estudios que
permitan una total adaptación de las respuestas sociosanitarias para este tipo
de situaciones en el colectivo de mayores.
P.- Por su experiencia, ¿creen que el
impacto de un atentado en las personas mayores (tanto si es damnificado como
familiar) es diferente? Y si es así, ¿por qué?
R.- En algunas ocasiones puede ser diferente
por situaciones o factores que sitúen a este colectivo en el contexto de
vulnerabilidad. Además, es importante destacar que existen muy pocos estudios
específicos de la respuesta de personas mayores en incidentes de estas
características.
Nivel 4 de amenaza terrorista desde 2015
Supone la
movilización total de los agentes de la lucha antiterrorista, que extreman la
vigilancia sobre las personas sospechosas, así como el refuerzo y protección de
infraestructuras críticas
¿Saben que significa la imagen de la izquierda?
Es el nivel de alerta terrorista que España mantiene desde el 26 de junio de
2015, cuando el Ministerio del Interior decretó necesaria su activación tras
los atentados perpretados ese año en Francia, Túnez, Kuwait y Somalia. Los
Niveles de Alerta Antiterrorista (NAA) fueron introducidos en España por
primera vez por el Plan de Prevención y Protección Antiterrorista de 9 de marzo
del 2005 como consecuencia de los atentados ocurridos en Madrid el 11 de marzo
del 2004. Este primer Plan establecía 3 niveles. En 2009, la Secretaría de Estado de
Seguridad modificó el Plan de Prevención y Protección Antiterrorista,
incorporando una escala de 4 niveles, con dos intensidades. El actual sistema
de niveles (5) entró en vigor en 2015, cuando se actualizó el Plan de
Prevención y Protección Antiterrorista con el fin de mejorar, por un lado, la protección
de los potenciales objetivos de las organizaciones terroristas y reforzar, por
otro, las capacidades de investigación y neutralización de la amenaza. La activación de cada NAA es competencia del
ministro del Interior, a través de la Secretaría de Estado de
Seguridad. El nivel 4, que arrastra España, supone la movilización total de los
agentes de la lucha antiterrorista, que extreman la vigilancia sobre las
personas sospechosas, así como el refuerzo y protección de infraestructuras
críticas como centrales nucleares o grandes nudos de comunicación, entre ellos
aeropuertos y estaciones de tren.
Qué hacer ante un indicio o sospecha
En España, no existe un protocolo de actuación,
pero desde la página del Ministerio del Interior señalan que “la colaboración ciudadana es fundamental para combatir el terrorismo. Si tiene
conocimiento, indicio o sospecha de actividades que pudieran estar relacionadas
con este tipo de delincuencia grave, no dude en ponerse en contacto con
nosotros a través de la
Policía Nacional (091) o de la Guardia Civil
(062)”. Desde este ministerio tambien recuerdan que existe la aplicación móvil
gratuita ‘Alertcops’, que permite enviar a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad
del Estado una alerta geolocalizada de delito o situación de riesgo.
Protocolo de actuación: 'escapar, esconderse y avisar'
Sin protocolo de actuación para la población
civil en España ante un ataque terrorista, quizás parezca lógico y casi obvio,
pero las tres consignas ante estas situaciones son: escapar, esconderse y
avisar. Siguiendo el modelo del tríptico que el Gobierno francés elaboró tras
los atentados de París o las recomendaciones emitidas hace dos años por la Oficina Nacional
de Seguridad Antiterrorista del Gobierno británico, la Dirección de Seguridad
de la Universitat
de València difundió un cartel en el que recoge los consejos más básicos para
actuar en caso de enfrentarse a una terrible situación como esta.
En líneas generales, el primer paso que recomiendan los protocolos existentes es tratar de huir a toda costa. El segundo paso, o si no es posible salir, aconsejan esconderse y tratar de taponar las entradas de acceso a la habitación. También recomiendan apagar las luces, alejarse de las ventanas, tumbarse y poner en silencio el teléfono móvil. El tercer paso, en cuanto uno se siente seguro es alertar a las fuerzas del orden. Pero, cuando lleguen, es conveniente no hacer movimientos extraños para evitar confusiones y llevar las manos a la vista, levantadas y abiertas.
En líneas generales, el primer paso que recomiendan los protocolos existentes es tratar de huir a toda costa. El segundo paso, o si no es posible salir, aconsejan esconderse y tratar de taponar las entradas de acceso a la habitación. También recomiendan apagar las luces, alejarse de las ventanas, tumbarse y poner en silencio el teléfono móvil. El tercer paso, en cuanto uno se siente seguro es alertar a las fuerzas del orden. Pero, cuando lleguen, es conveniente no hacer movimientos extraños para evitar confusiones y llevar las manos a la vista, levantadas y abiertas.
Asistencia a víctimas del terrorismo... ¿leyes o trampas?
Por Roberto Manrique,
excoordinador del Servicio de Información y Orientación a las Víctimas del
Terrorismo (SIOVT) y víctima del atentado de Hipercor
Treinta años de contacto con victimas del terrorismo
ofrecen una amplia experiencia para conocer las realidades y los problemas con
los que cualquier ciudadano se encontrará tras sufrir un atentado.
Es lógico que en 30 años unas pocas víctimas hayamos
conseguido ciertas mejoras en la asistencia legal. También se ha logrado que
los controles médicos y psicológicos se hayan ampliado, pero todavía se siguen
cometiendo errores que a las administraciones les cuesta mucho resolver.
Los últimos atentados en Barcelona y Cambrils son un claro
ejemplo. Si hablamos de las víctimas asesinadas o los heridos de carácter
físico, la legislación conseguida en diciembre de 1999 y posteriores ofrecen
una cierta cobertura aunque me consta que desde la administración no se dedican
a localizarlas para informarles de sus derechos. Es decir, quien va por propia
iniciativa será informado pero quien no lo haga se quedará sin solicitar los
derechos que la ley le pueda aportar.
Hablamos de asesinados y de heridos pero ¿qué ocurre con
aquellas personas que se encontraban en el lugar de los hechos y, por suerte
para ellas, no tuvieron lesiones físicas? ¿Qué ocurre con los que conocemos
como testigos presenciales? ¿Qué derecho tendrán si con el tiempo apareciera
algún tipo de secuela psicológica?
Para demostrar que padecen alguna secuela lo tendrán muy
complicado porque esas secuelas deberán aparecer dentro del primer año tras
ocurrir el atentado o ya no serán reconocidas como derivadas de atentado
terrorista, con todo el problema jurídico y médico que ello conlleva.
Con un ejemplo real entenderemos algo que es desconocido
para la población. Supongamos que hay dos niños de 13 y 9 años comprando un
bañador con su tía y los tres son asesinados por un coche bomba estacionado en
el parking. Las secuelas psicológicas que los papás de los niños podrán sufrir
no tienen una fecha de aparición exacta en el tiempo. Cuando muchos años
después las secuelas son reconocidas médicamente, la administración no las
reconoce como derivadas de atentado terrorista porque “ha transcurrido mas de
un año desde la fecha del atentado y además no estaban en el lugar del
atentado”... en cambio, un miembro de las FCSE cuyo caballo murió al ser
alcanzado por la onda expansiva de otro coche bomba tiene reconocida la
incapacidad permanente como víctima del terrorismo porque se encontraba en el
lugar del atentado. Puede parecer una frivolidad pero ¿qué es más importante,
la vida de un caballo o la de dos niños y su tía? ¿Puede valorarse el dolor de
unos padres por el asesinato de sus dos hijos dependiendo de si estaban o no
junto a ellos?
Perdónenme la trampa inicial... he dicho “supongamos” pero
son casos reales. Tanto el uno como el otro.
Si la administración es capaz de denegar el reconocimiento
de unas secuelas psicológicas como derivadas de atentado terrorista a unos
padres con dos hijos asesinados por la simple “razón” de que no estaban en el
lugar de los hechos ¿se puede esperar que se preocupen por conocer la situación
de las víctimas presenciales?
Un grupo de especialistas, tanto víctimas como psicólogos,
estamos advirtiendo a todo aquel que quiera escuchar sobre la realidad con la
que llevamos luchando desde hace 30 años. Estamos buscando a ciudadanos
anónimos que sufrieron un atentado hace 40 años y jamás han sido informados.
Las sentencias marcan la veracidad de las lesiones, de las heridas, de las
secuelas. Y pese a todas estas pruebas hay administraciones que niegan recursos
para localizarlas, atenderlas y ayudarlas.
Por ello es de agradecer la oportunidad que desde
ENTREMAYORES nos habéis ofrecido, porque lo que las sentencias no aportan son
la edad de los afectados y muchas de estas víctimas podían ser jóvenes cuando
sufrieron las consecuencias de un atentado y ahora, porque la vida pasa para
todos, ya tienen cierta edad.
Y nunca es tarde para estar informado y mucho menos para
intentar mejorar las cosas.
Opinión:
Quiero agradecer a los responsables de la revista
“Entremayores” la confianza mostrada en mi persona para poder escribir con
total libertad sobre la realidad en la que viven cientos de víctimas del
terrorismo que no reciben la misma cobertura que reciben otras mas “conocidas”,
especialmente aquellas pertenecientes a lo que se conoce como “tercera edad”.
Poder explicar con toda tranquilidad la realidad en la que
se encuentran tantas víctimas me demuestra que, pese a los intentos de ciertas
administraciones en mentir disfrazando la verdad siempre habrán medios que
podrán ofrecer la información real.
A los amigos de “ENTREMAYORES”, gracias por el interés
mostrado y siempre a vuestra disposición.
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