03 julio 2020
Fascismo y desmemoria
Juanra Viles
En la misma ciudad en la que gritaban "ETA
mátalos" a cara descubierta, Iriarte habló de Derechos Humanos, pero se
olvidó de citar a los que perpetraron su vulneración
La campaña electoral avanza, los mensajes se aceran y
comienza la búsqueda del cuerpo a cuerpo. Se vislumbran movimientos tácticos
para despertar sectores del electorado que puedan decantar de qué lado caen
esos escaños capaces de complicar o favorecer un resultado. El presidente del
PNV, Andoni Ortúzar, advierte sobre un posible tripartito de izquierdas, Idoia
Mendia aclara horas después que hoy por hoy esa coalición de Gobierno es
imposible y que sus votos no facilitarán la Lehendakaritza a EH
Bildu.
¿Acción, reacción? Elkarrekin Podemos insiste, para
desconsuelo de sus pretendidos compañeros de Gobierno, en la idea del
tripartito de izquierdas. Socialistas y EH Bildu parecen mucho más centrados en
sus propios resultados electorales que en una coalición que solo con mentarla
puede movilizar a una parte del electorado en sentido contrario al deseado.
Conscientes que augurar el futuro se presenta harto difícil
en el actual presente, EH Bildu ha optado por mirar al pasado como vía para
buscar la confrontación con el lehendakari Iñigo Urkullu. Su candidata,
Maddalen Iriarte, más experimentada que hace unos años y con buen manejo de las
claves comunicativas, enfiló la proa directamente hacia el candidato jeltzale a
la reelección y, queriendo o sin quererlo, a una buena parte de su base social.
Lo hizo hablando de Derechos Humanos, de equidistancia y de
fascismo. Lo hizo en Donostia/ San Sebastián y junto a La Paloma de la Paz , obra escultórica a cuyo
nombre las donostiarras dieron significado a finales de la década de los
noventa. Donostia, la ciudad que tiene el dudoso honor de ser la ciudad donde
mayor asesinatos perpetró ETA, la que, hasta los atentados yihadistas del 11-M
en Madrid, encabezaba el terrible ranking de ser la ciudad con más personas
asesinadas por el terrorismo en el Estado. La misma ciudad en la que gritaban
"ETA, mátalos" a cara descubierta y a pleno pulmón, Iriarte habló de
Derechos Humanos, pero se olvidó de citar a los principales perpetradores de su
vulneración.
Queriéndolo o no, la candidata de EH Bildu pulsó el botón
de la memoria histórica reciente de San Sebastián y de paso la de toda Euskadi.
Un pasado triste en el que la izquierda abertzale tenía una idea clara de quién
y en qué consistía ser seguidor del fascio: fascistas todos los que secundaban
las manifestaciones y gestos en los que con el silencio se solicitó que los
terroristas dejaran de asesinar; sin siglas, pues hubo concentraciones contra
todo tipo de violaciones de derechos humanos, tortura incluida.
Fascistas las decenas de miles de ciudadanas que
participaron en manifestaciones multitudinarias. Facciosos los pequeños grupos
de personas que salían a gritar en silencio en todas las localidades de Euskal
Herria. Fascistas los del lazo azul.
Maddalen Iriarte en su equidistancia, ante un pasado de
violencias en abstracto, sin autorías, sin cronología ni condenas, nos ha
retrotraído a aquel tiempo en el que la inmensa mayoría de la sociedad vasca
fue declarada fascista por quienes mejor aplicaron la dialéctica de los puños y
las pistolas: la izquierda abertzale a la que hoy representa.
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