Muchas de las víctimas fueron militares que habían acudido
con sus familiares a Zaragoza para asistir a la entrega de despachos
de la Academia
General Militar. El hotel se hallaba
prácticamente completo, con 230 huéspedes en sus 190 habitaciones. Entre los
alojados en el Corona de Aragón se encontraba Carmen Polo,
que había acudido junto a su hija y su marido, los marqueses de Villaverde, y
dos de sus nietos a la ceremonia de la Academia Militar
porque uno de los nuevos alféreces era nieto suyo. La viuda de Franco fue
rescatada tan solo con heridas leves «gracias a la habilidad de la escolta» y
Cristóbal Martínez Bordiú logró salvarse saltando a la calle.
También se encontraban el general Vigón y
su esposa, el jinete olímpico Adolfo Queipo de Llano, que se contaría entre los fallecidos, el actor de teatro y
televisión Javier de Campos, al que rescataron los bomberos, y el futbolista Badiola, que acababa de ser fichado por el Zaragoza. Este último se
tiró por la ventana y sufrió un paro cardiaco, pero fue recuperado en el
hospital con un masaje al corazón.
«El pánico y la asfixia por humo sembraron la muerte en el
hotel y fueron la principal causa de que se registrara tan elevado número de
víctimas», explicó al dia siguiente el corresponsal de ABC Mariano Banzo. La combustión de
moquetas y de material plástico contribuyó a que el humo fuera aún más denso e
irrespirable y el avance de las llamas, que pronto llegaron hasta la terraza
del edificio, aterrorizó aún más a los clientes y el personal del hotel.
Las escenas de terror se sucedieron. Varios se arrojaron a
la calle desde sus ventanas, entre ellos un hombre cuyo cuerpo fue a rebotar en
un coche, o una niña de ocho años, a la que lanzaron sus padres para que fuera
recogida por los bomberos, pero que por desgracia no cayó donde estaba previsto
y sufrió graves heridas. Un cliente que vio llegar las llamas a su habitación
se tiró a la piscina, otros se descolgaron de las ventanas utilizando las
sábanas anudadas...
Los Bomberos, la Policía Nacional,
la Policía Municipal,
la Cruz Roja,
así como miembros del Ejército e incluso de la base aérea americana, con varios
helicópteros, protagonizaron escenas de salvamento impresionantes ante la
mirada de miles de zaragozanos, visiblemente conmovidos.
El exjugador del Real Madrid y gerente del Alavés José María Zárraga fue uno de los
primeros en advertir el incendio. Abrió la puerta de su habitación y se
encontró con la espesa humareda. «Era fuego. Un fuego tremendo. Volví a la
habitación, me puse unos pantalones y unos zapatos, y busqué una salida, la más
próxima, sin pensar en la escalera y en la puerta principal del hotel. Eso me
salvó», contaría después. En su huida perdió los zapatos y se encontró
corriendo descalzo en plena calle.
El gobernador civil de Zaragoza, Francisco Laina, afirmó
aquella misma tarde que había que desechar por completo que se tratara de un
atentado. Según las primeras investigaciones, el fuego se había declarado en la
freiduría y aunque algún miembro del personal intentó apagarlo, tuvieron que
salir por el humo. «Acerca de la posibilidad de que se hubiese producido alguna
explosión dijo que se trataba de las grandes lunas de la parte baja del hotel,
pero en ningún caso motivadas por un agente distinto al del calor del
incendio», relató el corresponsal de ABC.
El edificio tenía tres escaleras de incendios, pero los
clientes del hotel no empezaron a utilizarlas hasta que les indicaron dónde
estaban. En aquella época no existía en España un reglamento a nivel nacional que
estableciera unas normas obligatorias para prevenir incendios.
«La investigación estuvo rodeada de sombras, de incógnitas
sin resolver y de no pocas controversias», recordaba
Roberto Pérez en el 40 aniversario de la tragedia. Aunque la tesis del
atentado planeó desde los primeros momentos, la investigación concluyó que
había sido un accidente originado de forma fortuita en las cocinas del hotel.
«Aquello, sin embargo, fue un cierre en falso de las diligencias. Años después,
las víctimas consiguieron que el asunto no cayera en el olvido y que,
finalmente, se les reconociera que había sido un atentado», explicaba el
corresponsal de ABC.
Así fue definido por el Consejo de Estado en 1990, a partir de los
informes elaborados por el Colegio de Arquitectos y por investigadores del
Ejército y de Sanidad, pero hasta el año 2000 no fue reconocido oficialmente
por el Ministerio del Interior como un atentado. Tras décadas de espera, las
víctimas fueron reconocidas como damnificados del terrorismo. Pero no se llegó
a identificar a los responsables que planificaron y ejecutaron aquella masacre.
Opinión:
Aparte de lo que se comenta en la información, creo de justicia reconocer varias
cosas. Para empezar, no habría estado de más que se reconociera la excelente y
constante labor de décadas realizada por la antigua Asociación de Víctimas del
Terrorismo (AVT) para conseguir el reconocimiento como víctimas del terrorismo
a todos los afectados por lo ocurrido aquel maldito jueves 12 de julio. También
es importante señalar que varias víctimas tales como Sonsoles Álvarez de
Toledo, Juan Domínguez, Maria Gracia Roca o Juan Vigón fueron las voces
presentes en el colectivo de víctimas de aquel atentado.
Y solo añadir que, si no estoy equivocado, ninguna
asociación de víctimas ha hecho ningún tipo de acto de homenaje…
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